Mercury

• Siempre lleva los labios pintados negros o un color oscuro mate.
• Muy clara de piel, siempre se ve rosada o roja por su piel delicada.
• Sus ojos pueden verse de irises rojos-escletórida negra o irises castaños-escletórida blanca.
• Si sus ojos tienen la escletórida negra, están propensos a llorar una sustancia negra y espesa, casi como si se derritiera el ojo.
• Labios gruesos y pestañas largas. Maquillaje en los ojos también, y uñas pintadas a juego.
• Su cabello al frente cae en dos mechones y se enrosca en las puntas, mientras que lo demás se divide en dos y cae hasta su cadera.

Joven altanera y despiadada. Tiende a mirar a los demás en menos y no cuida su lengua al referirse a ellos, cayendo en lo víbora al hablar, quizá en lo poco empatica, y, siendo aún así de indiferente y descuidada con otros, es carismática a su modo, con una sonrisa fácil de sacar y siempre buscando algo con lo que entretenerse o entretener a los demás. Después de todo, adora ser el centro de atención, y algo que ama es que la adulen.

No obstante, sabe ubicarse, siendo que es bien hablada y educada tanto para expresarse como para actuar. Refinada, cuidará su aspecto siempre, siendo que detesta ensuciar sus ropas o sus manos, a las que nunca faltará una impecable manicura. Es algo muy... superficial, en ese sentido, aunque bajo sus capas de frivolidad, bien y parece traer siempre algo entre manos. Es vengativa.

Por el lado bueno y con un poco de suerte, es posible tocarle la vena curiosa y habladora, siendo que le gusta tener conversaciones profundas sobre el día de mañana y temas más existencialistas.

Todo empieza hace más de un siglo, antes del 1920. Una niña pobre, ambiciosa, deja a su familia muerta de hambre y la cambia por hombres. Con su inocencia y belleza, lentamente escala dentro de una mafia donde era un trofeo para los hombres con los que estaba. Era una cantante sin igual. Crece bella, coqueta y siniestra, y quien la tuviese, tendría no sólo un trofeo, sino un as bajo la manga, dispuesta a hacer siempre lo necesario... Eso hasta que la ya joven se mete muy a fondo en un turbulento fango donde las guerras por el poder ya no dan espacio a sus talentos y bellezas, y acaba por morir por fuego abierto que la deja tal y como merecía morir: fea, sin gracia, abierta y sin sorpresas ni tesoros. Burda y terrenal.

Y aunque muere así. Su desprecio y la venganza que guarda contra los hombres es tan grande que crea una criatura que guarda parte de lo que fue, una joven que nisiquiera logró cumplir 30, 25 a lo sumo. Vivió en belleza, formidable, y murió en fealdad, olvidable. Su nuevo rostro no tiene facciones definidas, son negras y el atisbo de algo que ya fue, y aunque se oculta en las sombras, ella quiere volver estar en la luz, aun si sabe que de hacerlo, sería como vestigio.

Pasan las décadas y un joven encuentra la criatura negra que ya no tiene nombre, y le presta poder. Él es hermano de una bruja, pero, y aunque piensa en usarle como antes hizo en vida con otros hombres, se ven como espejos en un momento y terminan haciéndose amigos en base a sus similitudes. Son iguales... pero distintos. Es él el que le trae un regalo: un aspecto nuevo, un cuerpo solo para ella, uno de un ángel que él mismo hizo caer en juventud y que brilla de belleza; es la primera vida del ángel en la tierra, ha luchado como fuera para no sucumbir a la tentación, pero ya es tarde. Ella lo acepta, y el espíritu que no era más que los restos de una muerta consigue un cuerpo divino, palpable, con el que puede moverse y ser libre, sin depender demasiado. Ese es el rostro que lleva en la actualidad, y solo viéndose una vez, sabe que es mucho mejor que el de antaño (aunque ya lo ha olvidado).

Cuando una emoción fuerte es dejada en la tierra y agarrada poder, se vuelve un demonio, igual que un ángel cuando cae y pasa el tiempo. Mercury es en toda regla un demonio, siendo así. Pero lo malo de vivir con brujos y otras criaturas no humanas en un contexto humano, es que terminó por afianzarse con ellos y cubrir huecos, pues no estaba completa, y es con ellos que empieza a tomar firmeza y rellenar lo que estaba vacío. Hace amistades, conoce gente, aprende a reírse, a tal punto, que puede decir tiene dos hermanas y juntas, adoptan un apellido. El joven ya las liberó para ese momento, y Mercury adopta el nombre de Mary Ann Raad para aspectos legales.

Su hogar se convierte en una colonia de criaturas humanas y mágicas lejos de la Tierra misma. Una ciudad levantada sobre ríos y canales, una ciudad mágica y tecnológica, maravillosa. Pero ella en la conformidad y sin desafíos se aburre, y sus orígenes le hacen pasar la cuenta, y siente la necesidad de causar estragos. De ser mala. La nostalgia a viejas épocas levantan hobbies y preferencias, pero es mucho. No lo soporta. Toma entonces sus cosas, se despide de sus hermanas, y vuelve a la tierra.

En la actualidad, se encuentra conviviendo entre humanos y descubriendo un sentimiento desconocido para ella: algunos dicen amor, Mercury dice competitividad y guerra.