Yun es una chica sonriente, amable y comprensiva. Desde niña se le a instruido a no odiar ni guardar rencor, dado que dichas emociones solo tendrían repercusiones negativas en su propio estado anímico, interrumpiendo su paz mental. Por el contrario, creció para volverse una persona siempre lista para ayudar; a cualquiera que necesite una mano, ella se las tenderá independientemente de la situación, sin un atisbo de duda. Dado que no cuestiona en prestar auxilio, permanece algo ignorante o inconsciente a la existencia de malas intenciones; jamás cruza por su mente la posibilidad de que quieran aprovecharse de ella ni nada similar. No solo siendo inocente, sino que algo torpe, le es más sencillo confiar en las personas de lo que realmente debería. También cree en que todos pueden cambiar, que hay que poner la otra mejilla, etc... el problema recae en cuando ya da más de 10 oportunidades y sigue esperando. Su optimismo está parado en la fina línea de la bondad y la estupidez.

A su vez, resulta en una persona bastante sensible, produciéndose en ella una facilidad para interpretar el estado emocional de terceros; sin resultar capaz de comprenderlo sin comunicación alguna, claro está. Esto igual la ha llevado a tener un cierto nivel de empatía (o eso le gusta creer), llegando al punto de sufrir más por desgracias ajenas que propias. Puede ser catalogada como una persona paciente, dado que causar una explosión en la rubia resulta un tanto complejo, mas no imposible; aunque sus enojos resultan más como heridas emocionales que físicas. No le agrada la violencia, por ende jamás la empleará, y tampoco le gusta la crueldad u hostilidad, así que mucha de su ira solo termina reprimida puesto que aborrece exteriorizarla. De alguna forma, igual podría decirse que puede ser algo dejada, en el sentido de que prefiere aceptar y comprender (ya sea forzozamente) a entrar en instancia de duelo o conflicto; esto la lleva a no ser de las personas que no luchan por lo que quieren... Pero no cree que la agresión sea la forma de conseguir nada más que malestar. Claro, no va a decirle a nadie cómo vivir su vida, ni qué gustarle o que no, ya que ‘para gustos, colores’.