XIX. Galaxy


Authors
ultraval
Published
2 years, 7 months ago
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"Esta es la Osa Mayor, y la que ves aquí, la Osa Menor"

"¡Es un osito!"

La risa de su mamá inundó la habitación de una forma que no era habitual. Aunque no se podía decir que era desapegada, tampoco se podía presumir que la auriga fuera precisamente demostrativa, aún ahora. Especialmente ahora. Escucharla reír siempre era refrescante, y para Dante, fácilmente su sonido favorito.

Aunque, en ese mismo momento, no entendía qué era lo que le había causado gracia, y la miraba con los ojos muy abiertos, esperando una explicación.

"Si, es un osito. Esta es su mamá, están juntos porque ella siempre lo va a cuidar."

Estaba tergiversando un poco la historia, pero no veía ningún daño que pudiera causar. El pequeño parecía fascinado por la historia, casi volcado sobre el libro de astronomía que había robado de la biblioteca familiar para que se lo leyera antes de dormir. Habían sido los colores vibrantes de su portada los que habían llamado la atención del niño, que apenas empezaba a leer.

"Cómo tú y yo, siempre vas a cuidarme, ¿no es así?"

Oh. De todas las cosas que podría haber dicho.

"Por supuesto que sí."

De haber sabido lo que en realidad le deparaban los viejos trucos del destino, se hubiera molestado en fabricar una mentira menos dolorosa. Pero en ese instante, su respuesta fue natural, y fue algo que ella esperaba en verdad poder cumplir.

¿June habría preguntado lo mismo?

El libro en sus manos parecía ahora muy pesado, contar la misma historia por separado hacía doler su corazón. Quizás Dante debería estar con ella también, estaría más seguro, y estarían juntos, como hermanos. Pero era demasiado egoísta como para mandarlo lejos de ella, y no lo suficiente como para arrancar a la pequeña kitsune de su seguridad.

Antes de que la nostalgia la invadiera hasta el punto sin retorno, la vocecita infantil de Dante la trajo de vuelta a la realidad. Había pasado varias páginas con constelaciones que no habían atrapado su atención, hasta llegar casi al final.

"¿Y esta? ¿Esta cuál es? Apuesto a que también tiene una gran historia. Mamá, ¿yo también puedo tener una estrella con mi nombre?" Ella volvió a reír, aunque no con tanta libertad.

"Esas son muchas preguntas, Dante" Cerró el libro, y entendiendo que eso significaba que la hora de dormir había llegado, el niño hizo un puchero "Mañana podemos continuar, y entonces te contaré cómo obtener una estrella para ti solito." Prometió. Eso pareció bastar para contentarlo, y se dejó arropar. El beso de buenas noches duró un poquito más de lo normal. De pronto le parecía que al firmamento le vendrían bien un par de luceros más.