Prompts

"Lobin tú primero, Lobin tú primeeero!!"
"Sí, tú primero, tú primero!!"

Lobin no sabía a dónde meterse. Era mediodía. El sol lucía, tal vez no tan fuerte en un mes otoñal como en uno de verano, pero lucía. Los pajaritos cantaban, nisiquiera eran cuervos. Los espantapájaros eran nuevos y la verdad es que tenían un aspecto bastante saludable. Las calabazas brillaban tras la lluvia de rocío de esta mañana. Nada tenebroso.

Sin embargo, detrás de él se escondían tiritando de miedo dos pacapillars: Piyo y Dumpling. Ambos parecían bastante alterados.
Lobin suspiró y se giró hacia ellas.

Tal vez su aspecto no era el más alentador. "Por favor, ven con nosotros! Seguro que tú asustas a los malos." Ambos pacapillars se habían plantado delante de su casa a suplicarle. Lobin solía llevar el pelaje un tanto revuelto porque acostumbraba a correr y jugar por ahí bastante, y encima, había sido contagiado con Holo hace años, aunque no era contagioso, y eso también le había dejado un ojo de un tono blanquecino que podía llegar a ser un tanto fantasmal. Así que no podía negarles que tal vez asustara en alguna ocasión.

"Venga, no hay nada siniestro por aquí..." Les dijo en el tono más tranquilizador posible que pudo.

Nada. No había manera.
Lobin suspiró.

Volvió su vista hacia el huerto de calabazas que tenía detrás, y buscó con la mirada a un paca de tono malva. No tardó en encontrarla. Sachet caminaba alegremente entre las hortalizas, admirando con una sonrisa los distintos tonos anaranjados. Lobin tomó aire y la llamó. "Sachin, necesito un poco de ayuda aquí!"
Sachin le miró y sonrió. Se acercó a los tres pacapillars y contempló al asustado Piyo y a la tiritando Dumpling y puso los ojos en blanco.

"Vamos, vamos... Si no hay ningún peligro! Qué os da miedo?"

"L-las calabazas..." Susurró Dumpling.
"Sí, sí, las c-calabazas..." Le siguió Piyo.

"Las calabazas? Qué tienen de malo? Si en esta época del año están preciosas!" Protestó Sachin.

"L-las sonrisas malignas!" Ahogó en un grito Piyo.
"Los ojos coléricos..." Siguió cerrando los ojos fuertemente.

Lobin y Sachin se quedaron mirándose el uno al otro durante unos segundos y estallaron en carcajadas.

Los dos pacapillars asustadizos de asomaron y les miraron con el ceño fruncido, casi acusándoles, mientras una lagrimita se les rasbalaba por la mejilla. "De qué os reís?" Les preguntaron acusatoriamente. Piyo trató de explicarse: "Lo vimos en una película ayer, muchas muchas calabazas malignas..."

Al oír la explicación Lobin y Sachin empezaron a reír más fuerte, sujetándose la barriga. Dumpling y Piyo empezaban a frustrarse, así que dejaron de mirarles y fijaron su vista en el huerto. Sus vistas iban de calabaza en calabaza, pero no tenían cara alguna.

Lobin les miró. "¿Véis? Ninguna cara."

Piyo lo miró levantando el labio. "Es que las caras están por la otra parte..."

"Ja!" Exclamó Lobin, yendo hacia la calabaza más cercana y mostrándole el otro lado de ésta a Piyo. "¿Ves? Nada."

Piyo y Dumpling se quedaron perplejos, y se acercaron a las calabazas con un poco menos de miedo, comprobando una a una que no había nada que temer.

"¿Así que vistéis una película de miedo con calabazas malvadas, verdad?" Preguntó Sachin. "Pues que sepáis que estas calabazas no son solo unas santas, sino que además saben muy bien. Así que elegid buestra favorita y prepararemos riquísima comida con ellas para esta noche. Ya he hablado con el dueño, y tenemos su permiso."

Las caritas de Dumpling y Piyo se iluminaron con la idea de preparar comida rica, y pronto se pusieron a inspeccionar meticulasamente qué calabaza llevarse a casa. Dumpling cogió una con un naranja brillante y precioso, de tamaño medio. Piyo en cambio, cogió una blanquecina y... enorme. Apenas podía levantarla del suelo.

"Esta! Esta! Para muchos dulces!"
Sus compañeron se miraron entre ellos con una sonrisa y una cara de "qué remedio", y todos juntos fueron a ayudar al pequeñín que no levantaba un palmo del suelo.

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"Lobin you go first, Lobin you go first!
"Yes, you go first, you go first!
Lobin didn't know where to run. It was the middle of the day. The sun was shining, maybe not as strong in an autumn month as in a summer one, but it was shining. The little birds were singing, they were not even crows. The scarecrows were new, and they really looked quite wholesome. The pumpkins were bright after this morning's dewy rain. Nothing scary.
But behind him, two pacapillars were hiding, shivering with fear: Piyo and Dumpling. Both seemed quite upset.
Lobin sighed and turned towards them.
Perhaps his appearance was not the most encouraging. "Please come with us! I'm sure you' ll scare the bad guys." Both pacapillars had gathered in front of his house to plead to him. Lobin used to wear his fur a little bit scrambled because he used to run and play around a lot, and on top of that, he had been infected with Holo years ago, although it was not contagious, and that had also left him with a whitish eye that could look a little ghostly. So he couldn't deny that he might be scary on some occasions.
"Come on, there's nothing sinister around here..." He told them in the most reassuring tone possible.

Nothing. There was no way.
Lobin sighed.

He turned his eyes to the pumpkin patch behind him and looked for a mauve-colored paca. He soon found her. Sachet walked happily among the vegetables, admiring with a smile the different orange tones. Lobin took a breath and called her. "Sachin, I need some help here!"
Sachin looked at him and smiled. He approached the three pacapillars and looked at the frightened Piyo and the shivering Dumpling and rolled her eyes.

"Come on, let's go... If there is no danger! What are you afraid of?"

"The pumpkins..." whispered Dumpling.
"Yes, yes, the pumpkins..." Piyo added

"The pumpkins? What's wrong with them? At this time of the year they are beautiful!" Sachin protested.

"The evil smiles!" Piyo screamed.
"The angry eyes..." She kept closing her eyes tightly.

Lobin and Sachin stared at each other for a few seconds and then burst out laughing.

The two frightened pacapillars looked at them with a frown, almost accusing them, while a small tear was running down their cheeks. "What are you laughing at?" they asked accusingly. Piyo tried to explain himself: "We saw it in a movie yesterday, many many evil pumpkins..."

On hearing the explanation, Lobin and Sachin started laughing louder, holding their tummies. Dumpling and Piyo were starting to get frustrated, so they stopped looking at each other and stared at the orchard. Their views went from pumpkin to pumpkin, but they had no face at all.

Lobin looked at them, "You see? No face at all."

Piyo looked at him with his lips raised. "It's because the faces are on the other side..."

"Ha!" exclaimed Lobin, going to the nearest pumpkin and showing Piyo the other side of it. "See? Nothing."

Piyo and Dumpling were perplexed, and approached the pumpkins with a little less of fear, checking one by one that there was nothing to fear.

"So you saw a scary movie with evil pumpkins, right?" Sachin asked. "Well, just so you know, these pumpkins are not only saints, but they also taste very good. So choose your favorite and we will prepare a delicious meal with them tonight. I have already spoken to the owner, and we have his permission.

Dumpling's and Piyo's faces lit up with the idea of preparing delicious food, and they soon began to meticulously inspect which pumpkin they would take home. Dumpling picked one with a beautiful, bright orange, medium size. Piyo, instead, took a whiteish one and... huge. He could barely lift it off the ground.

"This one! This one! For many sweets!"
His companions looked at each other with a smile and a "it's Piyo" face, and all together went to help the little boy who could not lift an inch off the ground.