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—Milei no es un león, es un.. gatito mimoso— exclamó Myriam.

Javier se estremeció. Sintió cómo la sangre le subía a las mejillas, como si una electricidad hubiese corrido por su cuerpo. Las imágenes de la noche anterior le invadieron la cabeza. Se lo había hecho a propósito... Myriam le sonrió satisfecha, sabía que sus palabras le habían calado en donde ella quería.

Massa y Bullrich debatían sobre la economía. Pero para ellos dos, de golpe, el resto de los candidatos habían desaparecido. El país ya no importaba. Estaban peleando por algo más. Javier continuaba respondiendo. Tenía que mantener la calma. Sus enemigos eran Sergio y Patricia, no tenía tiempo para pensar en ella.

Antes de que pudiera darse cuenta, él había agotado sus derechos a réplica. No podía defenderse.

Los ojos de la rusa estaban fijos en él.

El plan de Myriam había salido exactamente como había pensado. Javier agotó sus réplicas y ahora podía contestarle a todo, sin que él pudiera hacer nada.

Iba a ir contra él y solo contra él. Quería dominarlo, someterlo, enseñarle lo que era la verdadera casta.

El debate avanzaba acalorado. Las chicanas iban y venían. En la cabeza de Javier, las palabras de Myriam resonaban como un disco rayado.

Era el momento de atacar. Tenía que preguntarle a ella. Y tenía que hacerlo bien.

-Dr. Bregman - sintió cómo el corazón comenzaba a saltarle en el pecho - usted apoya al comunismo, me podría decir por qué si eso mató a más de 150 millones de personas?

La rubia lo miró con sus ojos gélidos. Sabía que el "Doctora" lo había hecho a propósito.

-Yo no sé si eso te lo dictó Macri o lo sacaste del Rincón del Vago - dijo burlona. Vio con satisfacción cómo la ira invadía a Javier, poniendo su cara roja y haciendo que sus puños se cerraran.

Después del debate iban a hablar. Y la charla sería acalorada.

Luego, fue el turno de Myriam de preguntar. -Milei, la brecha salarial es innegable. Una mujer tiene que trabajar 8 días más para ganar lo mismo que un hombre.

- A eso te lo refuto con evidencia empírica.

-Lo espero con ansias. -El micrófono estaba apagado, pero él lo vio.

Al terminar el debate los candidatos se retiraron del recinto. Myriam pasó al lado de Javier, lo suficientemente cerca como para rozar discretamente su pierna con la mano. Antes de irse, se acercó disimuladamente y le susurró al oído

-¿Ahora vas a ronrronear, gatito?

Le deslizó un papel en el bolsillo del pantalón y se fue, dejando un halo de su perfume por detrás.

El estudio se vació de a poco y antes de que pudiera reaccionar, Milei se encontraba solo. Tomó la nota que le había deslizado la abogada y la leyó. Era la dirección de un hotel.

Jamás había tenido dudas de que sus ideales de libertad eran lo correcto...pero ahora estaba cuestionandose si realmente nublaban su buen juicio. Si lo que él tenía podía llamarse buen juicio, de cualquier forma

-¿Diputado Milei? - La voz resonó en toda la cámara baja. Era estridente y firme, una voz que había escuchado tantas veces en cadena nacional...y tantas veces había repudiado.

Cristina Fernandez entró a la sala.

-Estás asistiendo a todas las sesiones, Javier. Pareciera que tenés algo más que te motiva... -¿Cristina? -Creo que nunca habíamos tenido tiempo para hablar uno a uno ¿Cómo estás? -Zuurrrrda chorrrra -Javier, estamos solos. Acá no hace falta el personaje. Nadie se va a enterar de lo que charlamos. Y a nadie le voy a decir lo de Miriam.

Javier se sobresaltó. ¿Cómo podía ser que ella lo supiera? ¿Tan evidente era?

-El zorro sabe más por viejo que por zorro - le dijo Cristina con una sonrisa en los labios. - Es muy común enamorarse de tu enemigo más grande. Creeme, yo lo sé. -¿Mauricio?- preguntó Milei extrañado -Cuando estás permanentemente en conflicto con alguien, algo adentro tuyo se activa. Es como si la carne deseara más aquella carne que sabe que no debe tocar. -¿Cuándo? -Cuando hicimos el traspaso presidencial, claramente. -El corazón quiere lo que el corazón quiere- Dijo Cristina. - Yo sé que la presidencia parece la gran cosa. Pero no vale nada cuando tenés que volver a dormir a una cama vacía.

La ex mandataria sonrió y lo dejó nuevamente a solas. Javier volvió a tocar el papel en su bolsillo. Afuera, sus seguidores lo esperaban. El simple pensamiento de que se enteraran qué estaba pasando entre ellos dos le aterraba. No sabía de qué eran capaces

-El corazón quiere lo que el corazón quiere- dijo en voz baja.

Salió del estudio y tomó un taxi, internandose en la noche