Segunda Capa


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Mesteres
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5 de noviembre ~ 18 de noviembre

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﹂ Papá


Papá

10 de Noviembre – Gran árbol

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Su Hua

Luego de aquella situación bastante... Subrealista, su cabeza se empezó a llenar de muchos temas a la vez; sus compañeros, su relación con ellos, que era ella ahora y que era antes, pero sobre todo, que fue de lo quienes dejó allá arriba. Por encima de todo su padre era lo que más rondaba en su mente, a pesar de las palabras de Dylan mientras estaban en medio de un delirio acompañado de un dolor de estomago(?, aun no se sentía del todo tranquila, pensaba en lo que pudo ser, por más inútil que le pareciera.

Para ella su padre siempre fue alguien inaccesible que parece totalmente lo contrario; su sonrisa, su delicadeza y confianza desmesurada hacia ella le ponían de los nervios. Para cualquiera debe ser algo cruel pensar tan severamente de tu padre, sin embargo, no era del todo un reproche, solo que, simplemente no comprendió nunca su forma de actuar.

Es aquí donde entran sus inseguridades, al sentir que no podía saber realmente que estaba pensando el otro le hacía imaginar tonterías, aun así ¿Eso no hacía con todos? Pensar que en el fondo le odian. Sobrepensar sus relaciones solo hacía que tuvieran rupturas en todas partes, cada vez que observaba el espejo que reflejaba a cada una de estas y se miraba a ella sentía que rompía un poco el vinculo.

Venir aquí era romper por completo la relación, si muriera ¿él se enteraría? ¿le importaría si quiera? ¿por qué no le insistió más para que no bajara?

La figura de su madre venía a su mente, arruinando aun más la visión que tenía de su padre. Compararlos era estúpido, uno siempre estuvo presente mientras la otra solo pensó en si misma... Y ahí estaba el punto, la comparación era realmente consigo misma ¿Le hizo lo mismo que mi madre nos hizo?

Corría entre los caminos, lo hacía como si algo la persiguiera, como buscando que su mente solo se concentrara en el cansancio. Su objetivo no estaba muy lejos, y esperaba que esta vez fuera la única ahí.

Al tocar la corteza del gran árbol simplemente se quedo apoyada en el intentando retomar de nuevo el aliento, miraba el suelo y algunas gotas de sudor caer de su frente, no parecía que se fuera a mover por un buen rato, pero pensaba que si no lo hacía iba a caer en llanto en cualquier momento.

Empezó a contar hasta 10 en voz alta para retomar su entrenamiento extraño luego de eso.

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Hugh Carpenter

Para él, los días transcurrían con tranquilidad. Le gustaban así. Era consciente de que habían ocurrido cosas bastante siniestras a las que había que prestarles atención, en especial a todo el asunto de las criaturas corruptas, pero quería dejar eso en manos de los más experimentados y de los más inteligentes. Él se dedicaría a asegurar la comodidad de todos en el campamento.

Y ahí se encontraba aquél día. Realizaba sus tareas de siempre y se preparaba para las que tocaba para dentro de varias horas con diligencia. No obstante, al pasar el tiempo algo le comenzó a inquietar. Sentía que algo fallaba. Miró a sus alrededores y comenzó a contar cabezas. Algunas personas faltaban, como siempre, pero solían volver al lago cada cierto tiempo. Excepto alguien.

Su Hua llevaba desaparecida más de lo normal. Habiendo llegado a esa conclusión, Hugh optó por tomar sus cosas e ir en su búsqueda esperando tanto lo mejor como lo peor. Caminó por los alrededores. No fue hasta mucho después que al fin divisó a la muchacha, quien corría a gran velocidad, como si algo la persiguiese.

...

¿¡La estaba persiguiendo algo...!? Hugh llevó la mano a donde estaba su arma, sin llegar a desenfundarla, y revisó la zona con cierto pánico. No parecía haber nada, pero no podía fiarse tanto de sus ojos en el abismo. Alzó la voz:

— ¡Su Hua, ven! ¿Qué ocurre?

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Su Hua

Estaba tan segura que estaba sola que el grito hizo que diera un salto hacia un lado, moviendo su cuerpo a la dirección de la voz de Hugh y colocando su mano en el arco dispuesta a sacarlo.

Algo agitada se puso a ver a todos lados, parecia que no había nada ni nadie aparte de Hugh, se enderezó y dio se giró hacia atrás para revisar su espalda, lado y lado, pero nada.

Todo esto lo había hecho bastante rápido, parecía marmota saliendo de su madriguera mirando hacía todos lados, por lo que no había analizado muy bien las palabras de Hugh.

Ahora entendía, había mal interpretado lo que estaba haciendo.

Suspiró y fue hacia donde estaba él.

— No ocurre nada — buscó un pañuelo de su bolsillo y lo uso para secarse la frente, era rosita y tenia conejos, lo doblo con cuidado una vez terminó y lo guardaría de nuevo.

— Solo estaba entrenando mi resistencia, lamento si lo asusté — Se notaba cierta pesadez en su voz, después de todo quería estar sola, de todos modos no le sorprendía que Hugh viniera a buscarle, estaba atento siempre de que estuvieran todos, este hecho lo comprobó ayer.

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Hugh Carpenter

Verla a ella agitada sólo hizo que él se pusiera aún más nervioso. Los dos se dispusieron a mirar a los alrededores en busca de un enemigo que no existía, situación interrumpida gracias a que Su Hua se había dado cuenta antes de qué estaba ocurriendo. Hugh apartó la mano de su arma y suspiró con cansancio:

— ... Casi me infarto. — Confesó. — Deberíamos implantar la norma de avisar qué vamos a hacer antes de marchar del campamento.

Luego se lo haría saber al resto. De todas formas, si ella sólo estaba entrenando, podía dejarla a su aire. Aunque no estaba seguro de si ella debería hacer ejercicio de esa forma tan intensiva cuando el día anterior estuvo enferma y drogada. Él no tenía conocimientos sobre salud, mas le sonaba peligroso:

— ¿Deberías? Ayer estabas mal.

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Su Hua

— A la siguiente le aviso que voy a entrenar — Bajaría un poco la cabeza en forma de reverencia porque si se sentía avergonzada, no le gustaba dar ese tipo de sustos a la gente, de por si a ella le parecía un gesto desagradable.

Suspiró al escucharlo, llevando su mano al cuello para rascarse un poco algo incomoda.

— No creo que haya mucho problema, los efectos ya pasaron y me he estado hidratando bien — Pensar en lo de ayer le seguía molestando, Chenge ni siquiera le dejó ir a desahogarse con Norman, tenía mucha frustración acumulada agregado por todo lo que había soltado a Dylan por no estar pensando con claridad.

Observó un momento a Hugh a los ojos y tuvo que bajar la mirada casi al instante, no había notado pero las lagrimas que había estado aguantando estaban empezando a caer. Era por esto que quería estar sola.

— Debo seguir manteniéndome fuerte para el equipo ¿no cree? Bueno, mejor sigo mi camino, otra vez, lamento molestarlo — Si se había dado cuenta o no era algo que no deseaba comprobar, aparte que su voz había sonado ligeramente entrecortada, quitando ya el cansancio de en medio, y no quería que esto fuera una molestia para el mayor ni para nadie, suficiente había fastidiado a Dylan con sus tonterias.

Buscando salir de la situación se giró para ir a otro lugar de esa zona, tal vez podría encontrar un arbusto para dejar el orgullo y llorar lo que le hace falta(?

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Hugh Carpenter

— Gracias.

Le hizo un gesto con la mano para pedirle que alzara la cabeza. Agradecía que tuviera su petición en cuenta, pero sabiendo que faltaban por escribir algunas normas de convivencia en el grupo no iba a echarle en cara nada. Era cuestión de irse conociendo los unos a los otros:

— Me alegro. Ve con cuidado. Esta capa es muy oscura.

Se hubiese marchado con eso, mas vio algo que le preocupó muchísimo más que cualquier peligro del abismo. Vio las lágrimas de Su Hua. Sabiendo lo seria y cerrada que solía ser la muchacha, que se le escapasen unas lágrimas significaba que había algo muy grande apretándole el corazón. A él se le cortó la respiración. En cuanto la vio girarse ni siquiera pensó dos veces en cómo actuar:

Mi niña, ven aquí. — Llamó con su tono de voz más suave. — ¿Qué pasó?

Se puso a su lado y extendió el brazo hacia ella sin llegar a tocarla. Todo en su gesto indicaba que, si no quería hablarlo, podía obtener un abrazo en su lugar:

— Ven. Cuéntamelo.

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Su Hua

Iba a seguir caminando, sin embargo ¿como podía? aquellas palabras habían salido del corazón del hombre, tan suaves y gentiles, palabras que un padre le dedicaría a su hija.

Sin girarse tuvo que llevar una de su manos al rostro, no podía era capaz de salir corriendo, pero tampoco era capaz de mirarlo. Señor Carpenter, nos conocemos hace nada ¿Por qué me coloca en una situación tan complicada? Es que ni siquiera tenía que girarse, presentía que se iba a encontrar.

Pensó en su padre, en como si este fuera el que se encontrará ahí atrás no se lo estuviera pensando tanto, simplemente se lanzaría a él y lo abrazaría. Esto se sentía algo doloroso.

Su mano había ido a taparle el rostro, sintiendo como se humedecía un poco por las lagrimas silenciosas. Tenía que suspirar de forma profunda, ya era tarde para ocultar que se estaba sintiendo para la mierda en ese momento.

Te talló los ojos y se giró, dándole aquella confianza a una de las pocas personas que le acompañarían en su descenso hasta la muerte, sin importar el tiempo, tenía que pensar las circunstancias. En ese lugar ¿de que servía el orgullo?

Con la cabeza gacha se choco contra Hugh, no subía los brazos ni nada, era como si hubiera chocado contra el de manera suave, aceptando que necesitaba algo de ayuda. Aun así no era capaz de decir nada, sus acciones solo eran acompañadas por un pequeño sollozo.

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Hugh Carpenter

El corazón se le partió en mil pedazos. No era capaz ni de imaginar qué era lo que estaba asolando a la pobre Su Hua, tan pequeñita, tan vulnerable. ¿Miedo a no ser lo suficientemente fuerte para el equipo? ¿Secuelas de los Inbyos Oscuros? ¿Una pelea con un compañero? ¿Algo que arrastraba de su pasado? No tenía ni idea. Lo único que sabía era que su niña necesitaba ayuda.

Cuando ella se "chocó" contra él, Hugh la rodeó con sus brazos suavemente. Tuvo el mayor de los cuidados, como si temiese romperla. Le fue acariciando el cabello con una mano, mientras que la otra la pasaba por su espalda. La arrulló con todo el cariño del mundo:

— Shh, shh, está bien... Ya pasó.

Seguiría abrazándola tantas horas como fuesen necesarias, tantos días como ella quisiera, meciéndola y mimándola como si fuese su propia hija de sangre.

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Su Hua

Si Hugh la estaba viendo pequeñita en aquél momento, ella misma se estaba percibiendo como una cosa diminuta, después de todo haberse rendido significa abrir sus sentimientos hacía alguien que apenas conocía. Aun si no lo conocía mucho, sentía que si no le decía nada a Hugh no se quejaría al respecto y solo le seguiría abrazando, justo como haría su padre.

¿Por qué dudaba tanto del amor de su padre? Si fue tan dulce hasta el final. Tal vez era por no sentirse merecedora de él, ni siquiera se sentía merecedora de ese abrazo, porque habían cosas más importantes y sus sentimientos parecian tan insignificantes en ese momento. No quería llorar, pero ahí estaba, siendo consolada como niña pequeña.

Posiblemente no pasaría porque sus palabras nunca serían escuchadas por su padre, no podía pedirle perdón, era tarde. Que sea tarde era lo que más le dolía.

— Lo siento — No le quedaba más remedio que disculparse con el hombre que tenía al frente, por preocuparlo y hacerlo tener que actuar como padre, por seguramente consolar unos sentimientos tan pequeños en comparación a todo lo que ha estado pasando.

— Perdón, no debería estar llorando — Subió sus brazos y correspondió el abrazo, se notaba que lo hacía de forma insegura, teniendo que luchar con el conflicto que le generaba todo esto.

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Hugh Carpenter

No liberó el abrazo en ningún momento. La arrulló, como si quisiese hacer dormir los sentimientos negativos que la atormentaban, y le murmuró algún que otro "Todo irá bien" y "Estoy aquí" lleno de amor. Si fuese capaz de mecerla un poco en brazos a medida que paseaba como con los bebés cuando caía la noche, lo haría sin pensar. Porque, en esos momento, Su Hua era una niña pequeña. Su niña pequeña:

— Shh, está bien, no te disculpes.

Su voz salió casi en un susurro. Dulce. Suave. La apretó fuertemente contra su cuerpo unos segundos, transmitiendo su cariño hasta lo más profundo de su alma, para después soltarla un poquito aún abrazándola. Continuó dándole mimos:

— Si quieres llorar, llora. Déjalo salir. Estaré aquí todo el tiempo que necesites.

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Su Hua

Pensar que aquel hombre estaba siendo tan dulce con ella le generaba tanta confusión ¿Era por esa imagen que se había impuesto como padre del grupo? No podía negarlo, era algo muy tierno de su parte, sobre todo teniendo en cuenta que ella era una mocosa que conocía hace apenas unas pocas semanas y había visto su temperamento, pero ahora estaba tratandola como si fuera su hija.

Se dejaba arrullar sintiendo tan suave todos aquellos gestos. Entre el arrullo y las palabras del hombre intentó apaciguar un poco su llanto, aun así escondía su cabeza en el torso del hombre, no quería que viera su rostro, aun el sentimiento de orgullo se asomaba ligeramente, se sentía un poco patética por esto.

Asintió un poco al escuchar que no se disculpara, respiraba de forma profunda y soltó el agarre del abrazo, descansando ahora sus manos en el cuerpo de Hugh.

— Muchas gracias, señor Carpenter — murmuró, escuchandose un poco más relajada, aun se notaba sus pequeños espasmos por el llanto anterior, pero intentaba retomar su tranquilidad.

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Hugh Carpenter

Para él, no era cuestión de cuánto tiempo se conocían. Desde el mismo instante en el que supo que los últimos días de sus vida los pasaría junto a sus compañeros del Descenso Final, decidió poner su corazón en todos y cada uno de ellos. Ellos iban a ser los últimos a los que conocería. Los últimos con los que hablaría. Los últimos a los que querría. Y los querría bien.

Por eso consoló a Su Hua con tanta ternura. Permitió que se tomase todo el tiempo del mundo para dejar salir hasta la última lágrima, hasta que cada sentamiento negativo fuese expulsado y purificado. Cuando notó que parecía calmarse, intentó hacer conversación:

— Está bien. ¿Quieres sentarte?

Señaló con la mirada los pies de un árbol. La muchacha debía estar agotada. Si así lo quería, podía echarse un rato con una manta encima mientras que él la protegía de posibles criaturas. Era decisión de ella.

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Su Hua

Al escuchar la pregunta asintió, se alejó y seco un poco sus lagrimas con el paño de antes.

Al decir esto caminó a donde Hugh le había señalado sentandose y observando al mayor.

— ¿Va a sentarse también? — preguntaba, aun en ese momento pensaba que Hugh ya había tenido suficiente de ella, si se iba ahora le iba a dar igual, habria hecho demasiado de por si.

Aunque.

Le gustaría que la acompañara un poco más y tal vez ...¿hablar un poco?

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Hugh Carpenter

Ya se había fijado antes, pero no pudo evitar echarle otro vistazo rápido al pañuelo de Su Hua. Entre eso y su antiguo lazo, se preguntaba si acaso su color favorito sería el rosa y si le gustaban las cosas adorables. Pero ya podría planteárselo más adelante. Ahora le habían hecho una pregunta:

— Por supuesto.

Ni siquiera se había planteado irse en ningún momento; desde el inicio su plan había sido sentarse con ella y ofrecerle su compañía. Por ende, se sentó a su lado. En un principio no iba a pedirle que le explicase qué le había pasado, pero tenía la sensación de que el permiso de indagar había sido concedido:

— Bebe un poco. Te sentará bien. — Aconsejó. — ¿Qué ha pasado?

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Su Hua

Mientras el otro se acercaba se preguntaba ¿Esta preocupación era genuina? ¿o Simplemente era una obligación de Hugh? Sea cual sea la respuesta tenía que simplemente dejarlo ser, necesitaba un apoyo ahora.

Agarró la cantimplora que siempre iba con ella y tomó un poco, no miraba a Hugh, después de todo debía tener la peor cara posible en aquel momento, de solo pensarlo le dolía la cabeza ¿por qué se preocupaba de todo esto?

— Señor Carpenter — Empezó a jugar con sus dedos mientras hablaba — ¿Odiaria a alguien ... eh... — Se rascó el cuello, no sabía como plantear la pregunta.

— Si usted siguiera arriba y... un familiar hubiera decidido ir al descenso final ¿Lo odiaria? —

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Hugh Carpenter

Observó a la joven. A pesar de que ella se veía algo mejor anímicamente, no pudo evitar apoyar la mano en su espalda y darle un par de mimos extra. Tras un rato, Su Hua hizo una pregunta. Una muy obvia. No se necesitaba muchas luces para entender de quién estaba realmente hablando. Hugh aún recordaba el día que conoció a la muchacha en el mirador de Orth, donde ella había explicado que su padre había tratado de impedirle bajar al abismo sin éxito.

Aún así, quiso ponerse en esa situación hipotética. Llevó su mirada al horizonte. Y se imaginó un mundo donde sólo su esposa hubiese muerto en el abismo. Uno donde aún tuviese a Keira a su lado. Uno donde ella, aún tras todo, hubiese querido unirse al Descenso Final. La sensación de soledad que vino después fue indescriptible. Sintió que, de haberse dado las cosas así, hubiese conseguido el silbato rojo e ido hasta el fondo del abismo con ella. Sabiendo eso, descubrió la respuesta a la cuestión:

— Jamás. — Dijo con convicción. — Cuando pienso en una situación donde o mi esposa o mi hija hubiesen tomado esa decisión, sólo puedo verme a mí mismo o apoyándolas o uniéndome a ellas. Nunca odiándolas. ¿Cómo podría? A una la amé durante la mitad de mi vida. A la otra incluso antes de que la suya iniciara.

Prosiguió:

— Cuando mi pequeña aún no nacía, me hacía mil preguntas. ¿Será una niña energética? ¿Tranquila? ¿Rebelde? ¿Tímida? ¿Cuál será su color favorito? Tenía muchas ganas de conocerla. Me daba igual qué clase de personalidad tendría: todo me hacía ilusión porque todo iba a ser lo que haría a mi hija, mi hija. — Explayó. — Por eso, si ella hubiese elegido unirse al Descenso Final, no la hubiese podido odiar.

Volvió a posar sus ojos en su compañera:

— Y todo padre que se aprecie pensaría igual.

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Su Hua

Se preguntó si había tocado un tema sensible sin querer, la amé, había que ser muy poco perceptivo para darse cuenta de las implicaciones de esto. Bajaría aun más la cabeza, pensando que debería detener la conversación en ese momento, pero Hugh prosiguió con aquel tono dulce, no debía sentirse culpable si el se quedó...déjate ayudar

Terminó por acercar mas sus piernas a su rostro, escondiéndose en sus rodillas.

— Papá...Siempre ha sido bueno conmigo — Pensaba en el primer año que mamá se fue, en como a pesar de su actitud haragana el intentaba ser lo más paciente, entiendo su dolor, después de todo el también lo estaba pero...Era tan pequeña y tonta que no era tan consciente de esto.

Papá a sufrido mucho ¿Qué será ahora de él?

— Si el hubiera venido no hubiera estado de acuerdo, es torpe y no muy fuerte... Pero el también quiso decirme que no bajara y no le hice caso. Siento que aunque no me odie igual lo lastimé — Suspiraría, intentando de alguna forma calmar sus sentimientos de aquel momento.

— Lamento si saqué algún tema sensible para usted, no se ni siquiera como está su familia o si la tiene si quiera, y ahora está preocupándose por una chica que acaba de conocer — A pesar de que el mayor le había dicho que no se preocupara era algo complicado para ella no hacerlo, se sentía agobiada.

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Hugh Carpenter

El corazón se le partió otro poco en cuanto escuchó aquél "Papá siempre ha sido bueno conmigo" tan lastimero. Era una niña. Tan sólo una niña. La escuchó tan atención y, cuando ella terminó de hablar de su pariente, Hugh decidió que no usaría sus típicos filtros. Ese día hablaría desde el corazón:

— Puede. Seguramente te eche mucho, mucho de menos. Igual que tú le echas de menos a él. — Se inclinó un poco hacia Su Hua y le dedicó una sonrisa. — Eso significa que os queréis.

Volvió a colocarse en la posición de antes y dejó escapar un suspiro. Aún así, las comisuras de sus labios continuaron suavemente curvadas:

— Sentiste el llamado del abismo, ¿no es así? Quisiste dedicar tu vida a esto. — Expuso. — Un padre da dos vidas. Al mundo, la de su hija. Y, a la hija, la propia. Sacrifica todo para que su hija encuentre su lugar en el mundo. Su razón para vivir. Para vivir la vida que se le dio. Si te hubieses quedado en Orth, ¿hubieses sido feliz? ¿Y tu padre? ¿Hubiese sido feliz sabiendo que llevarías una vida sin valor?

Dejó una pausa:

— Te echa de menos. Pero te quiere aún más.

Antes la disculpas, hizo un ademán con la mano restándole importancia al asunto:

— Hablé de ello porque quise. Y, bueno... Ya me había encariñado de ti antes de conocerte.

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Su Hua

Aquello que decía el hombre eran sin duda palabras que solo sabría decir un padre de esa forma. Siempre pensó que su padre había dejado que llevara su vida de delver porque no le veía caso interferir, pero verlo de esa forma tal vez le daba algo más de sentido.

Aunque no pudiera confirmar nada de lo que le estaba diciendo, para calmar su corazón prefirió creer en estas palabras. Aun así algo era claro "El me quiere".

— No hay nadie que me haya dado tanto como lo ha hecho él. Lo extraño y me siento culpable por no estar a su lado, pero tienes razón. Mi padre siempre ha buscado que sea feliz, si no, no estuviera aquí — Levantó la cabeza y golpeo sus mejillas con sus palmas, como queriendo despabilar y soltar esas inseguridades.

Cuando escuchó aquella últimas palabras solo pudo soltar una pequeña risa airosa, no entendía como se podía encariñar de ella siendo la persona que era, pero no lo iba a cuestionar, sentía que solo alargaría la conversación de forma innecesaria.

— Sus chistes malos me recuerdan a mi padre. Siento que si lo hubiera conocido se llevarían bien — Soltó, teniendo en cuenta la vez que se conocieron, cuando pudo hablar tanto con él como con Atreia, nunca pensó que ambas relaciones evolucionaran de formas tan curiosas.

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Hugh Carpenter

Sonrió con los ojos al escuchar las palabras de la muchacha. La ternura que le evocaba era inefable. Ver cómo se recuperaba poco a poco de sus inseguridades le devolvía la paz perdida. Aún así, era importante cementar la idea de que ella era querida hasta por quienes no estaban a su lado:

— A esta profundidad las cartas llegan sin problemas. Dile que le quieres tantas veces como puedas.

Entonces, Su Hua hizo una comparación. Él echó un poco la cabeza hacia atrás en lo que hacía el amago de una risa. Le encantaba que le conocieran por su sentido del humor ridículo. Siempre obtenía reacciones divertidas:

— ¿Chistes malos? ¿Disculpa? — Se quedó un segundo en silencio. — Estoy Ozendido.

Tuvo que aguantarse un "¿Entiendes? Porque estamos en la segunda capa. Ozendido. Ofendido" para no dar más cringe del que era necesario. Por culpa del chiste, recordó ciertas conversaciones que tuvo en los últimos días. Aprovechó que el ambiente ya no era tan denso para hacer una pregunta que quería lanzar desde hace tiempo:

— Por cierto, ¿cuándo es tu cumpleaños?

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Su Hua

Asintió apenas un poco, suspirando luego. Aun se sentía algo incomoda con todo esto, además de su padre, su tía y Chenge, nadie la había visto llorar de esa forma. Se sentía algo débil, pero a su vez quería tener un apoyo... Al final su padre es más indispensable para ella de lo que le hace parecer.

— Eso haré. Tengo muchas cosas que escribirle... Muchas gracias, Señor Hugh — Iba a sonreír, pero luego escuchó otro de sus chistes terribles. No sabía si era por el cambio abrupto o porque aquel intento de hacer la broma le pareció adorable, pero tuvo que subir sus manos para tapar su boca.

— Pfff, es malisimo, por favor no lo repita o me dará algo de lo malo que es — Al final soltó una risa, una carcajada pequeña. Algunas otras lagrimas bajaron por sus ojos luego de esto, por la mera nostalgia que le daba el reír así, pero intentó ignorarlas y respirar profundo.

Ladeó la cabeza cuando escuchó la pregunta.

— 20 de noviembre... — Respondió sin pensarlo mucho — ¿Para que quiere saberlo... Por favor, no haga ningún escandalo cuando sea ese día, no es algo importante. Un feliz cumpleaños es suficiente — Dijo de forma apresurada, si hubiera pensado esto antes no le hubiera dicho, pero siendo Hugh sentía que le iba a dar más importancia de la que debería. Aparte no falta nada, aaaa.

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Hugh Carpenter

Hizo un ademán con la mano para indicarle que no había que agradecerle nada. Después, hizo su terrible juego de palabras. Cuando vio las lágrimas bajando por las mejillas de la pequeña, instintivamente apoyó su mano en su espalda y le dio unas suaves palmadas:

— ¿Y si digo otro?

Miró al cielo, pensativo. No quería usar ninguno de los chistes en su arsenal, sino que quería crear alguno que tuviese que ver con el abismo. Así, no sólo mantendría una temática, sino que apelaría a uno de los gustos de Su Hua. Tras varios segundos, devolvió la vista a la muchacha con un brillo especial en los ojos:

— "¿Qué le dice una aturdidora a otra aturdidora? ¡Sígueme la corriente!"

Entonces, dio lugar el tema de los cumpleaños. Averiguar que la muchacha estaría de celebración en diez días le puso un poco nervioso; esperaba terminar a tiempo lo que tenía en mente. Se percató del nerviosismo de Su Hua. Y sonrió de forma ladeada. Había cierta picardía en su mirada:

— Tranquila... Haré algo peor. — Bromeó. — ¿Cuántos cumples?

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Su Hua

Cuando hizo la pregunta solo negó con las manos calmando aquella risa que venía más por la situación que por el chiste, sabía que si soltaba alguna estupidez como la anterior se iba a reír igual por estar predispuesta a momento. Ignoraba sus lagrimas o cualquier sentimiento negativo.

Algo le dijo que simplemente no le dijera nada, su silencio le daba curiosidad ¿tal vez se rindió? Lo miraba atenta, como esperando algo. Al escucharlo se quedó en silencio unos segundos, era tan malo que incluso lo de antes no le ayudaba, se puso las manos en la cara y volvió a conseguir la risa por solo pensar la cara de determinación del otro al decirlo.

— Por los Dioses, es malísimo, sin duda ganaría en un concurso de chistes malos — Se destapó la cara, en aquel momento sentía entre vergüenza, miedo y confort, cada una influenciada por su forma de pensar. Aquellas interacciones con el hombre le hacían falta, sin embargo ¿realmente era tan bueno abrirse tanto con alguien? a veces se arrepentía de hacerlo con Dylan, pero aquí sinceramente se vio necesitada a hacerlo.

Confiar...Realmente necesitaba confiar en el resto si quería sobrevivir y llegar a lo profundo del abismo, deseaba poder conocer sus secretos y para ellos debía olvidar lo demás. Al menos podría empezar con aquel hombre tan noble, tan estúpido en su visión, pero sin duda de buen corazón.

Suspiró derrotada cuando dijo lo de hacer algo peor — No tenemos tiempo para preocuparnos por estas cosas, espero que no hagas escandalo de todos modos o me enojare — Se cruzó de brazos, como haciendose la indignada por si servía de algo para que no hiciera nada, lo dudaba.

— 18 — Ahí si respondió de forma tranquila.

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Hugh Carpenter

Por supuesto, la pregunta de si quería escuchar otro chiste era retórica; negarse sería fútil. Dijo su broma. Y se regorcijó en las reacciones de su víctima, completamente orgulloso de sí mismo y de su ridículo juego de palabras. Dejó salir una carcajada profunda:

— Me halagas demasiado. — Bromeó.

Aún con una amplia sonrisa adornando su faz, negó con la cabeza. Justamente porque estaban en el abismo, hogar de la desesperación y de la muerte, había que celebrar la vida. Había que celebrar los cumpleaños, las festividades, los cambios de estaciones y hasta los amaneceres. Carpe diem. Así pensaba él.

Pero no diría eso en voz alta. Ya había hecho bastante monólogo lleno de esperanzas bañadas en luz, y más de eso sería extraño. Por el momento, se quedaría junto a la pequeña, tratando de animarla con conversaciones banales. Algún que otro chiste por aquí, algún que otro comentario por allá, alguna que otra pregunta por el otro lado... Lo que fuera para hacerla reír incluso más de lo que había llorado.