Claire

• Está diseñada para recordar a la mujer trabajadora y madre a la vez.
• Su cabello es lacio, pero es difícil que lo tenga ordenado por su vida ajetreada.
• Siempre trae una sonrisa afable en su cara y mirada descansada.
• Tiene un lunar en el rostro, bajo el ojo derecho en medio de la mejilla.

Es una mujer madura y fácil de trato, siendo una mujer ideal para ir y platicar de lo que fuera, quizás también por su profesión que caló hasta en su modo de actuar con otros. No hay mucho que le acompleje ni enoje, y si algo le molesta es más probable que corte el problema de raíz antes de estar pasando malos ratos. Jovial, afectiva y relajada con la vida, procura siempre estar al día con sus deberes como psicóloga, escritora y madre de un precioso niño, equilibrando esto con una vida llena de viajes, actividades recreativas y maquillaje, que es su hobbie y a la vez, su perdición.

Su más grave falencia es que intenta ser comprensiva con todos, aunque a menudo no le es devuelto esto; siempre buscará un modo de comprender que les sucede a los demás y eso a menudo causa que no pueda culpar de nada a nadie, aun sí lo merecen. Esto no significa que no corte lazos si no debe hacerlo, de cualquier modo, pero si es probable que de segundas oportunidades para entender el porqué de la primera vez.

Fuera de eso, es una mujer cariñosa a su modo y que si tiene tiempo, siempre le dará un momento a aquellos que le importan. Lo único para lo que pareciera ser más crítica es su trabajo y ocupaciones, trabajando siempre para mejorar... más con un hijo demonio a quién está tratando de ayudar a controlar sus habilidades porque cala en su corazón el verlo sufrir.

Nació en una pequeña familia donde le tocó la suerte de ser hija única. Su padre y madre se adoraban al comienzo del matrimonio, y siempre velaron por el bienestar de su única hija, procurando darle lo mejor siempre y por siempre. Y así fue, hasta que a los doce años de edad, cuando ya el acto no daba para más y Claire podía comprender mejor lo sucedido, el matrimonio declaró ya no amarse como en un inicio y se divorciaron sin más. Claire, quién siempre adoró con su vida a ambos padres, para sorpresa de éstos comprendió lo que sucedía y no juzgó a ninguno ni hizo dramas innecesarios, sino que sólo pidió seguir en contacto con el padre y salir de vez en cuando los tres, pues para ella su padre y madre serían siempre eso, sus padres.

De modo que Claire creció con su padre muy cerca y viviendo con su madre. Nunca hubieron grandes problemas, puesto que ambos progenitores siguieron siendo amigos después del divorcio y Claire podía salir con ellos cada fin de semana de ser posible. Gracias a esto, la chiquilla creció en un entorno saludable que la ayudó a madurar de manera sana y sin grandes problemas, siendo la escuela su mayor preocupación, y el tener que elegir una carrera a los 18 años de edad. Entre conversaciones y el tipo de carácter que tenía la chiquilla, su madre fue quién sugirió la posibilidad de estudiar psicología, y ahí fue a parar la joven, encontrándose con la sorpresa de que la carrera le agradaba en buena medida, siéndole fácil de estudiar y aplicar lo que iba aprendiendo; por esta misma razón fue que se ganó una beca para estudiar en otro país y así, fue a parar a Calgary, Canadá, a la edad de 22.

En Calgary continuó sus estudios. El intercambio duraba un semestre, y fue en ese periodo de tiempo donde conoció a un canadiense que le contó ser originario de París, la misma ciudad en la que ella estudiaba originalmente. Fue con este canadiense que comenzó una relación romántica, encontrándose a gusto con el chico a pesar de que este fuese más joven que ella - lastimosamente, y de un día para otro, este desapareció de su vida, siendo cercana la fecha de su vuelta a Francia. Y ante todo pronostico... Claire, dolida por el abandono, no pudo hallar como culpar o guardarle rencor al muchacho. Ella volvería a Francia y quién sabe en cuánto tiempo más se habrían de ver nuevamente, era de seguro que él no había podido con aquello y no podía culparlo. El adiós hubiera sido muy doloroso, lo justificó.

De modo que Claire volvió a Francia, sin saber que con ella llevaba un pequeño diablillo gestándose en su vientre. Se enteró al instalarse en su vida habitual, causando revuelo con sus padres; quién había sido, por qué no se había cuidado, por qué no abortaba, que ella estaba joven para traer a la vida a un niño, y todavía ni siquiera acababa sus estudios. Con una mirada que pedía silencio, Claire aclaró que tendría al niño y estudiaría lo que más pudiera antes de congelar un año y dedicarse al bebé. Pidió ayuda a sus padres para cuando el bebé naciera, y estos, viendo que su hija no parecía tener dudas, aceptaron.

Claire siguió yendo a la universidad aun con el vientre abultado y enorme. En ese periodo fue que un amigo de universidad prestó su ayuda y cuidados y acompañaba a todas partes a la muchacha, asistiéndole en lo que necesitara, y así fue que nació una historia de amor entre ella y el joven llamado Abelard. Tal y como se tenía planeado, Claire continuó sus estudios lo más que pudo y congeló cuando tuvo al pequeño Dwain, dedicándole a este el año correspondiente antes de volver a su vida universitaria y acabar de sacar la carrera. Al acabarla, Abelard se casó con Claire y adoptó como su hijo a Dwain, a sabiendas que no era suyo, y desde entonces, son una pequeña familia feliz.

A pesar del hecho de que Dwain no fuera un niño normal. Pero Claire se aseguraría que vivieran su vida lo más normal posible, tanto el niño, como la familia que había logrado construir.