historia

pasado

Es el hijo mayor de la familia Kinoshita, quienes han dedicado gran parte de su vida a estudiar el abismo con el objetivo de mejorar la calidad de vida de los habitantes de Orth mediante mejoras tecnológicas, o al menos ese es su objetivo y su lema. En la realidad, son una familia adinerada que vio el abismo como un gran negocio y oportunidad para expandir sus influencias y hacer crecer el tesoro familiar. Tanto sus padres como sus tíos fueron Delvers, sin embargo por años casi ninguno fue más allá de la segunda capa, eligiendo contratar o contactar a Delvers más experimentados, ya sea por su información o para comprar las reliquias que obtuvieron, aún si eran poco más que unas chucherías, todo servía ante sus ojos.

Él mismo tuvo su primer descenso a los 15 años, pero terminó por dedicarse principalmente a manejar el patrimonio familiar durante los años posteriores, con alguna que otra expedición ocasional. A pesar de todo, el abismo nunca llegó a ser un tema ajeno. Leer sobre este era parte del diario, ¿saber qué era verdad y qué no? Eso era otro tema, para él era poco más que lectura de ocio para distraerse de las finanzas y negocios que cada año caían sobre sus hombros con más fuerza como una pesada responsabilidad mientras sus padres gastaban grandes cantidades de dinero en sus proyectos. Al ser su familia no nativa de Orth y tener familiares de influencia al otro lado del mar, los viajes largos en altamar no fueron ajenos para él. A pesar de todo, siempre procuró dar una parte de su tiempo a sus hermanos menores. Siendo el mayor de cuatro de ellos y llevando nueve años de diferencia con el siguiente y catorce con la menor, la responsabilidad que sentía por darles un buen ejemplo y brindarles la guía que sus padres parecían estar demasiado “ocupados” para dar fue algo que sintió como su obligación, aún si nadie se lo había pedido. Eran sin duda alguna, las personas más importantes para él.

Las cosas transcurrieron así por largo tiempo, hasta que la presión de las expectativas propias y ajenas comenzaron a carcomer las cabezas de ambos padres. Sin la experiencia de primera mano respecto a las capas más profundas, no habían muchos estudios ni inventos “revolucionarios” que se pudieran hacer que otros no hubieran hecho antes ya. Entre la codicia y el orgullo, tiempo después de tener a su última hija, ambos padres decidieron finalmente retomar el descenso al abismo a las capas inferiores una vez más, siendo más arriesgados esta vez, obsesionados con la idea de tener un conocimiento que nadie más podría tener. Quizá la fortuna no estuvo de su lado o fue fortaleza lo que les faltó, pero el viaje bien no acabó. Su madre falleció en el abismo y su padre aunque inicialmente escapó de la muerte, las heridas graves recibidas sumadas a la presión de ascenso lo dejó permanentemente incapacitado físicamente por el resto de sus días, limitándose a no salir más de su hogar.

Erróneamente creyó que tras esto sus familiares desistirían de sus tontos anhelos. Era lo prudente, lo lógico y lo correcto, no solo habían sufrido un hecho un daño irreparable, sino sus reputaciones y su dinero seguían y seguían disminuyendo con cada decisión tonta que tomaban a causa de sus obsesiones, y él por más que intentara evitar que las cosas se fueran de las manos, simplemente no podía ocuparse de todo a la vez. En cambio, su padre seguía hablando y contando historias sobre el abismo, sobre lo “maravilloso” que era, sobre cómo habían bajado hasta la cuarta capa y mil cosas más que a sus oídos carecían de sentido alguno. ¿Ellos? ¿Bajar hasta la cuarta capa? Le costaba creer, más cuando sus anécdotas sonaban cada vez más incoherentes, diciendo cosas como que habían bajado hasta la quinta capa sin que nadie los viera y cosas así. En algún punto fue imposible discernir qué parte de aquello que contaba eran vivencias reales y cuáles eran solo relatos que había oído de otros delvers o leído de cuentos. Al parecer el hombre finalmente había enloquecido.

Aún así, él tardó en perder su estatus familiar, lo que no sucedió hasta su fallecimiento. Sus tíos quienes compartían su misma obsesión vieron al hombre como una especie de héroe, como un mártir, negándose a aceptar que él ya había perdido su cordura hace bastante tiempo antes de su muerte, viéndolo a él y a su también difunta esposa como personas dignas de admirar, haciendo presión en cada encuentro para que él tomara el mismo camino que sus padres. Todos estos años había creído que ellos estaban solo obsesionados con el dinero y el poder, pero ahora dudaba que se redujera a eso. ¿Qué tenía el abismo que los hacía enloquecer a este punto? No era capaz de comprender. Optó por ignorarlos, y cuando ya no pudo hacerlo más, llenaba su boca con mentiras, haciendo promesas que nunca cumpliría. Siendo viejos e imprudentes, pensó que no vivirían muchos años más. Esperaba ansiosamente ese momento para poder al fin ocuparse de sus negocios en paz. Probablemente fue aquel su error más grande.

¿Cómo no pudo haber notado lo que pasaba bajo sus ojos? Cuando menos lo esperó, dos de sus hermanos se habían ido.

Había estado fuera de Orth cuando sucedió, tardando en recibir las noticias. Aparentemente durante su ausencia su hermano menor había creído que era una buena idea convertirse en Delver de profesión y adentrarse al abismo en su “reemplazo”, creyendo que, debido a las mentiras que había dicho antes sus tíos él tendría que retomar la ruta de descenso de sus padres en contra de su voluntad, por lo que estaba más que dispuesto a ocupar ese lugar por él y así no tendría por qué preocuparse. En la carta que había dejado tenía además la osadía de presumir que probablemente esto se le iba a dar mejor a él. Sería gracioso si no fuera porque fue reportado como no habido no mucho después. Para su pesar, el horror no terminó allí. De sus hermanas, la mayor quien en ese entonces tenía apenas catorce años recién cumplidos aparentemente había sido convencida por sus tíos de acompañarlos en una expedición porque “no habido no es igual a muerto y si los otros Delvers no lo habían encontrado, probablemente ellos sí lo harían”. Pero qué estupidez más grande era esa-

A ese punto, realmente no había mucho que pudiera hacer ya. Del imprudente grupo de expedición poco fue lo que quedó, y milagrosamente su hermana sobrevivió, aunque las heridas tardarían mucho en sanar, lo importante es que estaba con vida. Con la muerte de sus tíos y sus tontas expediciones, la mayor parte del patrimonio familiar restante se fue y muchos tratos quedaron en el aire. ¿Qué poder tenía una familia llena de tontos que buscaron la muerte? Sus primos pelearon por la herencia que podría quedar, y más allá de eso era poco lo que había. Eran unos tontos e idiotas a ojos de todos aquellos quienes los conocían, su reputación en el ámbito cayendo por completo. No había forma de salvar los acuerdos, y realmente tampoco tenía ganas de desperdiciar su escasa energía restante en lograr tratos imposibles que lo pondrían a él en absoluta desventaja respecto a otras familias y conglomerados comerciales.

El viaje de regreso a Orth fue un completo martirio, pensando y pensando en todo lo que había hecho mal al respecto. Debió haber previsto esta situación, debió haberse llevado a sus hermanos de esta maldita ciudad apenas pudo, ¿Qué importaba retrasar un poco su educación? ¿Qué importaban los delirios de su padre? Era difícil centrarse y no dejarse comer por la culpa, por el dolor y por el odio. Pensar que aún tenía a sus hermanas, quienes aunque estaban a cargo de un buen amigo, debían estar devastadas, fue su ancla a la realidad,

Tiempo después y como parte de su labor de “poner todo en orden”, se hallaba por última vez en aquella casa en la que creció, revisando hasta el último rincón. No tenía ánimos para esto, pero se negaba a dejarlo en manos de alguien más. Pareciendo en comparación a sus recuerdos tan vacía y solitaria pero en realidad repleta de aquellos libros que lo habían acompañado casi desde que nació, entre los cuales había desde textos de estudios hasta cuentos de hadas inspirados en el abismo y otros extraños y lejanos lugares. Suspiró pesadamente. Esto tomaría su tiempo.

Sus emociones al respecto eran conflictivas y abrumadoras. Realmente no lograba comprender qué les había resultado tan fascinante sobre el abismo, había creído que adentrarse a este de forma tan profunda era cosa de sus locuras y delirios de grandeza, pero ¿y su hermano? ¿era también como ellos? Por más que sumirse en la culpa fuera dolorosamente tentador, siendo objetivo, él sabía que sus hermanos siempre habían tenido una genuina fascinación por los enigmas de aquel intrigante lugar. Se preguntaba entonces por qué, otros habían tenido éxito, suerte o como quisieran llamarle, pero entonces por qué, por qué...  Sus hermanas menores en su inocencia aún confiaban en la pequeña posibilidad de que siguiese con vida. Él no tenía tanta fe.

Probablemente fue una mezcla entre la nostalgia, el constante dolor y un impulso idiota derivado de su inquietud por no poder hacer nada para remediar la situación actual, pero tomó la decisión que quiza considere luego la más tonta de su vida: tomar su olvidado silbato y bajar nuevamente al profundo abismo.

presente

???????????????

 DATOS EXTRA

• Aunque normalmente no optaría por arriesgarse a la muerte bajando al abismo, en esta ocasión tenía varios motivos, uno de ellos buscar a la pequeña amiga de una de sus hermanas quien también fue reportada desaparecida recientemente. Personalmente tampoco guarda muchas esperanzas al respecto, pero es un pensamiento que conserva para sí mismo.
• Es muy quisquilloso con los gastos de dinero y recursos, aunque no se desespera fácilmente por esto siempre intentará hacer los ajustes necesarios. Prevenir es mejor que lamentar.
• Antes de dedicarse totalmente al abismo, sus padres eran duros contendientes en el mercado, personas sin reparos en hundir a sus rivales en la desgracia si aquello aseguraba su estabilidad en el campo. Es una “cualidad” que Osamu ha heredado.
• Recibió su silbato azul hace 5 años, como parte de una expedición de rescate cuando el grupo de sus padres fueron reportados como heridos de suma gravedad. Desde ese momento no volvió a descender hasta el tiempo presente.
• No está del todo decidido sobre qué hacer en el abismo, espera averiguarlo en el viaje, si es que no muere antes claro está. No le preocupa no volver, pero sabe que sus hermanas están en buenas manos y con alguien que las necesita más que él.
• Su cumpleaños es el 12 de septiembre.
• No tiene gustos demasiado específicos en temas de comida, puesto que por temporadas viajaba bastante y tenía que acostumbrarse a estilos culinarios muy distintos, básicamente limitándose así a la comida que le era servida. Pero de tener que elegir, se decantaba por sabores de intensidad intermedia, así como texturas no demasiado exóticas.
• A causa de su hermana Kei, está algo saturado de los dulces.
•