El joven de pelo negro y corto no había dicho nada más durante todo el trayecto de vuelta. Aún si todavía no habían llegado al lago trémulo los segundos de caminata se le hacían eternos. Iba mirando al suelo con una expresión neutral, no obstante, de vez en cuando fruncía el ceño debido al dolor que manaba de su mano afligida.

Esperaba que el desenlace fuera discreto. Llegaban, le curaba y se olvidaban. O al menos hacían como si no hubiera ocurrido nada. Aunque... ahora también le preocupaba que alguien acudiera a la zona en la que estuvieron y se encontrara el manchurrón de sangre. Sin criaturas a la vista sería fácil deducir que era de alguien, concretamente de una persona humana.

Pero... de todas las personas que se podían topar por el camino a quién menos se quería encontrar era a Atreia. Se sentiría terriblemente avergonzado como segundo guía y como persona contarle lo sucedido. Mas el destino no le sonrió y, cuando levantó el rostro, la figura de la peliblanca estaba delante suya.

—...

Estaba aún algo cansada, aunque la siesta de ayer le había venido de perlas para recobrar un poco las energías que había perdido. La herida en su pierna ya no dolía demasiado así que mentalmente agradeció los servicios de Hugh, aunque seguía algo reacia a que le trataran las heridas.

Tenía planeado buscar a Norman. Desde ayer lo había perdido de vista y quería hablar con él desde que desapareció momentáneamente durante la investigación del campamento tras el avistamiento de la criatura corrupta. No había encontrado el momento adecuado para hablar con él, estaba algo preocupada tanto por su comportamiento como por descuido propio. El joven no era propenso a hablar de sus problemas así que ella nunca era capaz de saber si algo lo estaba perturbando.

Cuando lo vio a pocos metros pensó que fue un golpe de suerte, aunque alzó una ceja al ver que iba... acompañado.¿Quién era? Achinó los ojos, pero cuando ambos estuvieron a su alcance los interrumpió y descubrió que era el amigo de la chica del piercing. ¿Le había dicho su nombre? La verdad es que no se acordaba, lo apodaría el chico de las gafas por el momento, no había nada más que destacar de él.

Pero... ¿Norman haciendo amigos? Eso sí que era inaudito.

—Hola—saludó—¿qué hacéis por aquí?

Un momento. ¿Por qué se estaban tomando de la mano? Su ceño se frunció fijándose en ambos y no pudo evitar pensar que todo era muy... raro. No estaba segura si quería preguntar o no, pero, observando mejor la mano de Norman se dio cuenta que llevaba un paño en ella que se había vuelto sustancialmente rojizo.

—¿Ha pasado algo?

Quería morirse ahí mismo. No había pastillas en el mundo suficientes para calmar la ansiedad y las revoluciones de su corazón ahora mismo. Estaba tan nervioso que soltó lo primero que le vino a la cabeza de forma casi robótica.

—...Me caí.

Ya estaban bastante cerca del lago trémulo. Pronto, Ryuu podría coserle esa herida a Norman y descansar por primera vez en todo el día. No obstante, parecía que Dios tenía planeado que el joven socializase con absolutamente todo el mundo a lo largo de las horas, pues ante ellos apareció la Demonio de los Silbatos Blancos. Eran pocos y parió la abuela.

Su presencia no le molestaba, pero... Si pudiese ahorrarse la charla para otro día, se lo agradecería. Quería quitársela de encima. Por ende, le respondió la última pregunta lo más rápido posible:

— Le apuñalé. — "Me caí", dijo Norman al mismo tiempo.

...........................................

¿El muchacho quería ocultarlo? ¿Era porque... Le daba vergüenza? ❤️ En ese caso, le ayudaría a inventarse algo y que así la situación tan íntima por la que habían pasado fuese un secreto. Menos mal que sus neuronas trabajan a toda velocidad. De inmediato se le ocurrió una trola:

— Se tropezó. Me asusté. Pensé que era una criatura y le apuñalé.

Cuando en sus oídos entraron las dos palabras mágicas de Ryuu: "Le apuñalé" se le heló la sangre. Sus piernas flaquearon ligeramente y sintió un mareo. Se quedó en blanco. ¿Cómo iba a arreglarlo ahora? El silencio sepulcral que se había formado tenía tanta tensión que podía cortarse con un cuchillo. No, espera, no quería pensar ahora en cuchillos, solo empeoraría su estabilidad emocional.

—Ee--

Justo cuando quiso vocalizar algo Ryuu ya se había adelantado para salvar la faena. Con cara de circunstancia no supo si eso sería lo suficientemente convincente.

«Qué» «¿Cómo?» quiso decir nada más escuchar las respuestas de ambos. Decir que estaba perpleja era poco. Parpadeó un par de veces intentando procesar la, poca, información. Miró a Norman, después miró a Ryuu... ¿Qué demonios había pasado entre esos dos? ¿Había algo que se estaba perdiendo en la conversación?

—...¿Perdón?—se atrevió a preguntar primero.

Después se hizo el silencio. Norman no estaba diciendo y su rostro no le daba ningún indicio para comprender qué estaba ocurriendo. Todo le parecía rarísimo: primero, Norman estaba junto a alguien totalmente desconocido para él, con la mano ensangrentada y pálido. Segundo, el otro parecía tan sereno como quien está escuchando una orquesta sinfónica.

Intentaba buscar explicaciones en sus caras, pero eran indescifrables y a ella nunca se le había dado bien leer el ambiente. Cuando escuchó la continuación del chico con gafas le cuadró más el asunto.

—Oh... entiendo—soltó—¿...pero por aquí no hay muchas criaturas?—añadió casualmente—Yo al menos no he visto ninguna, y hemos escogido este sitio precisamente por eso.

Estaba sumamente aliviado de que Ryuu hubiera sido tan ágil para tratar de enmascarar los hechos, pero al mismo tiempo se sentía tan, pero tan culpable de mentir de forma tan descara a la silbato blanco. No le gustaba mentir, y probablemente era una de las primeras veces que lo hacía delante de ella. Sin embargo, no tuvo más opción que afirmar las palabras de su acompañante.

—A-a... así es 💦 es todo culpa mía. Fui muy descuidado y no sabía que Ryu-- digo, Ryri estaba sentado por allí, ha, ha...

«Tierra trágame»

—Pero está bien, ¡estoy bien!—afirmó alzando un poco el tono de voz—de hecho ha sido tan amable como para aplicarme primeros auxilios e íbamos a coser la herida para que no se infectara.

¿...Ryri? ¿Por qué Norman estaba siendo tan informal? ¿En qué momento se hicieron tan... amigos? La mujer estaba tan confusa que no tenía palabras para describir lo que estaba presenciando.

Por un segundo, pensó que Atreia no se había creído su mentira y que tendría que explicarla mejor, pero prontamente escuchó el "entiendo". Crisis evitada:

— Me asusté. — Reiteró. Que hubiesen criaturas o no no era el problema.

Luego, escuchó cómo muchacho usaba su mote muy a pesar de que no era necesario en la conversación. Las comisuras de sus labios se curvaron un poco. Lo siguiente fue incluso mejor. ¡Norman le había llamado amable! Las únicas otras personas que le habían hecho cumplidos similares habían sido Taiga y Elise. Tal vez unirse al Descenso Final no iba a ser tan exasperante como había creído:

— Nor, vamos.

Dio un tironcito suave de la mano de Norman, comenzando a andar. Si la silbato blanco les seguía o no era asunto suyo:

— No debes desangrarte. — Urgió.

Ver que Atreia parecía haberse tragado la improvisada mentira que habían montado de forma tan inesperada le aliviaba un poco. Pero muy poco, la culpa estaba en su garganta y el daño estaba hecho. No había vuelta atrás, ahora se tenía que llevar el secreto a la tumba.

Ahogó un suspiro cansado y agradeció que Ryuu fuera más elocuente que él. Qué cosas, estar agradecido con alguien que te acaba de hacer un hueco en la palma de la mano.

¿...Nor? Vale. Esto era raro, muy raro. La inteligencia emocional de Atreia no era la mejor del mundo, pero conocía a Norman lo suficiente como para saber que el chico no tenía muchos amigos; mejor dicho, no tenía amigos directamente. Era consciente de que su compañero de descensos era amable y simpático con todo el mundo, sin embargo, nunca le había comentado ninguna amistad cercana.

Nunca. ¿A lo mejor no conocía tanto a Norman como ella pensaba? ¿Estaba saltando a conclusiones disparatadas? Por su mente una idea fugaz viajó rápidamente, ¿y si se conocían de antes pero Normie nunca se lo mencionó? No sería tan raro... ¿verdad? Era joven, se podía juntar con quien quisiera en su tiempo libro. Ahora mismo se sentía como una hermana mayor preocupada por su hermano pequeño.

Diantres, ¿y por qué demonios iban de la mano? ¿Eso lo hacían los amigos? ¿Lo hacían los hombres siquiera? Su mentalidad anticuada no era capaz de atar suficientes cabos y, cuando la idea más alocada rondó su cabeza frunció el ceño con fuerza y trató de borrarla rápidamente. No, no, no no. No era posible. Calma, solo son buenos amigos.

¿Pero y si...?

Arrastrado por el tirón de Ryuu, siguió al chico para que pudiera curarle la mano. Aunque casi se tropezó por que sus piernas aún eran de gelatina, consiguió mantener el equilibrio.

—¡Ah, sí! —asintió.

¿En qué momento las cosas se habían complicado tanto? Solo quería descansar. En Orth. Con su gato y sus roedores.

Con una interrogación en el ano, decidió seguirlos, quería conocer un poco al nuevo amigo de Norman.

—Dejad que os acompañe, de todos modos yo solo estaba en busca de Normie—indicó siguiendo el paso de los dos jóvenes. No obstante, había bastante silencio y comenzó a sentirse incómoda—y... ¿os conocíais de antes? Por curiosidad, más que nada.

Él era ajeno a los sentimientos de ambas personas. Era completa y absolutamente incapaz de leer el ambiente y, en consecuencia, creía que estaba ocurriendo una conversación casual. Todo bien. Pero, entonces, Atreia llamó al muchacho "Normie".

...

................

Si su memoria no le fallaba, la silbato blanco le había llamado "Norman" cuando estaban en el observatorio, así que, ¿por qué le estaba llamando "Normie" ahora? ¿Era porque había escuchado el "Nor"? ¿Quería presumir de algo? Obviamente iba a ser más cercana a él si era su maestra. No tenía que restregarle nada.

Siguió caminando en dirección al lago con su inexpresivo semblante de siempre. Fue entonces que la mujer preguntó si ya se conocían de antes. ¿Y qué si no? Y qué si sí? ¿Eso invalidaba algo? No quiso decir la verdad. Norman ya le había seguido una mentira antes, así que estaba convencido de que lo volvería a hacer:

— Sí.

Dejó una pausa mientras pensaba en otra trola. Eh... ¿De qué y de dónde podría haberle conocido antes? Sólo se le ocurría un lugar:

— En el abismo. — ... Bueno, técnicamente era cierto.

Escuchó la pregunta de Atreia demasiado tarde. Debido al tropiezo de antes y el nerviosismo que llevaba cargando desde hacía un muy buen rato se distrajo y no se dio cuenta que Ryuu habló al mismo tiempo que él.

—No—espera, ¿qué?—¿... Sí? —enmudeció una fracción de segundo—... Sí, ah, sí... je...

«Que me maten y me entierren ya, por favor, no puedo más» pensó inmediatamente. Después, Ryuu volvió a "arreglarlo", por definirlo de alguna forma. Quería huir de ahí. ¿Cuánto faltaba para llegar al lago?

Esperó pacientemente a que contestaran mientras los seguía, posando las palmas de sus manos sobre su nuca, aprovechando para estirarlos. Aún cojeaba un poco por la herida de la pierna, pero era a penas notable.

No obstante, no consiguió la respuesta que ella esperaba... ¿por qué habían vuelto a contestar algo distinto al mismo tiempo?

—¿Entonces entiendo que es un sí...? —trató de concluir.

Después se llevó una mano a la barbilla tratando de encajar la poca información que el chico de las gafas estaba dando. Para colmo Norman tampoco ayudaba y estaba mucho más callado que de costumbre. No era una persona extremadamente habladora, pero con ella solía ser muy, muy conversador. A veces demasiado. Alzó una ceja y se inclinó un poco tratando de leer las expresiones de ambos, en vano.

—A-a-ah, sí, claro, técnicamente nos conocimos en el abismo... ya sabe, señorita Atreia, en el campamento de Ozen 💦—quiso especificar para que no quedara demasiado en el aire.

—...

—Vaaale...—murmuró con cierto desdén—bueno, me alegra saber que os habéis hecho amigos tan pronto. Me había preocupado para nada entonces; gracias por intentar conocer a Normie esto...—recordó que no le había preguntado el nombre... y Norman había dicho "Ryri". Se negaba a llamarle así por algún motivo—¿chico con gafas? En fin, cuida bien de él, que es muy torpe, no me extraña que lo hayas apuñalado—comentó con una sonora carcajada—cualquiera se asustaría si alguien, o algo, se cae detrás tuya de la nada.

Apretó un poco la mano de Norman y pasó los dedos disimuladamente por donde estaba la herida, pidiéndole que cerrase la maldita boca. Siguió "acariciando" la zona el resto de la conversación. No tuvo más remedio que resignarse y admitir que conocía al chico de hacía tan sólo un día:

— Mhm.

Cuando Atreia le dio las gracias por hacerse amigo de Norman no supo qué pensar de ella. ¿Era buena? ¿Era mala? ¿Era una aliada? ¿Una enemiga? ¿Cuánto debía preocuparse por que le arrebataran a su nuevo amigo?

Se acordó también de Elise. ¿Y si ella conocía a los demás, empezaba a pasar más tiempo con ellos y se olvidaba a él? ¿Y si decidía que era un dolor de cabeza? ¿Y si le empezaba a odiar? ¿Iría Elise a su lado cuando él llamase su nombre entonces?

Tanto se perdió en sus pensamientos que tardó un siglo en responderle a Atreia:

— Kurosawa Ryuu. Cuidaré de Nor. — "Así que, por favor, alejate tú". — No dejaré que le ocurra nada malo.

Al fin, tras lo que pareció un paseo eterno, llegaron al lago. Ryuu guío a ambos hasta donde estaban sus cosas. Y al fin soltó a Norman. Luego, abrió la mochila y sacó su equipo médico:

— Quitatelo. — El paño. Pero bueno. Elocuencia.

Se dispuso a ignorar a Atreia como si le pagasen por ello.

Tuvo que ahogar un quejido de dolor cuando sintió la presión de los dedos de Ryuu sobre la herida de su mano. Casi podía notar como el sudor bajaba por su frente. Ah... mejor no decía nada más o la iba a cagar constantemente.

Escuchar la respuesta de Atreia le daba años de vida. De alguna forma u otra habían salido con éxito de aquel berenjenal y la silbato blanco no parecía tener sospechas de que ocurriera algo raro, incluso le había agradecido a Ryuu su asistencia. Agradeció a todos los dioses posibles.

—Ah, sí, Ryuu, cierto—comentó por lo bajo al recordar el nombre—te lo agradezco.

Seguido de la mano del joven pudo ver el lago a pocos metros y sintió un alivio instantáneo. Sus piernas flaqueaban un poco todavía y aprovechó para sentarse una vez Ryuu le soltó el agarre. Suspiró y esperó a que el chico tomara todas las herramientas que necesitara. Era la primera vez en mucho tiempo que lo trataba un médico ajeno... si exceptuaba la enucleación que Eryn le había hecho hacía unos días, cuando perdió el ojo.

Se había quedado algo embobado. No entendió de primeras a qué se refería.

—¿Hm? —parpadeó—¡Oh! Claro.

Se retiró el paño que había utilizado detener la hemorragia. Estaba muy ensangrentado, casi en su totalidad, ahora que miraba la herida mejor no la recordaba tan... profunda... le atravesaba toda la mano. Le temblaba mucho; y la idea de que lo afectara gravemente en el futuro comenzó a aterrorizarle, ¿y si se había roto algún ligamento?

—Lo dejo en tus manos 💦—le dijo antes.

Él normalmente no trataba sus propias heridas, por el mismo principio que le había dicho Ryuu en el campamento, claro que eso no aplicaba a laceraciones superfluas o arañazos, puesto que unas pomadas caseras eran más que suficientes.

Observó a los dos chicos con ocio. No tenía mucho que hacer así que se quedó mirando el espectáculo en silencio. Cuando Norman se quitó la venda improsivada alzó ambas cejas con algo de sorpresa, ¿de verdad que había sido un accidente?

Si era verdad que tan sólo fue un acto reflejo de autodefensa... Sí que se defendía bien el chico de las gafas. Se encogió de hombros y trató de restarle importancia al asunto, no serviría de nada batirse la cabeza con el tema, pensó que era mejor buscar otro momento para hablar con Norman en privado.

—Bueno, será mejor que me vaya—comentó primero estirando los brazos y, después, miró a Norman—hablamos luego, primero cúrate eso.

Una vez terminó de hablar también examinó de reojo a Ryuu durante pocos segundos y se fue.