De personalidad curiosa y con deseo de aprender las costumbres humanas y las tradiciones de su esposo, Haniel siempre encuentra algo con que distraerse. Últimamente está decantándose por la pintura, y, aunque su nivel es extremadamente bajo, siempre trata de dejar dibujos a su querido esposo, recordándole cuánto lo ama. Estará eternamente agradecido con ese hermoso dragón que lo acogió, sanó, enamoró y que le hace feliz todos y cada uno de sus días.

Primer encuentro

En una de las pocas ocasiones en que su Señor le hacía bajar a la tierra para corroborar que sus seguidores estaban por el buen camino, Haniel se tomó más libertades de las que le fueron asignadas. Tras terminar su trabajo, y sintiendo una inmensa curiosidad sobre las tierras del oriente, emprendió un pequeño viaje. Su fascinación por los paisajes, las personas y los hermosos animales que corrían libres por aquel vasto campo, le hizo preguntarse por qué era un lugar “prohibido” para ellos.

Al caer el atardecer, hizo una parada en las playas del oeste, decidido a reposar sus alas y tomar un baño. Su paz se vió interrumpida al ver una figura casi el doble de su tamaño emergiendo del agua. Largos y azules cabellos, una pulcra túnica y unos penetrantes ojos violetas que escaneaban cada detalle de su existencia, le hicieron sentir pequeñito. Sin embargo, no podía dejar de observar la etérea belleza del hombre frente a sí, llevando inconscientemente sus manos al rostro contrario, que correspondió el gesto con una sonrisa. En ese instante un nuevo y cálido sentimiento se instaló en su pecho. Se había enamorado de un hermoso dios dragón.

Caída

Pasó cerca de un mes desde su primer encuentro con el dragón del mar, ahora ya sabía su nombre, “Qīnglóng”, una palabra tan hermosa que sólo podía ser usada con una persona de igual calibre. El tiempo junto a Qīnglóng le ayudó a conocerse más a sí mismo e identificar sus sentimientos, el calor que tenía en el pecho cada que miraba al hombre a su lado, cada que rozaba tímidamente su mano, era amor. No el amor fraternal que tenía por sus conocidos en el cielo, sino algo más fuerte, más intenso, que le hacía querer pasar el resto de sus días junto a él.

Al cabo de tres meses decidió expresarle sus sentimientos a Qīnglóng, quién los aceptó sin pensarlo, el pequeño ángel se había ganado un lugar en su corazón. Sellaron su amor con un tierno beso, puesto que Haniel debía partir a su hogar, prometiendo volver pronto a verle. Lo que el más bajo no sabía, era el gran pecado que acababa de cometer, los ángeles deben estar puros y castos en todos los sentidos, su cabello tornándose rosa lentamente sólo era la señal de su “error”.

Al llegar al cielo fue detenido de inmediato, sus cabellos ya no eran blancos, sino de un rosa claro que terminaba rojo como el fuego. Una señal reconocida por todas las divinidades: su pureza había desaparecido. Fue llevado ante el trono de Dios a comparecer por sus acciones, donde sólo resultó condenado por el pecado de la homosexualidad y el haber interactuado con dioses paganos. Ahí, frente a miles de ojos observando, sus alas fueron arrancadas. Un agonizante dolor que le marcaría física y emocionalmente de por vida.

Un nuevo comienzo

Al ser expulsado del cielo, aún con las heridas y la sangre fresca dejando un camino a su paso, Haniel buscó desesperadamente a Qīnglóng, sin embargo, llegar de nuevo a esa playa le tomaría más de un año. No podría morir nunca más, sus heridas cicatrizando sólo le recordaban el horrendo final de su existencia como ángel, ¿de verdad era necesario algo tan drástico sólo por haberse enamorado? Cada vez que se cuestionaba su odio hacia quienes en algún momento llamó familia, incrementaba.

Finalmente pudo encontrarse con su enamorado, en un estado deplorable que preocupó al dragón, quién sanó sus heridas físicas de inmediato y estuvo junto a él apoyándolo en su recuperación de las heridas emocionales. Fue muy doloroso para ambos el vivir tantos ataques de pánico, tantas pesadillas y momentos en los que se cuestionaba si valía la pena seguir viviendo.

600 largos años pasaron hasta que decidieron contraer matrimonio. Su amor por el otro no hizo más que crecer con el paso del tiempo y decidieron tomar el compromiso de estar juntos todo lo que duren sus inmortales vidas, para siempre.

• Al haber sido un ser celestial, posee genitales masculinos y femeninos.
• Cuando era un ángel, iba descalzo puesto que sus pies nunca llegaban a tocar el suelo debido a que siempre estaba volando. Poseía 2 pares de alas y aureola doble en las que tenía ojos por doquier (tipo tronos). Su túnica era blanca, adornada con rosas y detalles verdes con dorados. Su larga cabellera también era blanca, el cabello se volvió rosa después de besar a su esposo por primera vez, lo que delató su pecado.
• Lleva 350 años casado con su esposo.
• Eligió como cumpleaños el día en que se reencontró con Qīnglóng.