Nacida y criada en Yamaga junto a su hermano mellizo Taiyou por sus padres y abuela materna, Aiko no conoce otra vida más que la cotidianeidad del terreno semirrural y acogedor de su ciudad natal. Adornada de eventos mundanos y seguros, casi en contraste con su habilidad para ver youkai y todo lo que aquello contraía. Desde temprana edad pudo ver cosas que pronto aprendió nadie más en su círculo podía. Lo que a las edades más tiernas e inocentes era visto como imaginación activa o incluso amigos imaginarios, pasados los seis años sus actitudes ante “cosas imaginarias” comenzaron a preocupar a su familia, que estaban lejos de comprender o tomar en serio las aclamaciones de su hija de que realmente había algo allí. Pese al cariño que recibía por parte de su familia, la incomprensión de sus habilidades era genuina preocupación y Aiko terminó por aceptar que solo ella podía ver a los youkai y prefirió no volver a hablar del tema, cansada de las miradas preocupadas de sus padres, las risas de sus compañeros, y las visitas al psicólogo. Luego de que a los ocho años un youkai intentara devorarla por su, aparentemente, delicioso sabor debido a su habilidad de verlos, Aiko hizo un esfuerzo por no involucrarse con aquellas criaturas, ignorando cualquiera que viera, haciendo su mejor esfuerzo por aparentar que sus ojos no le mostraban más allá del mundo humano. Pese a todo, de vez en cuando se encuentra en predicamentos algo peligrosos, muchos youkai son astutos y la joven se ve obligada a huír mientras intenta no parecer una desquiciada corriendo de algo invisible. Hace su mejor esfuerzo por no llamar la atención de los youkai, sin embargo de vez en cuando no puede evitar involucrarse con aquellos que son (o aparentan) ser inofensivos, sobre todo cuando los nota en problemas.