Ciudad de Orth


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11 de octubre ~ 23 de octubre

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﹂ 𝐒𝐚𝐜𝐫𝐢𝐟𝐢𝐜𝐢𝐨𝐬


Sacrificios

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Norman Forrestal

No solía visitar el gran muelle muy a menudo, pero le gustaba pararse a admirarlo de vez en cuando si es que su trabajo le obligaba a pasar cerca del lugar. Le provocaba mucha nostalgia, cuando lo visitaba recordaba su infancia; ver llegar a los silbatos negros y blancos llenos de orgullo e información. Aquellos momentos fueron los que lo motivaron a ser el Delver que era hoy en día.

Se sentó en uno de los bancos cercanos a la enorme alfombra roja. Hoy el sitio estaba desierto y no había ningún alma recorriendo las calles adyacentes. Sacó la libreta que llevaba siempre consigo y revisó por enésima vez en el día su lista de tareas. Había completado casi todas las preparaciones para el descenso y podía tomarse un pequeño descanso. Resopló y levantó la cabeza para mirar las nubes sintiendo la brisa otoñal.

Era extraño para él malgastar el tiempo en dicho lugar cuando aún quedaban cosas por hacer, pero sentía la necesidad de hacerlo. Dentro de poco no volvería a ver aquella roja pasarela que había atravesado varias veces a lo largo de su vida, ni tampoco las calles de Orth, ni sus tiendas. Sintió una oleada de preocupación repentina, pensar de más era una de sus mayores virtudes y debilidades. Volvió a soltar otro suspiro.

A pesar de que ya se había hecho a la idea de que no volvería una vez sobrepasada la quinta capa era difícil realmente aceptarlo como una realidad inminente. Cerró los ojos y se decantó por escuchar el piar de los pájaros.

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Ravi Bhandari

A diferencia de Norman, posiblemente Ravi visitaba aquel lugar con excesiva frecuencia, siempre que recordaba, o más bien, sentía, que el futuro de su vida se encontraba allá abajo. Si no fuese porque se trataba de una acción completamente descabellada y suicida en todo el sentido de la palabra, posiblemente se hubiese tirado desde allí mismo años atrás en espera de llegar al fondo del abismo lo más pronto posible.

No podía evitar preguntarse qué clase de maravillas estaban aguardando a ser descubiertas por el ojo humano, o qué clase de secretos o misterios podían develar si tan sólo pudiesen ir a todos esos lugares prohibidos para los inexpertos. ¿Habría civilización allí abajo? ¿Si fuera así, descubrirían una cultura ancestral o, al contrario, serían más avanzados que ellos? ¿Y si la Ciudad de Orth era un abismo para quienes se encontraban debajo? Divagaba demasiado en todo tipo de hipótesis a pesar de que por fuera solamente se viera a una chica inocentemente tararear una melodía.

O sería así hasta percatarse de la familiaridad que aquella persona sentada le brindaba, haciendo que su sonrisa se ampliara y se acercara a él. — ¡Buen día, señor guía Norman! ¿Está disfrutando el aire fresco de la ciudad? — Preguntaría por haberlo visto tan relajado allí sentado.

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Norman Forrestal

Perdió la noción del tiempo. Sumido en sus pensamientos y concentrado en la plácida melodía que los pájaros emitían desde sus nidos sintió una paz interna pasajera, pues fue interrumpida poco después por una voz femenina que se dirigía a su persona.

Abrió los ojos rápidamente algo exaltado. ¿Cuánto tiempo llevaba allí? ¿Había llegado la joven justo ahora o lo había visto dormitar en un banco cualquiera? Por el sobresalto se le cayeron todos los papeles al suelo.

—¿B-buenos días señorita...? —dejó la frase en el aire ya que no conocía su nombre, sin embargo su cara le resultaba familiar.

Se levantó de un salto y se agachó para recoger todo lo que había tirado con la cara roja como un tomate. ¿Cómo podía asustarse tanto con cualquier tontería? Si su padre lo viera ahora mismo pensaría que no tiene nada de hombre.

—Disculpe el desorden, no pretendía-- —«¿asustarse? Pero de qué estás hablando Norman, no tiene sentido no pretender hacer algo que no puedes prevenir»—Ummmm... sí, ¿algo así? Perdone, ¿nos conocemos? Tengo el presentimiento de haberla visto en la reunión de la taberna, siento mucho no recordar su nombre, si fuera tan amable de decírmelo.

Casi iba a presentarse él también, pero recordó que la pelirroja lo había saludado directamente llamándolo por su nombre.

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Ravi Bhandari

Ver que la primera reacción de Norman sería dar ese sobresalto, la hicieron alzar ambas cejas por una leve sorpresa, ciertamente no esperaba una respuesta como esa de buenas a primeras, aunque debió verlo venir considerando que, más que disfrutar el momento, hasta parecía como si se estuviese quedando dormido. Cuando se percató de que había dejado caer los papeles, rió a lo bajo. — ¿Lo he asustado? No era mi intención, ¡aunque se veía bastante relajado debo decir! — A pesar de haber asumido la culpa de cierta manera, su usual sonrisa no había abandonado su rostro. También se agachó a recoger los papeles simplemente por pensar que eran algo importante para los delvers.

— ¡Mi nombre es Ravi Bhandari! Efectivamente estaré en el grupo de descenso liderado por usted y la señorita Atreia. — Le hacía entrega de las cosas que ella logró reunir por el descuido que ocasionó por sus abruptas maneras de aparecer.

— ¿Estaba pensando en la poca cantidad de tiempo restante para observar este cielo azul o el sonido de indefensos animales silvestres? — Al menos es lo que había visto era frecuente cuando alguien iba a "extrañar" algo. Ella lo haría, pero recordaba la ciudad de Orth como si fuese la palma de su mano. Podría hasta describirla perfectamente aunque no la visite en meses.

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Norman Forrestal

Si de algo se había dado cuenta era de que la chica tenía mucha, mucha energía. «Bueno, más que relajado dormido...» tomó aire y terminó de recoger todos los papeles junto a los que Ravi también le había entrago.

—Ah, no, no se preocupe... Solo me había sorprendido... un poco—contestó avergonzado.—Muchas gracias por ayudarme a recoger el estropicio.

Observó a la joven presentarse, ahora que lo mencionaba recordaba haber leído su nombre entre sus informes. Asintió con la cabeza y volvió a sentarse en el banco; tampoco pretendía irse a ningún sitio.

—Ya veo. Encantado entonces señorita Bhandari—dijo primero—¿Va a venir también? Qué casualidad... aunque bueno, no sé que tan buena idea sea eso, ¿es usted un silbato rojo verdad? ¿Ha bajado ya alguna vez al abismo?

Le apenaba nuevamente ver gente joven unirse a la expedición. Aún si no sabía la edad de la desconocida, parecía lo suficientemente menor como para pensar que estaba desperdiciando su vida.

—¿Eh...? —su pregunta lo había dejado algo inquieto—Sí, supongo... pero hay veces que se deben hacer ciertos sacrificios.

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Ravi Bhandari

— Bueno, son papeles que pueden contener información posiblemente importante para usted o los delvers, ¡no hay que perder cosas como esas! — Considerando, claro, que se encontraban en el muelle y con un poco de viento bastaría para despedirse de aquellas hojas en el abismo a un lado.

Sin siquiera preguntarle al respecto, asumió la compañía del mayor como algo que tomaría, y se sentó a su lado. Movía un poco los pies de manera un tanto infantil mientras lo miraba, parecía tener una mirada que desbordaba curiosidad y una sonrisa carismática e inamovible. — ¡Así es! Soy silbato rojo. He bajado al abismo, ¡pero solamente a la primera capa! El orfanato requiere de reliquias para mantenerse a flote. — Se detuvo un momento, recordando lo que el contrario había mencionado. — ¿Por qué no cree que sea una buena idea? — Se inclinó levemente hacia él, como si fuese a decirle algún secreto.

— ¿Y qué piensa usted de su sacrificio? Estamos intercambiando nuestras vidas por respuestas. Si me lo pregunta, ¡es como la vida diaria! Creo que los humanos hacemos eso todo el tiempo, pero no lo toman en cuenta. — Hablaría un poco entre risas al mencionar lo último.

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Norman Forrestal

En eso no podía quitarle la razón, si llegara a perder los papeles se metería en un gran problema. Y no quería enfrentarse al mal carácter de Atreia cuando se enfadaba. Daba miedo. Mucho. Sin embargo, siempre le gustó esa parte de ella.

—Pues sí. Muchas gracias por su ayuda señorita Bhandari—agradeció.

Guardó las hojas en su carpeta y se aseguró de que no volverían a salir volando.

—Ooh, entiendo, ¿y qué opina del abismo? ¿Le gusta?—preguntó con curiosidad genuina—me gustaría conocer su opinión de ese gran misterio al que nos vamos a enfrentar.

Cuando Ravi le preguntó el porqué no le parecía una buena idea no supo exactamente cómo responder. Realmente no era quién para decirle aquello de forma tan directa, no le incumbía las decisiones de los demás, mas le seguía causando pena que tantos jóvenes se unieran al grupo.

—Bueno... Comprendo que pueda tener una fascinación por dicho lugar. Al final del día todo Delver siente cierto apego por el abismo, sin embargo, no es una misión que pueda asegurar la victoria—contestó algo titubeante—quiero decir... nada nos asegura que alcancemos el final, o si quiera si la nota del silbato blanco Memphis sea real.

Al escuchar lo último de la pelirroja pensó que aquellas risas enmascaraban la cruda realidad del abismo.

—Si me lo pregunta a mí... no he hecho muchos sacrificios a lo largo de mi vida—se sinceró—sí es cierto que quiero ir porque busco respuestas, pero no es mi mayor razón de peso, me gustaría aliviar los sacrificios de alguien que me importa mucho tomando esta decisión.

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Ravi Bhandari

— ¡Muchas de nada, señor guía Norman! — Porque era bastante lógico contestar con la misma cantidad con la que se le era dicho.

Terrible error que cometió Norman al preguntarle sobre si el abismo le gustaba, pues ella podía hablar durante horas sobre la fascinación creciente que tenía sobre aquel lugar. — No sólo eso, ¡me encanta! ¿Algo justo a nuestros pies que parece orillarnos a ceder ante el deseo de explorar los lugares más recónditos y mortales en busca de respuestas a preguntas que antes ni siquiera teníamos, aún cuando el precio a pagar pueda ser nuestra propia vida? ¡Es un descubrimiento maravilloso! Generaciones y generaciones de delvers y aún así seguimos desconociendo su origen o profundidad exacta, ¿no es eso un impulso aún mayor para todos aquellos apasionados con sed de conocimiento? Si me hubiese sido posible, ¡me habría adentrado al abismo desde que era una niña! — Desbordaba pasión cuando hablaba sobre el abismo. Si las circunstancias de su nacimiento hubiesen sido distintas, quién sabe, quizá incluso ella pudo haber sido una delver prometedora.

Lo escuchó hablar de forma pesimista sobre el tema, llegando a reír un poco por ello. — ¿No cree que la maldición del abismo no existe sólo al ascender, sino más bien sobre el mismo Orth? — Se quedó con la sonrisa por unos momentos y dejó allí el tema, ahora riendo un poco más. — Si descubrimos que es real, ¡es un descubrimiento! Si descubrimos que es falsa, ¡es un descubrimiento! ¡Es parte de la profesión! Los Delvers estamos centrados en la exploración y adquisición, eso es la victoria. Es totalmente ilógico exigir al abismo sin dar nada a cambio, ¿no lo cree? — Juntaría sus manos al decir lo último, decía cosas completamente insensatas e insensibles con la firme inocencia de su personalidad. Y, claro, con lo último se refería a sus vidas.

— ¡Nada en la vida asegura nada, señor guía Norman! Ni siquiera puede asegurar que usted mismo o los otros reclutas podrán sobrevivir el día de hoy encubriéndose en la parcial seguridad de la Ciudad de Orth ¡haha! Entonces, ¿por qué preocuparse por el día de mañana si no ha acabado el día de hoy? — Hablar con Norman le recordaba por qué los humanos le parecían criaturas tan asombrosas, temerosas e incomprensibles. Se preocupaban por todo, pero al hacerlo, ¡se preocupaban por nada! Era totalmente irracional ocupar sus pensamientos a problemáticas sin solución. Pensaba que era como desperdiciar el hoy soleado sólo porque mañana se piensa que habrá tormenta.

Aunque con la respuesta del contrario a su pregunta la dejarían pensando un momento. Incluso miró a la nada durante unos segundos, como si mentalmente estuviese conectando puntos. — ¿Se refiere a sacrificios de la señorita Atreia? ¡Es sólo una hipótesis! Pero ustedes llevan años siendo compañeros y desconozco más detalles de su vida personal como para relacionarle con otros delvers, además de ser nuestros guías. — En el banco, se sentaría todavía más cerca de él. — ¿Cómo planea aliviar sacrificios de una vida que está regida por ellos? — Haría una pausa. — ¡Ya sabe! Por lo que significa ser un delver.

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Norman Forrestal

La cantidad de información que había sido capaz de soltar una persona tan pequeña lo había terminado por abrumar. Le costaba un poco asimilar toda la cantidad de cosas sobre las que Ravi había hablado en... probablemente menos de cinco minutos. Le hubiera encantado sentir la misma fascinación que ella por el abismo, sin embargo, no podía estar de acuerdo de esa forma con la joven.

—Wow... —se quedó en blanco unos instantes—puedo ver que te gusta muchísimo ese lugar. Me recuerda usted a la silbato blanco, señorita Bhandari, ella también diría algo muy parecido cuando era más joven—comentó riendo un poco.

Se sentía algo extraño, siempre que alguien compartía su afición por lo desconocido. Durante su infancia había leído muchas historias y libros al respecto, mas nunca sintió una conexión sentimental hacia el mismo. Su propia anécdota era mucho más simple y banal que la de otros. Él decidió descender y volverse Delver como un acto de rebeldía. Una forma de negarse al dogma que sus padres quisieron impartirle en la botica.

—¿En el mismo Orth...? No creo entender muy bien a qué se refiere—respondió primero, la boca de Ravi se movía tan rápido que le costaba seguirle el ritmo—hmmm... en lo segundo concuerdo. Es muy egoísta pensar que podemos descender como nos plazca sin entregar nada a cambio.

Trataba de entender más o menos como funciona el cerebro de la pelirroja, pero cada palabra que la chica decía, más se le dificultaba la tarea de entenderla. Tal vez porque se apresuraba mucho, o tal vez porque su forma de pensar era muy distinta. Fuera lo que fuera, se dio cuenta que no era exactamente una persona común y corriente.

—Aún si no ha acabado el día de hoy siempre es importante en qué ocurrirá después—defendió—es verdad que preocuparse no solucionará nada en muchos casos... pero tampoco tiene nada de malo valorar las futuras posibilidades que nos acechan constantemente.

Parecía alguien muy despreocupada, alguien que no le tenía miedo a absolutamente nada. Norman sintió una repentina envidia puesto que él era su polo opuesto. Se preocupaba por cada mínimo detalle de forma minuciosa, era la forma en la que creció y la forma que adoptó para lidiar con los problemas de la adultez.

Ante la siguiente pregunta no supo cómo contestar exactamente, no iba a decirle a una casi desconocida la vida privada de Atreia, no era ese tipo de persona. Había hecho hincapié en él simplemente porque Ravi le había preguntado qué tipo de sacrificio estaba haciendo él bajando al abismo.

Miró a la joven y suspiró con una sonrisa cansada.

—Si quiere saber sobre la vida de la señorita Atreia, siento decírselo pero debería preguntárselo usted misma, no puedo darle más detalles al respecto. Ella seguramente le contestará gustosamente a cualquier duda que tenga—se justificó—y en base a eso, tampoco puedo contestarle a cómo podría aliviar dichos sacrificios, pensándolo bien, seguramente no sea capaz de hacerlo. Pero con quitarle un poco de la carga que lleva sobre sus hombros me sentiría conforme.

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Ravi Bhandari

Lo gracioso de todo el asunto es que Ravi no habla de una manera especialmente rápida, por mucho que se viera inmersa en una conversación, mantiene un ritmo normal, pero con tantas cosas que dice eso puede pasar desapercibido con tremenda facilidad.

Llevaría una de sus manos a su mejilla al escuchar que el contrario la asimilaba con alguien tan increíblemente capaz como lo era la silbato blanco, parecía maravillada con aquello. — ¿La señorita Atreia? ¡Me halaga, señor Norman! Ella es una gran inspiración para todos los jóvenes delvers. — Nótese que la puede admirar, pues según ella, lo que era admirable era el hecho de que siguiera viva con tantos años de experiencia y en una sola pieza, lo que para su lógica, significaba que era alguien con un sentido de la supervivencia totalmente afilado, aceptando una capacidad de evolucionar y adaptarse hasta quien era hoy en día.

— ¡No se preocupe por eso! Son banales hipótesis sin fundamentos sólidos. Aunque es ciertamente un dato sorprendente que tantas personas acepten una misión suicida sin duda alguna. Me hizo cuestionarme si quizá el mundo se ve afectado por susurros del abismo que invaden de manera inconsciente al ser humano por aclamar ser descubierta, ¡aunque es gracioso, porque los hoyos en la tierra no hablan! — Parecía haber un toque de infantilidad en lo que acababa de decir, como si viera aquello como un juego de niños, o como la típica relación entre meterse en el subconsciente de un niño al hablarle mientras duerme.

— ¡Ah! Pero usó una palabra distinta, señor guía Norman. Preocuparse y valorar son cosas muy, muy distintas. ¿No cree que es mejor así? En lugar de decir "¡Me preocupa que todos mueran!" es más proactivo el afirmar "¡Valoro la posibilidad de lograr nuestro objetivo! — Era exorbitantemente positiva. Era extraña su manera de pensar, y a pesar de que pareciera contradecirse con un pensamiento u otro, ella les encontraba su propia correlación. La muerte es algo que para ella, es un suceso inminente asegurado al 100% e ignorar su existencia es simplemente vacilar en la imbecilidad, y aún así, se aferraba a la intrigante posibilidad de tener éxito aún bajo esas condiciones.

Le observaría fijamente aún sonriendo cuando dio sus últimos comentarios, moviendo sus piernas un poco. — Usted también es alguien admirable, señor Norman. — Ladeó un poco la cabeza. Dijo "también" porque, vaya, por alguna razón se le olvidaba qué cosas pensaba y qué cosas decía en voz alta.

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Norman Forrestal

Asintió con una sonrisa ante las palabras de Ravi, él también opinaba lo mismo. Atreia fue el motivo desencadenante que lo impulsó a dedicarse a esta mortal carrera, tal vez si no hubiera sido por ella no estaría allí ahora mismo. No estaría liderando una operación tan importante y no hubiera cambiado su forma de ser. Probablemente estaría en la botica de sus padres tratando pacientes.

—Estoy de acuerdo.

Aún si estaban hablando de meras suposiciones era común entre los Delvers compartir aquel vínculo que los unía a todos: el abismo. Y al igual que ella, le resultaba inquietante que tantas personas no pensaran dos veces el unirse a la operación de descenso. Por su parte él pensaba que serían muchos menos integrantes, aunque no le disgustaba, tampoco le alegraba la idea de ver tanta gente abandonar sus vidas de aquella manera, especialmente los más jóvenes.

—Sí, podría dar esa sensación, según me he escuchado, muchos han oído la "llamada del abismo"—comentó con una risita por lo último que dijo—sin embargo, quién sabe si realmente hay algo que nos está llamando a ir ahí abajo y descubrirlo. Tal vez es simplemente la naturaleza curiosa del ser humano.

Teniendo en cuenta la personalidad pesimista de Norman le era terriblemente difícil concordar con la pelirroja en aquel punto. Sí que era una buena forma de pintar una desgracia, pero él era incapaz de visualizar un futuro con la segunda opción. Dudaba de si serían capaces de realmente lograr su objetivo. Principalmente porque para empezar lo consideraba una remota posibilidad sin fundamento alguno, nada les aseguraba que la carta fuera real, y nada les aseguraba lo que en lo más profundo yacía.

—Mhhmm... supongo que es una forma de verlo—se rascó la mejilla algo despistado—me alegra ver que es usted tan positiva, señorita Bhandari.

Poco después su rostro se tiñó de rojo, no se esperaba recibir un cumplido de forma tan espontánea. No supo muy bien donde poner las manos y dejó salir una risa tímida y nerviosa. Lo había pillado demasiado desprevenido, no estaba acostumbrado a escuchar cumplidos.

—O-oh, gracias... 💦 aunque no lo creo, mis hazañas no se comparan a las de otros Delvers mucho mejores.

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Ravi Bhandari

Cada vez que notaba al otro sonreír, ella parecía encogerse un poco de hombros con brillo en sus ojos, claramente, sin dejar de lucir tan alegre como lo ha hecho desde un principio. Al parecer, solamente evidenciaba a lo grande lo feliz que la hacía el que alguien a su alrededor sonriera.

Pero claro, la manera en la que planteó aquella oración fue en un sentido ajeno, no vivido, lo que despertó su curiosidad. — Si usted no sintió aquel llamado del abismo, ¿por qué se convirtió en un delver, señor Norman? — No había intenciones ocultas detrás de esa pregunta, realmente, si algo definía a la pelirroja, es que jamás tendría motivos escondidos cuando decía o hacía una cosa, pues todo era capaz de expresarlo con honestidad, incluso si llegaban a indagar más en su aparente personalidad. — ¡Bueno, eso es verdad! La curiosidad humana es un suceso maravilloso y sin duda extremadamente peligroso, aunque quizá sea porque se encuentra diversión entre aquella vacilación.

Dejó salir un pequeño sonido de pensar en lo que dijo, mirando un poco el resto del panorama. — Plantearse una situación requiere plantearse todas las posibilidades que dicha situación conllevan. — Alzó su índice como si enunciara aquello. — ¿Conoce usted la Ley de Murphy? Bueno, se divide en más, pero la primera establece "Si algo malo puede pasar, pasará" que, realmente, ¡es totalmente cierto! Pero, ¿no cree que sería poco racional el no poner también dicha declaración en juego, bajo esas condiciones? "Si la Ley de Murphy puede fallar, fallará." — Le miró por unos momentos, curiosa por su reacción, inclinándose hacia él. — El "peor escenario" que los humanos se plantean es la muerte... Pero si tenemos una muerte asegurada como parte del proceso de toda criatura viva, ¿no cree que es mejor centrarse en lo que uno puede hacer, pensar o decir mientras está vivo? ¡Creo que por eso es importante ser positivo! — Todo aquello lo había sacado sólo por el comentario a su positividad.

Aunque con lo último mencionado, en lugar de sonreirle, le miró ladeando la cabeza, no entendiendo a lo que se refería del todo. — No lo entiendo, señor Norman. ¿Por qué eso es de relevancia? — Al final, decidió reír un poco. — ¿Por qué usted, o cualquier persona, habría de compararse a otros? Es totalmente incoherente. — Mencionó entre risas aún. — Nadie consta de las mismas habilidades físicas o mentales, señor Norman. Los seres humanos que viven en sombras de algo mayor por decisión propia están condenando sus fracasos y victorias a ellas. ¡Lo que debería de pensar es "Las hazañas del Delver Norman de hoy fueron mejor que las del Delver Norman de ayer"! — Juntó sus manos con entusiasmo. — ¡Y debe de admirar eso! Porque si algo falla hoy, ¡ha ganado experiencia para que no lo haga mañana!

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Norman Forrestal

Aquella era una pregunta curiosa. Para él su "llamada del abismo" había sido nada más y nada menos que un arrebato de rebeldía de su juventud temprana y el fanatismo que sintió al ver su primer desfile de silbatos blancos.

—Oh... 💦 me siento algo avergonzado al hablar de ello—mencionó primero rascándose la mejilla con el dedo índice—sí que es verdad que leía libros sobre el abismo cuando era pequeño, sin embargo, lo primero que realmente me llevó a convertirme en Delver fue el querer ir en contra de los ideales de mis padres.

Le resultaba gracioso, posiblemente era la mayor "gamberrada" que había hecho en su vida.

—Eso y... cuando vi por primera vez el regreso de los silbatos blancos. Justo aquí, en esta enorme alfombra roja vi cómo llegaban los más grandes e invencibles—rememoró—recuerdo ver la figura de la señorita Atreia y pensar: "Quiero convertirme en alguien confiable y fuerte". Quería tener la misma pasión que ellos por algo tan extraordinario.

Tras contar su propia historia, escuchó atentamente a la joven con una sonrisa.

—Es una buena forma de analizar la Ley de Murphy—comentó algo asombrado por la reflexión de Ravi.—Aunque debería saber que en el abismo las normas son distintas. El abismo es el que manda y el que dicta las jerarquía, los azares y los desenlaces. No somos capaces de predecir qué hará, ni en qué momento ni el porqué.

Cuando Ravi mencionó el peor escenario su mente divagó hasta la sexta capa. Allí, el peor escenario era algo totalmente distinto. Él no tenía mucha información al respecto, por lo que no quiso mencionar demasiado, pero era una buena forma de explicarle a la chica lo que había dicho antes.

—Como mencioné antes, el peor escenario no siempre es la muerte en el abismo. Creo que hay cosas mucho peores que la muerte misma, claro está que todo dependería de su visión sobre la existencia intrínseca.

Las risas de Ravi lo dejaron algo desconcertado. Y lo peor de todo es que tenía más razón de la que le gustaría. "¿Por qué compararse con otros?" era una pregunta que se hacía montones de veces, mas no era capaz de combatir a la inseguridad de su mente.

Sintió envidia. Desvió un poco la mirada tratando de pensar en cómo contestarle. No era alguien mentalmente fuerte, al revés, tenía demasiadas debilidades que le costaba horrores afrontar y la jovencita que tenía delante estaba recalcando justo lo que era incapaz de pensar por cuenta propia.

—Ummm... es usted realmente asombrosa, señorita Bhandari... tal vez suene un poco extraño decirlo, pero envidio su forma de ver las cosas.

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Ravi Bhandari

Se dejaba llevar por la curiosidad de la respuesta, centrando su atención en las palabras que el otro le dedicaba, aunque claro, eran demasiado generales. — ¿Qué ideales son esos, señor Norman? — No es que ella pudiese saber mucho al respecto más de lo que se enteraba justo en ese momento, pues incluso la información sobre los mismos delvers no era conocimiento popular. Curioso que tuviesen vidas personales tan privadas. — ¡Entonces usted ve a la señorita Atreia como un modelo a seguir! Entiendo. ¿Usted cuenta ahora con esa pasión que menciona? — Tomaba tan a la literal una frase como esa, como si fuese tan simple como la pasión fuese un objeto que el otro podría traer en manos en ese momento.

— Entiendo eso, señor Norman. Creo que eso es lo más intrigante sobre el abismo. Todo lo que la humanidad conoce es reinventado allí mismo, justo debajo de nosotros, y el ser humano no puede hacer otra cosa más que intentar encontrar explicación a lo aparentemente inexplicable. Intentamos aplicar e imitar la lógica humana en un ambiente que realmente nunca ha sido humano. — O al menos ese era su punto de vista siendo totalmente honesta.

— ¿No lo es? — Ladeó la cabeza al momento de preguntar. ¿Qué era lo que podrían considerar otras personas como "peor"? — ¿Qué es peor para usted a comparación de la muerte? — Era genuina curiosidad, porque no había escuchado eso antes. Si otros expresaban el recorrer el abismo, tarde o temprano llegaban al punto de sentirse atemorizados por la idea de la muerte.

Ah... Lo que vino después no lo esperaba. Su forma de ser y ver el mundo había sido protagonista de muchos comentarios o acciones dirigidas a ella con anterioridad, pero nunca porque fuesen algo envidiable, sino todo lo contrario.

— Requiere estudiar mucho todo el tiempo, ¡no lo recomiendo! — Como si no pudiera ser aún más enigmática, soltaba eso entre risas. Porque sabía que las personas en su vida diaria no tenían que investigar lo mismo que ella, con una visión del mundo amoldada a su conocimiento teórico. — ¿Qué podría usted considerar envidiable?

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Norman Forrestal

Claro, era imposible que la joven supiera a qué ideales se refería si no conocía a sus progenitores o si él no le hablaba sobre ellos.

—Oh, me refería a que ellos estaban bastante en contra de la profesión de Delver... querían que me ocupara únicamente de la botica y no me acercara al abismo ya que siempre tuve una complexión débil 💦 —explicó con algo de vergüenza.

Asintió y se sintió feliz de que Ravi entendiera a qué se refería al comentarle su adulación por la silbato blanco. Sin embargo, respecto a lo segundo no estaba tan seguro.

—Ummm... bueno, digamos que lo intento...—terminó por decir.

Se aclaró la garganta y observó el cielo algo más relajado nuevamente. Su cabeza subía y bajaba al escuchar las palabras de la pelirroja, indicando que estaba de acuerdo con su teoría mas pensó que no había mucho más que añadir a esa reflexión.

—E-eh...—se sorprendió primero, no sabía cómo explicarse—pues... según los rumores de la sexta capa cuando asciendes en dicho lugar la maldición puede provocarte algo incluso peor que la muerte, aunque son meras conjeturas—comentó.

No pudo evitar soltar una suave carcajada cuando Ravi le comentó su "secreto" para ver el mundo de dicha forma.

—Bueno—se levantó, observando el reloj de su pulsera y viendo que ya se le estaba haciendo muy tarde—a veces hay cosas que uno mismo no ve, por ende, no somos conscientes de ciertas cosas que tenemos y otros no tienen, pero me temo que debemos dejar la conversación aquí por el momento. He de retirarme, ha sido un placer conocerla, señorita Bhandari.

Hizo una pequeña reverencia, recogió sus cosas y la despidió con una sonrisa.