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Originarios de la región de Etheria, tanto Anhry como su hermano fueron llevados bajo el ala del que en ese entonces era su tutor, Ayden, quien los llevó con él a Zhelaya, una nación distinta con sus propias maravillas.
Su infancia fue algo que podría llamar normal y aburrida, Anhry vivió junto a su hermano y su tutor en un barrio medio, estaba rodeado de gente común y algunos ancianos provenientes de su misma región que decían ser eruditos hablando por horas de cosas que su pequeña cabeza no hizo ni el intento por captar, pero su espíritu curioso y enérgico anhelaba algo más. Le entusiasmaba la idea de la existencia de la magia pero, ¿A qué clase de niño le gusta estar rodeado de libros? Su hermano. El dedicar gran parte de su vida a los estudios no era realmente lo suyo y quizás se dejó impresionar muy fácilmente aquella vez que conoció a un enigmático hombre quien influyó en su inclinación por las armas de fuego.
Fue un dia en el que pasaba por una zona comercial, Anhry vio un extraño hombre que contaba historias a grupos de niños, su curiosidad volvió a hacer de las suyas que ni la actitud brusca y desinteresada del hombre pudo hacer que se fuera, se encontró fascinada por aquella magia extraña que usaban los seres de aquellas historias para luego descubrir que lejos de ser magia aquellas eran armas de fuego, algo completamente distinto a lo que conocía.
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Con su hermano siguiendo el camino de la magia y cumpliendo las expectativas que muchos esperaban de él, ella tendría el camino libre para hacer lo que quería, al menos eso fue lo que pensó cuando, su tutor terminó por plantarle la elección sobre su educación, Ayden resultó ser un erudito y su campo era el arte de las runas, fue a regañadientes cuando mostró algo de disposición por aprender de él, negándose a llamarlo maestro, terminó por aprender algunas cosas sobre sus raíces y el uso rúnico, dando prioridad a su salidas y interés sobre las conocidas ya armas de fuego por el hombre del mercado, un viajero errante quien accedió instruir a cambio de dinero o algún bien material.
Pasaron algunos años, seguía visitando al hombre de peculiar sentido del humor de vez en cuando, su manejo de las armas de fuego fue satisfactorio , por otro lado su camino en el campo mágico o obtener conocimiento no fue el caso, con un suspiro de su tutor sabría que las próximas horas serían una mezcla de lecciones sobre cosas que no entendería y regaños por meterse en peleas pequeñas, no era que no pudiera ganar una discusión simplemente veía el resolver las diferencias de manera física antes que un complicado diálogo como un camino corto.
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A sus 17 años decidió tomar los encargos de exploración y unirse a cazadores de reliquias que tantas veces escuchó de aquel tipo como un trabajo.
Un día de esos recibió por parte de Ayden un sobre destinado a su hermano. Por pura curiosidad y capricho, decidió tomarlo sin entregarlo a su destinatario y guardarlo en sus pertenencias antes de su próxima expedición.
Salió junto a un grupo, vagando por zonas y adentrándose en cavernas con la esperanza de encontrar algo valioso, fue su propia terquedad lo que le hizo tomar más de lo que podía, en su intento de tomar una piedra que parecía brillar a un extremo de la caverna , sin una ruta de escape quedó atrapada en un derrumbe que la separó de los otros dañando su equipaje, recogió lo que pudo entre ello el casi olvidado sobre, abierto y destrozado, un mensaje ilegible y con él un campo de símbolos fue abierto, su conciencia se fue desvaneciendo luego de ello, sin rastro del derrumbe como si hubiese sido llevada a otro lugar.
El contenido de la carta mencionaba algunas cosas entre ellas la palabra academia “¿Era alguna clase de broma?” No era su sueño convertirse en una estudiante de una academia mágica, es decir para eso ya tenía a su hermano, sin embargo su curiosidad puede más que ella y la oportunidad ya estaba aquí, era un punto de partida ¿no?
