early years
i look over at you and see sunshine

Hija de un reconocido fotógrafo paisajista italiano de segunda generación, la infancia temprana de Alanis consistió más que nada en viajes a través del país, y algunas veces fuera de este, como fiel acompañante de su padre. En su inocencia, jamás llegó a cuestionarse el paradero o la identidad de su madre, principalmente porque durante toda su vida sólo habían sido ellos dos, y no tenía mayor cuadro de referencia para poner en duda que su pequeña familia no era convencional. Alanis vivía fascinada de poder conocer tantos lugares bonitos, además de que cada nuevo viaje significaba un nuevo recuerdo con el que adornar su mesita de noche en Kansas.

No fue hasta que cumplió los seis años que las cosas comenzaron a cambiar, cuando su padre tomó la decisión que había estado postergando tanto tiempo y se instalaron indefinidamente en Lawrence para que ella pudiera asistir a la escuela y recibir una educación normal... La expectativa duró poco, pues sus problemas de aprendizaje se manifestaron con sorprendente velocidad. Alanis comenzó a sentirse como un bicho raro por primera vez en su vida, pues muy aparte del AHDH y la dislexia, empezó a darse cuenta que la ausencia de su madre no era del todo normal. El impacto de ver su pequeño mundo tambalearse de esa forma ocasionó que se retrajera, convirtiéndose en una niña insegura y llorona, muy diferente a la pequeña risueña que había sido siempre. Preocupado por este comportamiento, su padre comenzó a buscar alternativas para ayudar a su princesita... y fue cuando entraron a su vida las Girl Scouts, con sus códigos y sus lecciones, y todas esas cosas que le regresaron la confianza al hacerla sentir parte de una vez más.

half blood
i dream of gods and monsters

Alrededor de los ocho años, fue que la niebla comenzó a clarearse un poco ante sus ojos. Primero, aparecieron las curiosas señoritas que las observaban desde detrás de los árboles y se quejaban cada vez que encendían un fuego o se paraban sobre alguna planta sin querer, a pesar de que llegaban con bastante frecuencia nadie aparte de ella parecía poder verlas. Incluso una vez le había parecido ver una en el fondo de un lago. Después, caras de criaturas extrañas en el autobús de vuelta a casa, en colegio, en la casa al otro lado de la calle...La niña empezaba a creer que iba siendo tiempo de preguntarle a papá si él también las veía.

La situación permaneció tal cual durante un tiempo, con su padre aún reacio a admitir lo que sucedía, y no fue sino hasta que, a unos días de su décimo cumpleaños, en una visita escolar al zoológico local, Alanis tuvo su primer encuentro desagradable con un ser mitológico: una arpía que segundos antes se había portado de lo más amable invitándola a alimentar a las lechuzas en el aviario, haciéndola rezagarse en el grupo y aprovechando esto para tratar de convertirla a ella en su cena. La pequeña semidiosa echó a correr en cuanto pudo reaccionar, incapaz de procesar lo que sucedía aterrada como estaba, y de no haber sido por la intervención del prefecto que les acompañaba y había vuelto sobre sus pasos para asegurarse de que todo estaba bien, y que por supuesto al final había resultado no ser otra cosa sino un sátiro cuya presencia no era en lo absoluto coincidencia, seguramente no la hubiera contado. De la experiencia Alanis se llevó un buen susto y un par de plumas de arpía enredadas en el pelo, y fue entonces que su padre comprendió que lo mejor sería enviarla de una vez por todas al lugar más seguro que podría ofrecerle: el Campamento Mestizo.

Fue reclamada por Afrodita a los pocos días de llegar al campamento.

coming of age
i would have done anything for you

Sus días en el campamento fueron todo menos aburridos. En el transcurso de los años vivió con intensidad lo que le tocaba vivir, aún dentro de un sitio tan hermético por su seguridad como lo era aquel lugar. Un romance fugaz le destrozó el corazón y la empujó a irse meses antes de cumplir su mayoría de edad, incapaz de sacurdirse los sentimientos de abandono y soledad que la arrasaron sin advertencia.

Pasó los primeros años tras su huída probando suerte en la calurosa costa este, tomando trabajos de tiempo parcial aquí y allá. Se tomó el tiempo también de recorrer un pedacito del mundo antes de decidir retomar sus estudios, y fue en uno de sus viajes, y por pura casualidad, que reconectó con Isaac, un viejo amigo de su época como campista.

Ese encuentro fue la piedra angular de una serie de decisiones que la hicieron terminar una vez más en el campamento que la había visto crecer, aunque fuera únicamente por el último año que le permitieran pasarlo allí.