Segunda Capa


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Mesteres
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5 de noviembre ~ 18 de noviembre

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Bosque de la tentación

8 de Noviembre – Bosque de la tentación

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Osamu Kinoshita

Había pasado ya al menos un día completo y seguía sin tener alguna información nueva o relevante aún. Ninguna pista sobre su hermano, ni sobre la extraña corrupción que Elise decía que habían presenciado anteriormente.

Aún quedaba mucho por explorar en la segunda capa, pero si seguía sin encontrar nada... Originalmente había decidido que de no encontrar nada en la segunda capa, bajar a la tercera capa sería un riesgo demasiado alto considerando que había bajado solo y no era un delver experto. Pero después de lo hablado con Kurosawa...

Tenía que pensarlo.

Ahora, debía buscar a la silbato blanco. Llevaba demasiado tiempo aplazando esta conversación y aún quería preguntarle sobre los avistamientos de la corrupción y el diario que había mencionado Elise. Y quizá sobre sus planes próximos de descenso, ¿cuánto tiempo permanecerían en esta capa?

Caminaba en las cercanías del campamento que habían montado, buscando a la mujer de cabellera blanca.

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Atreia Langley

Estaba volviendo del observatorio de Ozen. La conversación con Ravi le había comenzado a dar dolor de cabeza y quería vaciar un poco la mente. Estaba sentada sobre el tronco de un árbol caído.

Últimamente habían pasado muchas cosas y estaba algo ansiosa. En su cabeza navegaban varias ideas, posibilidades, casuísticas, pero ninguna parecía ser lógica al final del día, así que las descartaba. Por suerte, ya había tenido una conversación con Chenge para que le dejara claras sus intenciones, mientras que la chica del piercing y el gafotas parecían integrarse adecuadamente en el grupo.

Qué diantres, el pelinegro incluso se había hecho amigo de Norman nada más conocerlo. Se hallaba aún sorprendida. Le faltaba hablar con el chico apedreado, pero estuvo tan cansada y ocupada los últimos dos días que no había encontrado en el momento.

No obstante, mientras ojeaba el ambiente por mero aburrimiento se fijó en la figura del joven.

—¡Eh, tú!—exclamó tratando de llamar su atención—¿Puedes venir un momento?

En cuanto el novato se acercara palmearía un par de veces la corteza del tronco indicándole que se sentara.

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Osamu Kinoshita

Comenzaba a preguntarse si acaso la mujer estaba demasiado lejos y debería esperar otro día más para poder hablarle, cuando escuchó que ella misma lo había avistado y le pedía que se acercase, lo cual hizo. Esperaba que fuera una conversación breve: Preguntas sobre los planes de unirse o no al grupo, sobre la corrupción, el diario que mencionó Elise y ahí quedaría.

Eso pensó. No sabía que cara poner cuando la silbato blanco le indicó que se sentara a su lado, por lo que quedó en blanco por un momento, felizmente una expresión bastante similar a la que llevaba por default.(?)

— ... No es necesario. — Se negó en el tono más cortés que pudo articular en su poca expresividad. Esperaba no insistiera, si era así tendría que obligarse a si mismo a ceder.

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Atreia Langley

Cuando el joven su acercó y rechazó su oferta de sentarse a su lado achinó los ojos. ¿Por qué querría conversar de pie? Teniendo en cuenta que ella era el "guía" del grupo, era bastante obvio que tenía bastantes cosas de las que hablar con él, bastantes días habían perdido ya.

—Que te sientes he dicho —respondió cerrando los ojos con una sonrisa—no te voy a comer.

Volvió a dar unos pequeños golpes en la madera del tronco a la espera de que el pelinegro se sentara de una vez.

También se fijó en su silbato, ¿otro azul, eh? Pensó que era lo normal, teniendo en cuenta que se encontraban en la segunda capa, aunque no recordaba que hubiera tantos Delvers por la zona. Aunque bueno, si lo pensaba fríamente, sería incluso más raro encontrar otros Delvers en capas más inferiores.

Podría contar con los dedos de las manos las veces que llegaba a ver supervivientes en la quinta capa.

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Osamu Kinoshita

...

Tuvo un mini debate mental sobre qué tan contraproducente sería replicar una vez más. Perdió y tuvo que resignarse a hacer lo pedido.

Decidió dejar de pensar en lo incómodo que le resultaba el asunto y más bien enfocarse en la conversación que tendrían a continuación. No sabía que esperar dado que no conocía a la mujer fuera de los rumores y algunas menciones a su persona en su desempeño como silbato blanco, lo normal.

— ¿Quería preguntarme algo en específico?

Mientras antes comenzara esta charla, antes terminaría era su claro pensamiento. (?)

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Atreia Langley

Antes de hablar analizó brevemente al chico. Parecía estar cerca de sus treinta o ya pasarlos, no estaba segura, tampoco era muy buena adivinando edades. Ni siquiera se conocía bien la de los demás, era consciente de que había algún criajo pero poco más. Excepto Hugh, para ella todos eran niños.

Una vez el pelinegro se sentó, Atreia apoyó sus codos sobre sus rodillas, cruzando los dedos y descansando la barbilla sobre el dorso de sus manos. Cierto, ahora que se acordaba, no se sabía ni su nombre.

—Eh... ¿Cuál era tu nombre? —preguntó primero.

Tampoco le importaba mucho, pero trataría de recordarlo al menos durante los próximos diez minutos.

—Sí, bueno, ¿no sé? En verdad solo quiero saber tus intenciones—continuó e hizo una breve pausa—me he fijado en que conoces a la tía del piercing en la nariz y... ¿al chaval de las gafas? En fin, como sea, no es de mi incumbencia, es solo curiosidad.

No sabía exactamente cómo abordar el tema. No conocía de nada a su nuevo acompañante ni tampoco había tenido el placer de intercambiar palabras, más allá de las que le dijo cuando abandonaron los puentes y le aconsejó que no se mantuviera solo.

—¿Piensas seguir descendiendo?—preguntó nuevamente—no sé cuánto se ha corrido la voz entre los Delvers que ya descendieron, pero nosotros nos dirigimos al fondo. A la séptima capa o... bueno, vete tú a saber si hay algo más.

Soltó una pequeña risa al mencionar lo último y esperó a que el joven contestara sus preguntas.

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Osamu Kinoshita

— Kinoshita, Osamu. — Respondió.

La impresión que la mujer daba mujer era... Una peculiar combinación entre una persona experimentada, imponente y... ¿Descuidada? Cuál sería la palabra correcta...

— Comprendo. — Le escuchó hablar hasta el final antes de decir algo. Suspiró para sus adentros, ya imaginando las posibles réplicas. Ocultó su disgusto ante la insinuación de conocer a aquel muchacho de antes, por lo que no pudo evitar corregir. — Solo la conocía a ella.— No brindó más detalles. — Había oído antes de descender sobre el llamado que hizo para "El descenso final", pero no mucho más. No esperé encontrarme con ustedes. — Hizo una breve pausa antes de continuar. — Estoy en una misión de búsqueda por motivos personales, planeo descender al menos una capa más. De no encontrar nada... Aún no he decidido mi próximo curso de acción, por lo que quería preguntarle si podía unirme a su grupo durante el descenso a la tercera capa.

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Atreia Langley

"Qué tostón de tío" Fue lo primero que pensó Atreia al escuchar las pocas palabras que Osamu le decía.

Ella tampoco era buena dando conversación y mucho menos si la otra persona no parecía estar interesada en ello. Se guardó sus pensamientos mientras escuchaba al menor responder a sus preguntas.

—Ajá... entiendo—masculló—¿hasta la tercera capa dices? Bueno, solo te digo que son unos siete mil kilómetros, así que tienes tierra para buscar a quién sea que estés buscando. Buena suerte.

Después se quedó mirando a las musarañas pensando si tenía algo más que añadir, pero no se le ocurría nada.

—Puedes hacer lo que quieras mientras no provoques un suicidio colectivo como alguno de por aquí —terminó por decir con una sonrisa y posando su derecha en el hombro del joven, apretándolo poco a poco cada vez más.

¿Era una amenaza? Era una amenaza.

Se le ocurrió que cuanto antes avisara, mejor, no quería tener que lidiar con otro incidente como el del nido del Needle Ghost.

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Osamu Kinoshita

— Gracias. Soy consciente de ello — Dijo tras asentir en reconocimiento. Pensó que recibiría la clásica respuesta de la búsqueda sin sentido que el mismo se decía e su cabeza, por lo que fue grato oír aquello de la silbato blanco.

Con aquello se fue algo de su incomodidad y recapituló mentalmente el resto de preguntas que quería hacer, pasando por alto que ella estaba quién sabía en que pensando, por lo que le tomó algo por sorpresa la amenaza

— ... — No se pudo terminar de preocupar por su hombro porque la mención al suicidio colectivo lo sacó totalmente de sus cavilaciones. — ... ¿Puedo saber qué sucedió y quién fue el detonante? — Atinó a decir después de unos instantes de silencio por su parte. — ...Para tener el respectivo cuidado. No se preocupe, lo que menos deseo es más problemas.

Dios, dónde se había ido a meter.

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Atreia Langley

Escuchar de boca del joven que era consciente de ello era lo único que necesitaba saber. Nada más y nada menos. No iba a perdonar a alguien por vivir en la completa ignorancia pues, por mucho que eso pudiera brindar una "felicidad" superficial no justificaba los horrorosos acontecimientos que daban lugar en el abismo.

—Bien.

Conforme el silencio se adueñaba de ambos buscaba la manera de salir de ahí ya que, en un principio, Osamu no parecía tener nada más que añadir a excepción de un rostro de confusión tras sus últimas palabras.

Alzó una ceja cuando escuchó la palabra del contrario, no pensó que indagaría en el asunto.

—Eh... bueno, hubo alguien que decidió irse por ahí, haciendo caso omiso a las indicaciones del otro guía—comenzó—por ende poniendo en peligro a la mitad del grupo del descenso ya que la otra mitad fue a investigar unos ruidos extraños—terminó de explicar.

No quería entrar en muchos detalles ya que simplemente con recordar aquel momento le comenzaba a hervir la sangre. Aún seguía molesta por ello y su forma de ser, rencorosa, solo empeoraba su humor.

—Pero en fin, ya están advertidos, si quieres saber más de lo que pasó te recomiendo que les preguntes tú mismo porque a mí no me han querido dar explicaciones válidas—añadió finalmente—eso o se piensan que con decirme cualquier argumento lo voy a aceptar. Seré mayor, pero no tonta.

Por un lado pensó si lo ideal era despotricar con un mero desconocido o si debería guardárselo, pero qué demonios, le daba igual.

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Osamu Kinoshita

Realmente se preguntaba con qué tipo de grupo se había ido a involucrar...

No puede trabajar en grupo de la misma manera que cuando estás sólo. Eso era algo lógico y que debía interiorizarse cuanto antes. Saber que había gente así en este grupo...

— Ya veo... Hacer algo así es simplemente... — Negó con la cabeza, sin llegar a terminar la frase, pero por su expresión de desconcierto, incredulidad y desagrado se podía entender que estaba de acuerdo con la mujer.

Tal vez le preguntaría a Elise si habia oído algo sobre esto, aunque en estos momentos realmente... No estaba seguro de querer hablar con ella. La silbato blanco no le había dicho quien había sido el culpable del incidente a pesar de su pregunta y no sabía así era apropiado insistir. Tener problemas de cualquier tipo con ella sería contraproducente.

Volviendo a la realidad, cayó en cuenta que la mujer no había soltado su hombro aún...

Miró hacia el brazo que lo sujetaba, esperando que deje de verlo como alguien a quien amenazar y lo soltase.

— Procuraré no ocasionar ningún problema para ustedes. — Recalcó, a ver si lograba convencerla de que no era una amenaza. (?) Lo que de alguna forma le recordó otra pregunta. — Además... Quería saber si cuentan con médicos y si es así quiénes son, en caso de surgir alguna emergencia.

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Atreia Langley

Decidió no añadir nada más al tema del kamikaze del grupo ya que Osamu no parecía tener intenciones de indagar más en la conversación. Ver como el joven observaba la mano posada sobre su hombro le recordó que aún lo tenía agarrado.

Volvió a apretarlo levemente una última vez y después abrió la palma de su mano con una sonrisa, dejándolo ir. Retiró su diestra y se acomodó de nuevo, posando sus codos sobre sus rodillas y dejando su barbilla descansar en el dorso de sus manos.

—Bien, bien, así me gusta. Esa es la actitud —concluyó.

Pensó que la pregunta del chico tenía sentido, se preguntó también si alguien lo había revisado para ver si estaba entero.

—Ah, médicos tenemos unos cuantos—recapituló—está Norman, mi asistente y silbato negro, una pelirroja con muchas pecas y... ¿creo que el chaval de las gafas rojas? Ni idea, ese es nuevo así que no te sé decir con exactitud.

La verdad es que su conocimiento del grupo de descenso era mucho más escaso de lo que pensaba. Aunque bueno, tampoco le daba dolores de cabeza, no tenía demasiado interés en socializar con niños pequeños.

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Osamu Kinoshita

... Por qué la gente es así

Agradeció mentalmente al fin tener su hombro en paz y resistió el casi acto reflejo de sobarse el hombro tras ver la sonrisa de la silbato blanco. Algo le decía que si lo hacía, sonreiría con más ganas. Negó para sus adentros. Al menos había superado la primera impresión, esperaba.

Recapituló mentalmente las personas mencionadas, logrando recordar al joven silbato negro, difícil de olvidar tanto por ser el único con aquel silbato en el grupo como por el parche en el ojo. La pelirroja... no estaba seguro, pero si mal no recordaba había visto otra paliroja en el grupo aparte de Bhandari, pero no estaba seguro. Y el chico con gafas nuevo... Estaba casi seguro que hablaba del compañero de Elise. Evitaría a este último en medida de lo posible, sí.

— Entiendo. La pelirroja que menciona... No es Bhandari, ¿verdad? — Parecía una persona muy metódica, pero no sabía si quería recurrir a ella para salvar su pellejo o el de alguien más, por lo que esperaba que se refiriese a alguien más.

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Atreia Langley

Cuando Osamu preguntó por Bhandari se quedó en blanco.

¿Quién diablos era Bhandari?

Ya le costaba horrores saberse los nombres de todos, era científicamente imposible que pudiera retener siquiera algún apellido.

—¿...Bhandari? Ehhhh...—murmuró—¿quién es Bhandari? —rendida, preguntó.

Recordaba todas las veces que le salía mal mentir en cosas tan estúpidas. Esta vez optó por preguntarle directamente. Tenía varias opciones, pero el problema radicaba en que no había solo una pelirroja en el grupo... eran tres.

Ni siquiera se sabía los nombres de las otras. Únicamente el de Ravi y porque se lo había recordado Hugh hace poco. Qué desastre.

—Bueno, ante la duda, acude a Norman, él te ayudará.

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Osamu Kinoshita

...

Dónde se había ido a meter x1000

— Pelirroja. Cabello corto, ojos brillantes. — Breve pausa intentando recordar su nombre, solía poner más atención en los apellidos. — Creo que se llamaba Ravi.

De todos modos, asintió ante lo último. En teoría un silbato negro debería ser mucho más apto y sensato que cualquier otro rango inferior. En teoría. Ya estaba asimilando que debía esperarse cual cosa de este grupo de descenso.

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Atreia Langley

Una vez escuchó en la depresión ya cayó en la cuenta. No pudo evitar una expresión de cierto desagrado al imaginarse a Ravi como un médico.

— ... no, ella no—respondió finalmente—tiene el pelo más largo y muchas pecas.

Teniendo en cuenta que no preguntaba por el otro chaval imaginó que, o bien no lo conocía de nada, o algo había pasado entre ellos dos. Aunque cuando lo conoció no le pareció alguien demasiado raro, incluso se había hecho amigo de Norman.

—¿Alguna duda más? Aunque no sé si seré capaz de contestarte a todo—le indicó con una suave risa.

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Osamu Kinoshita

Para que mentir, se sintió aliviado ante la aclaración (??) Suspiró levemente por lo mismo.

— Entiendo — Por la expresión de la mayor, se preguntaba si habría tenido algún altercado con ella. No le sorprendería, era... Una persona que se veía complicada por decir lo mínimo, al menos aquella había sido su impresión. Anotaría reconocer a la pelirroja mencionada, solo por si llega a ser necesario.

Permaneció pensativo un momento, recordando que otras cosas quería preguntarle y en qué orden de prioridad. Oh, cierto.

— Sí. Me comentaron que en el observatorio hallaron páginas de una diario que hablaba sobre cierta corrupción. No la he visto personalmente, pero hablando con algunos Delvers del grupo, parece que ustedes se han encontrado con ella en dos ocasiones. Quería saber si podría echarle un vistazo, me dijeron que usted tenía los escritos.

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Atreia Langley

Cuando Osamu le mencionó el cuaderno recordó que el chico se había unido después del campamento de observación, era normal que no tuviera constancia de los datos que habían encontrado.

Rebuscó en los bolsillos de sus pantalones en busca del diario que Paris le entregó, no lo encontró así que se acercó brevemente a la mochila que tenía cerca y lo recuperó. Se lo entregó con una expresión neutral.

—Aquí tienes—comentó—es un poco extraño, todavía lo estamos analizando a fondo para ver si encontramos alguna pista más. Hay cosas que no se entienden muy bien, así que, si eres capaz de descifrarlo nos haces un favor, también parece que faltan páginas.

Después, se acordó de la pregunta que le hicieron sobre la letra.

—Ah, y la letra no pertenece al silbato blanco Memphis, por si te lo preguntabas.