Ya pasamos lo más difícil.

Amery nació en una familia bastante adinerada, personas de la alta sociedad, la familia Carlton deslumbraba en cualquier lugar en el que se encontrasen. El pequeño de la familia no era la excepción. Aunque claro, esto cambiaría cuando en un partido deportivo los poderes del pequeño Amery se manifestaron por primera vez. Cuando creyó que lograría hacer la jugada que lograría hacer ganar el equipo, la mitad de su rostro se deformó en una sustancia negra.

Ahora viene lo más culero.

Los poderes que predominaban en su familia eran como ellos mismos, deslumbrantes, brillantes. Cosas relacionadas con la luz, gemas y demás. ¿Cómo evitar que el muchacho no se sintiese terrible por tener tal mierda de poder? Para colmo, había comenzado a oler tan mal como un yacimiento de petróleo.

Y luego lo más cabrón.

Sus amigos poco a poco empezaron a evitarlo, así él mismo comenzó alejar a cualquiera. Sus padres intentaban mostrarse comprensivos, hacerle ver que él nunca sería menos por el poder con el que había sido bendecido. Aunque buenos, normalmente esas pláticas de superación personal terminaban en peleas cuando alguno de sus hermanos se reía o hacía un pequeño chiste sobre el muchacho.

La decisión de inscribirlo a Venenifer llegó como una esperanza, ¿podría el muchacho aprender a controlar su poder y así lograr aceptarse así mismo? Ponían toda su fé en ello, y al menor no le quedó más opción que aceptar.