Vesper Black

Vesper es el cuarto hijo entre el matrimonio de Corvus Black y Saiph Yaxley, una Veela, cuando estos intentaban desesperadamente concebir un heredero teniendo ya dos intentos "fallidos".

El nacimiento de Vesper fue un acontecimiento que alegró a toda la familia; a su padre porque eso significaba que su abuelo soltaría su cuello, y su madre porque genuinamente le emocionaba tener otro hijo.

La vida en la casa de los Black era turbulenta, por decirlo de una manera suave. La relación que su padre tenía con sus familiares era tensa, siempre sobre él diciéndole cómo debería criar a sus hijos, y la presión que este y su familia imponía para que estos aprendan las artes oscuras.

Vesper fue enseñado desde una temprana edad a ser no solo perfecto en lo que hacía, sino ser el mejor ¿Qué sentido tiene interesarse en algo cuando vas a ser el segundo? Sus hermanas también sufrían de la sofocante presión de su padre, pero eran perdonadas debido a que en ellas no recaía el peso de ser las herederas. Por lo tanto, la relación entre él y su padre era estricta y para nada familiar.

Aun así, Vesper encontró una manera de disfrutar las tareas que su padre le imponía cuando este o algún otro pariente no le estaba gritando mientras lo realizaba. Esto hacía que lo académico le resultara fácil. A una temprana edad ya era diestro en una gran cantidad de habilidades e incluso magia.

Si bien su madre no era tan mala como su padre, se notaba que ella tenía un favoritismo marcado hacia sus hijas. Ella estaba emocionada cuando su hijo nació, pero cuando la novedad pasó volvió a concentrarse en sus primogénitas. Vesper no era ignorado, pero le hubiera gustado recibir más atención positiva hacia él. De todas formas, él quería a su madre. Lo que él no lograba entender es el hecho de que Vesper fue un niño difícil de lidiar, y la mejor forma de tratar con él era simplemente ignorarlo. Habían veces que su divergencia en el comportamiento hacia a su madre sentirse mal por no poder educarlo de la misma forma que sus hijas, haciéndola sentir como una mala madre.

Su comportamiento no pasó desapercibido por su padre, quien frecuentemente se burlaría y lo castigaría por comportarse como un "retrasado". Corvus no era generalmente violento, pero si había algo que lo sacara de sus casillas era cuando Vesper demostraba conductas del espectro autista.

Vesper creció para convertirse en un niño retraído, no porque sea inepto socialmente y tímido, sino porque genuinamente no le interesaba relacionarse con otros niños. Prefería encerrarse en su mundo leyendo libros, practicando magia, pintando y tocando instrumentos. Todas siendo cosas que fue obligado a amaestrar desde una temprana edad.

Sin embargo, Vesper no era sobresaliente. Sus hermanas lo sobrepasaban en todas y cada una de las actividades en donde debería ser el que las domine. Si él era perfecto, sus hermanas eran excelsas, prodigios sin intentarlo. Esto frustraba al muchacho, quien inocentemente creía que sólo era necesario ser bueno para poder complacer a sus padres, sin entender que la vara estaba demasiado alta para él. Sus padres se encontraban aburridos y poco interesados en los logros personales de su hijo. Vesper se sentía como si fuera un producto, siempre estando a la sombra de otros más exitosos que él. Comenzó a tenerle remordimiento a sus hermanas, cuando no era realmente culpa de ellas.

La rivalidad entre los hermanos Black era notoria, Vesper tenía un rechazo hacia ellas, mientras que sus hermanas disfrutaban en molestarlo. Las hermanas disfrutaban de usarlo de conejillo de indias, vistiéndolo con faldas, vestidos, maquillandolo o haciéndole peinados. Muy en el fondo, a Vesper no le molestaba, más bien le gustaba, lo que detestaba era pasar tiempo con sus hermanas.

Cuando Vesper cumplió cinco años, su madre cayó enferma. Nunca se supo realmente qué fue lo que tuvo, pero la debilitó tanto al punto de quedar postrada en una cama. A él no le gustaba verla en ese estado, lo ponía triste, así que nunca la visitaba en su habitación. Su padre más de una vez se enojó con él, llamándolo malagradecido por no querer ver a su madre enferma.

Un año después, Vesper entró a la habitación de su madre. Por lo general, ella tenía a una medimaga con ella y un par de elfos domésticos para que la ayudaran con sus necesidades y la alimentaran, pero ella se quedó sola por un momento, en el cuál Vesper aprovechó para visitarla.

Ella estaba completamente en los huesos, su piel más pálida que de costumbre y su cabello parecía paja, con algunos huecos en donde no crecía pelo, su mirada era cristalina y perdida, parecía ciega. A Vesper le dio miedo. Su madre murmuró algo, su voz salía en un susurro y no tenía sentido. Él tomó un tazón con comida que había en la mesita de luz, levantó la cuchara y comenzó a alimentar a su madre.

Todo iba bien hasta que ella comenzó a toser. Vesper la miró, congelado, sin saber que hacer. Ella pasó de estar tosiendo a tomar aire con fuerza, no podía respirar. Vesper no entendía. Con miedo, dejó caer el tazón al suelo mientras se alejaba lentamente de ella.

Su madre se estaba ahogando y Vesper no sabía cómo ayudarla.

Se veía terrorífica, jadeando con fuerza por aire, agarrando las sábanas y tocandose la garganta. Parecía que se le iban a salir los ojos.

Vesper simplemente vio cómo su madre murió atragantada y salió de la habitación.

Se encerró en su propia habitación, escondiéndose debajo de la cama y tirándose del cabello. Unos minutos más tarde, escuchó el grito de la medimaga.

Su padre nunca se recuperó por completo de la muerte de su madre. Comenzó a tomar todos los días y rápidamente se volvió a casar con una prima. Vesper no entendía. Ella no era mala con él, pero él quería a su mamá. No a esa señora que era una intrusa en su hogar.

Vesper no podía con la culpa, él mató a su madre. No quería que nadie lo sepa, obviamente, pero sabía que necesitaba un castigo. Dejó de comer, su padre lo entendió por la primera semana, pero ya cuando pasaron unos días lo obligó a comer de vuelta. Él no merecía la comida. Cada vez que se alimentaba, iba al baño enseguida para vomitar todo lo que había ingerido. Era lo único que lo hacía sentir bien. Comenzó a lastimarse también, ya que su padre no lo haría.

Por lo menos su madre ya no lo ignoraría por sus hermanas.

Pasaron los años y Vesper se convirtió en un niño aún más retraído, no levantaba la voz ni protestaba. No parecía un niño para nada, sino como un pequeño adulto, era triste de ver.

Ya era el momento de que entrara a Hogwarts. Estaba aterrado, no dejaba la casa casi nunca y esta vez estaría fuera por meses. Se encerró en su habitación e hizo un berrinche en do de gritó y lloró. Luego ordenó todo, salió y se dirigió al la estación con su padre y sus hermanas como si nada hubiera pasado.

Al entrar al tres automáticamente se tapó los oídos. Todo el ruido lo mareaba. Sus hermanas ofrecieron que se sentara con ellas y sus amigos, pero el simplemente caminó directamente hasta el fondo del vagón con los oídos tapados.

Fue sorteado en Slytherin, al igual que toda su familia. En el fondo estaba algo aliviado porque tendría a sus hermanas cerca.

Hogwarts cambió a Vesper. Dejó de ser un niño tan retraído y silencioso, a ser alguien más malicioso y juguetón. Por su puesto, a veces también era callado, pero ahora si parecía una persona con emociones.