Alan es un Cénit, una especie rara que vive en las montañas. Los conocen por tres cosas.

Son una especie enorme, con la fuerza de tres hombres combinada. Son la especie alada documentada con una gran altura de vuelo. Y por último, no se conoce demasiado sobre ellos como especie, por la dificultad que superpone encontrarlos.

Primeros Años de Vida

Alan nació en el Valle de las Linternas, una zona montañosa que siempre está cubierta por una gruesa capa de nubes que cubren las puntas de los imponentes relieves del lugar. El lugar en conocido por poder verse coloridos rayos de luz escaparse entre las grietas de las nubes. Allí vivió sus primeros años, ambos padres resguardando el nido que se encontraba al pie de la montaña donde el nido principal tenía lugar.

Estos primeros años fueron tranquilos y relajados, nada fuera de lugar para la población Cénit del lugar, hasta que los humanos llegaron.

Juventud

Aún medio ciego, sin posibilidad de volar, y con sus padres demasiado alejados de él, la única opción de Alan era correr hacia la dirección que sea, garantizando así su captura para el estudio de su especie.

Pasó mucho tiempo encerrado y moviendose de una localización a otra. Llegando al punto dónde ya no era viable devolverlo a su lugar de origen, ya que se presumía que todos los Cénit habrían migrado cuando los humanos desconocidos habían llegado.

Alan terminó siendo vendido como sirviente a una serie de familias, la última que conoció, teniendo una joven muchacha que adoraba al muchacho, pero se negaba a cortarle las cadenas que ataban sus alas para que no se escapara de su "hogar". Eventualmente, y luego de varios escapes sin éxito, fue enviado como gallo de pelea en las arenas de los reinos aledaños, ganándose la vida a base de dejarse golpear hasta que el enemigo caiga exhausto. Nunca devolvió ni un solo golpe. Esta vida cambiaría cuando se hizo público y universal el Tratado Integrador de Bestias-Humanos

Actualidad

Alan fue relocalizado a la ciudad de Worthwiddle, dónde consiguió su libertad y una nueva dignidad. Le otorgaron un lugar donde vivir y entrenamiento especial para aprender a volar. En ese momento, su vida empezó a tener sentido otra vez, pero quería buscar una razón verdadera para levantarse cada día y abrir las alas. Esta razón resultó ser ayudar a las personas. Se dedicó por varios años a servicio comunitario, ayudando desde los proyectos más grandes, hasta los favores más pequeños, ofreciendo ocasionalmente servicios de transporte.