Joseph vivió en una granja a las afueras de la ciudad, pero en vez de trabajar en el campo al igual que el resto de su familia, él se la pasaba leyendo instructivos.

Al crecer se fue a la ciudad para poder estudiar, pero como no lo aceptaron en la universidad tuvo que entrar a trabajar a una fábrica. Allí aprendió mucho sobre las máquinas y las herramientas que se necesitaban para repararlas; también se dio cuenta de lo mucho que contaminaban.

En su trabajo conoció a una mujer con la cual se casó y tuvo una hija, pero al poco tiempo su esposa falleció por una enfermedad respiratoria; tras eso, Joseph se encargo de criar a la niña.

Inventar cosas era un pasatiempo para él, pues no tenía los estudios ni el dinero suficientes como para poder abrir su propio taller; así que sólo se limitaba a armar un par de cosas que le ayudaran en las labores de la casa. Sin embargo, cierto día uno de sus vecinos le pidió prestado uno de sus inventos para poder arar la tierra de su terreno y a raíz de eso Joseph comenzó a rentar sus creaciones; poco después consiguió venderlas y con las ganancias fue haciendo más.

Lo único que Joseph quería lograr con sus inventos era facilitarle el trabajo a la gente del campo aprovechando la energía de la naturaleza al máximo, pero eventualmente la gente comenzó a darle un mal uso a sus inventos y los convirtieron en armas para la guerra; debido a eso, Joseph dejó de crear cosas y prefirió llevar una vida pacífica.