Promesa

Para cuando su joven amo pareció volver a sus sentidos, Cao Pen había estado tan nervioso que creyó que se desmayaría de la ansiedad. Observó cómo su mirada se enfoca en sus alrededores y luego, levantando sus pestañas finalmente le miraba y sonreía.

"¿Oh? ¿PenPen consiguió agua caliente para el baño? Es realmente agradable" dijo, con una voz gentil.

Siempre era lo mismo últimamente.

Siempre que algo le pasaba a su joven amo, al volver, su mente parecía estar en otro lado.

Haciendo las cosas en automático, asintiendo o negando como si flotara, como si no estuviera ahí. Cada vez que pasaba su corazón dolía, pues sabía que no había mucho que pudiera hacer al respecto, solo curar sus heridas en silencio hasta que, lentamente, su joven amo volviera a reaccionar con normalidad, soltando pequeños comentarios sin importancia como ese, comentarios que realmente no quería oír.

"Pensé… pensé que al joven amo le gustaría, han sido días duros… yo… yo…" realmente no quería seguir hablando, su voz se sentía temblorosa y débil, demasiado lamentable.

Su joven amo solo amplió su sonrisa y acarició su cabeza con delicadeza "Gracias por tu esfuerzo, eh, no te sientas mal, estoy bien"

Cao Pen bajo la mirada, sin ser capaz de soportarlo, simplemente siguió bañándole y curando sus heridas en silencio.

¿Bien? ¡¿Cómo podría estar nada bien?!

A veces, la sonrisa de su joven amo le hacía sentir que esa clase de palabras vacías podrían ser ciertas, que realmente todo estaba bien, pero en momentos como estos, donde podía ver el pobre estado de quien era la única persona a la que realmente apreciaba en el mundo, cuando tenía que curarlo luego de que intentarán molerlo en pedazos, ¡¿Como iba a dejarse engañar con esa clase de tácticas?!

Ese año su joven amo cumpliría 16, lo que significaba que efectivamente, habían soportado 7 años de abusos y humillaciones, de golpes y carencias, de arrastrarse por seguir viviendo. Casi una década en la que su joven amo tuvo que soportar y soportar en silencio, casi una década en la que él mismo había tenido que soportar en silencio y crecer rápido, volverse hábil rápido, volverse útil.

Aquella tarde, quizás percibiendo su pobre ánimo, su joven amo fue más afectuoso que de costumbre. Le hizo recostar su cabeza en sus muslos como lo hacía cuando recién se habían mudado a aquella desolada casa y mientras acariciaba su pelo, le canto su canción favorita, su mascota un débil eco de su melodía en el fondo.

Entonces, cuando estuvo más relajado, su joven amo rompió el silencio con unas palabras que jamás olvidaría.

"Si tienes la oportunidad de huir de aquí, deberías hacerlo"

Cao Pen levantó la cabeza y le miró atónito, a pesar de que abrió la boca para hablar fue interrumpido por su joven amo, quien con esa misma voz amable dijo "Especialmente si muero, si muero… ¿Quién sabe qué sería de ti? Para la gente de esta casa no eres nadie y yo… soy solo un juguete, pero PenPen, tu eres inteligente, hábil y trabajador, te desperdicias aquí conmigo, si te vas no mires atrás"

Su voz era imperturbable mientras hablaba de su propia muerte.

En su estado atónito, lo único que pudo hacer por un rato fue titubear, palabras vagas salieron de su boca sin hacer una oración y finalmente, se cayó por completo.

Si era sincero, había pensado en ello con recurrencia. Sin embargo, las veces en las que había pensado en ello, jamás había considerado la idea de dejar atrás a su joven amo, ni una sola vez.

Porque si él se iba ¿Cuál sería la suerte de su joven amo en aquella casa? Sin nadie que lo cuidara, sin nadie que suplicara por comida en su nombre, sin nadie que curara sus heridas…

"No lo haría" dijo, ya pasado un tiempo, con una mirada bastante decidida para alguien de su edad "No le dejaría en las garras de su familia, yo no… no lo haría… lo prometo"

Su joven amo sonrió nuevamente, pero esa sonrisa tembló y sus ojos brillantes como estrellas estaban llenándose de lágrimas, parecía que quería decir algo pero tal y como Cao Pen antes, no lograba decir nada. No hizo ruidos como el, ni siquiera separó los labios, jamás dejó de sonreír, simplemente miro hacia el cielo oscuro y lloro en silencio.

El, realmente, a pesar de lo que dijera no quería ser abandonado.

Solo pensaba que no tenía suficiente valor como para ser salvado.

Solo pensaba que no valía la pena en ningún sentido, concluyó Cao Pen.

Usualmente las promesas no eran algo que de lo que él gustara, más bien, las consideraba solo palabras que podían ser vacías o no dependiendo de la persona y la situación, pero si una promesa aligeraba un poco el peso en el corazón de su joven amo, ¿Qué importaba si eran solo palabras?

De todas formas, no pensaba que tendrían una oportunidad real de irse en mucho, mucho tiempo.