Se deja ver como una persona bondadosa y conciliadora. Comprende perfectamente diferentes puntos de vista e intenta encontrar un término medio con el fin de evitar discordia. De aspecto sumiso, muy pocas veces da a conocer su perspectiva a los demás, prefiere anularse que confrontar una situación que la termine sobrepasando.

De principios muy honrados, siempre busca participar en lo que resulte un bien humanitario. Muestra preocupación e interés por la comunidad, emprendiendo así múltiples proyectos y aportando donaciones en agrupaciones colaborativas. Este tipo de responsabilidad moral también lo lleva a un ámbito más personal, ocupándose de que sus allegados se sientan íntegros y queridos. Sin embargo cae en falta cuando el cuidado y el afecto que brinda es aprovechado por los demás, su poca resistencia ante exigencias ajenas la terminan llevando a un estado de narcotización: adormece por completo su persona y funciona por inercia.

A pesar de ser alguien sumamente capaz de liderar gracias a su carisma y motivación, subestima su fuerza como también cualquier aspecto positivo que tenga. Se conforma con haber logrado una sonrisa en la otra persona y no pretende más que esa felicidad momentánea.

Tiende a ser muy obstinada cuando se trata de afrontar cambios, pues teme que estos traigan consigo malos tragos que perturben su armonía. Huye de toda circunstancia en donde tenga que reflexionar sobre ella misma, dado a que se avergüenza de haber cometido un error. Sería imperdonable.

Fruto de un matrimonio perdido entre un empresario farmacéutico y una modelo, Peggy jamás llegó a ser querida por sus padres. Por más que se esforzara en buscar una pequeña muestra de cariño por parte de estos, no resultó más que experiencia devastadora. Una vez que el divorcio finalizó, la custodia la ganó su padre, Frederick Lavoié. Iniciando así uno de los periodos más duros de su infancia. Las exigencias del progenitor a la niña tenían expectativas tan elevadas que jamás pudo llegar a complacerlo, sino lo contrario, agudizaba el rechazo.

Andrew Lavoié, fue quien advirtió que este tipo de relación no sería sana para Peggy, y terminó por alejarla de su padre en un intento de protegerla. A pesar de las profundas heridas que se generaron a causa del vínculo, la joven aprendió a llevar una vida honrada y tranquila junto a su abuelo. De pequeña lo ayudó con trabajos del local, una pequeña clínica veterinaria, siendo así su principal influencia a la hora de elegir su carrera profesional.

Durante su adolescencia, destacó no solo por sus excelentes notas en la escuela superior, sino también por su virtuosismo en el violonchelo, tanto profesores como interesados esperaban grandes cosas de ella. No obstante, decidió por estudiar medicina veterinaria con el fin de apoyar a su abuelo en convertir la clínica en un hospital para animales. Fue becada tras haber sacado puntajes muy altos en los exámenes y consiguió el sostén de varios doctores especializados. Sin embargo, el 2013 sería su declive. A partir del fallecimiento de Andrew Lavoié, el rendimiento de la joven fue cuesta abajo, siendo así abandonada por quienes respaldaban su proyecto.

Pese a estos infortunios, terminó la carrera con 22 años, retomando la clínica que su abuelo le dejó. Hasta ese momento, solamente funcionaba como una tienda de mascotas, pues no había quién prestara servicios cómo doctor. Actualmente sigue trabajando allí y poco a poco va creciendo. Se confirmó que tiene tres empleados a la fecha (16/08/2018) que conllevan una buena atención al público, mostrando interés como preocupación al cliente y brindando un gran servicio a los pacientes.