Rhona O'Malley

𝔹𝕣𝕖𝕒𝕜 𝕒 𝕃𝕖𝕘

No recuerda la última vez que recibió un juguete de regalo o ropa sin estrenar, era blanco fácil para las brulas de los niños de la escuela, durante un tiempo fue una niña problema que respondía a puños estas burlas, pero luego de los contratiempos que vio que causaba a sus padres, Rhona decidió ignorarlos pensando que tenía mejores cosas que hacer como pensar en si las flores del patio podrían venderse. Anhelaba poder hacer amigos como otros niños, tener la oportunidad de jugar juntos o ir a fiestas de pijamas, pero a muy temprana edad Rhona simplemente se había rendido con esa idea.

Pasaba sus días visitando las zonas comerciales, haciendose amiga de las señoras mayores que no temían en darle meriendas pequeñas, fueron estas las que influenciaron en su creencia sobre la suerte; a lanzar monedas para decidir, vigilar a sus pies en busca de yenes de la suerte o incluso el que pasara por los kioscos a ver las revisas de astrología para ver su horoscopo. Cuando uno de esos metodos le funcionó, fue ese pequeño pedacito de esperanza a una vida mejor con un poco de suerte.

Los días que sus padres estaban en casa eran los mejores, aun si estaban cansados y solo dormían, se pasaba hablando a la nada sobre su día en la escuela, sobre los últimos cotilleos del barrio, todo lo que escuchaba cuando paseaba. A veces le respondían dandole una géntil palmadita en la cabeza diciendo que todo eso estaba muy bien, nada del otro mundo, pero suficiente para darle cuerda por horas. Incluso podían sentarse a la mesa a comer lo que hubiera y dormir juntos en el futón en la noche. Como le gustaban los días de descanso de sus padres.

Con el tiempo, lo que era una casa silenciosa por el cansancio y la ausencia, pasó a ser el hogar de discusiones por la desesperación por comer un día más sin perder la casa. Su padre había empezado a gastar lo poco que tenían en lotería y pachinko, buscando quizás esa suerte que nunca llegaba al igual que Rhona. Ella lo entendía, en parte, pero también entendía la frustración de su madre que había escondido ese dinero para las próximas facturas. ¿De que lado debería ponerse una hija en estas situaciones? Se preguntaba mientras se escondía debajo del futón, esperando a que pararan. Ya no le gustaban tanto los días de descanso.

Volvía a ser una tarde tras los últimos días de clase, caminaba de vuelta a casa sin perder de vista sus pies cuando se dio cuenta que a su suela se pegó un papel, un papel que resultó ser un billete de 1000 yenes ¡Era su mayor día de suerte, encontró un tesoro! Aceleró el paso hasta su casa, emocionada por contarle a sus padres, solo para encontrarla vacía, nada fuera de lo habitual... De no ser por una nota sobre la mesa. Una nota de sus padres que decía que no los esperara más.

"— Ah, esto no estaba en el horoscopo de hoy...—"

𝕃𝕠𝕟𝕖𝕝𝕪 𝕀𝕤𝕝𝕒𝕟𝕕

Desde ese momento en adelante la vida de Rhona estuvo llena de cambios a los que se tuvo que adaptar. No se inscribió a la preparatoria para comenzar rápido a buscar trabajos serios, fuera lo que fuera, ella solo quería seguir sobreviviendo. Se tuvo que cambiar de casa varias veces por la dificultad llevando una y para que mentir, a veces tuvo que hacer sus pinitos en la delincuencia para comer. Quizás por eso le costó tanto acudir ea las autoridades cuando sus padres desaparecieron, no era la primera vez que se llevaba algo a escondidas y sentía que lo descubrirían y se enfocarían en eso antes que en ayudarla. Al final, estaba sola.

Se decía que tendría solo que aguantar un poco más, solo sería llegar a los 18 y no sería tan difícil ser tomada en serio buscando trabajo. Pero el destino no fue tan piadoso con ella.

Apenas un mes después de cumplirlos, en la cuspide de sus ahorros, tuvo un encontronazo con unos ex-compañeros de trabajo que no la dejaron en el mejor de los estados pese a dar pelea como para dejarle a varios un ojo morado. Sin dinero y herida, en pleno invierno, no le quedaba mucho que esperar. Y sin embargo, seguía haciendo planes para superarlo. Quizás si conseguía un trabajo rápido... Quizás si los dioses la perdonaban luego, podría ir a ofrendas... Caminaba por la calle nevada y oscura buscando su suerte de nuevo, el pequeño tesoro que pudiera cambiar ese final que estaba viendo venir al final de la calle.

Cuando sus fuerzas no dieron más de si, cayó.

𝕋𝕙𝕖 ℙ𝕣𝕚𝕔𝕖

"— Esto me recuerda a ese cuento de las cerillas mágicas... —"

"— Si hubiera comprado podría encender una, solo una para comer y ganar fuerzas—"

Balbuceaba intentando volver a levantarse, gruñendo por el dolor.

Parecía que nadie la escuchaba, que hablaba sola en su delirio, pero si había alguien escuchándola: Un pequeño animal blanco de curiosa forma que le daría su oportunidad de ser salvada de aquel destino. Bueno, casi lo espanta por intentar darle un mórdisco pensando que era la comida que le enviaron los dioses, pero son pequeños detalles que no impidieron que formulara su deseo, al menos porque el animal logró esquivarla. Cuando este terminó de hablarle, Ron se incorporó, y justo como había gritado al aire, deseó tener dinero para comprarse una comida caliente. Y como había querido, de la nada en su bolsillo aparecieron monedas y billetes con las que se arrastró hasta la cafetería más cercana para pedir.

Una vez en sus cinco sentidos procesó mejor que ahora le tocaba ser una mahou, cosa que aceptó con bastante calma solo para preguntarse si pagarían en algo así.

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