Segunda Capa


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Mesteres
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5 de noviembre ~ 18 de noviembre

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﹂ 𝐏𝐞́𝐫𝐝𝐢𝐝𝐚𝐬


Pérdidas

6 de Noviembre – Lago trémulo

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Hugh Carpenter

La alucinación que había sufrido le había confirmado dos cosas: lo primero, que tenía una fobia enorme a quedarse solo. Lo segundo, que no había nada más aterrador que no poder moverse mientras sus seres queridos estaban en peligro de muerte. Y fue por eso que, cuando Hugh fue capaz de salir de esa pesadilla, su primer pensamiento fue "¡Los niños!".

Abrió los ojos de golpe y rápidamente comprobó el estado de sus compañeros. Los chicos nuevos, Su Hua, Dylan y Nanami estaban perfectamente. Ravi había estado llorando desconsoladamente, mas ya había sido interceptada por Chenge. Eryn estuvo temblando como una hoja, pero pronto fue abrazada por Su Hua y ayudada por Paris. Finalmente, se fijó en cómo Atreia cojeaba y... ¿En cómo nadie la estaba socorriendo...?

No pudo evitar fijarse en ella en todo el camino hasta el extremo de la segunda capa. También le echó una ojeada a Norman, quien claramente estaba teniendo un día horrible. Así pues, decidió que primero atendería a Atreia y después consolaría a Norman.

Cuando llegaron al lago, Hugh puso su mochila en el suelo y de ella sacó sus primeros auxilios. Inmediatamente se dirigió a la mujer y se arrodilló ante ella. Su expresión era neutral:

— Acuéstate. — Demandó. — ¿Cómo te has hecho eso?

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Atreia Langley

Una vez habían conseguido llegar a una zona segura por fin pudo respirar tranquila. Los últimos dos días habían sido tan frenéticos que no le habían dado tiempo ni de degustar el alcohol que siempre llevaba en la cantimplora. Una vez consiguió sentarse a orillas del lago soltó un largo suspiro de alivio.

Observaba algo distraída los Rohana ir de un lado a otro y las luces moradas y rosáceas que desprendían y se entremezclaban con el agua del lago. En su cabeza pasaban muchas cosas, aunque su mayor preocupación eran las cuatro nuevas personas que se habían unido al grupo. No le disgustaba del todo, nunca venía mal un poco más de ayuda; sin embargo cada vez eran más y eso haría que descender se volviese una tarea más difícil ya que abultaban más y llamaban más la atención de posibles grandes depredadores.

Solo se dio cuenta que Hugh estaba al lado de ella cuando habló, aunque más bien fue una orden. Parpadeó algo perpleja ante su "saludo".

—¿Cómo?—preguntó primero confundida. Alzó las cejas y entreabrió la boca al entender a qué se refería—¡Oh! ¿Lo de la pierna dices? Fue antes, en el puente, fue la única manera que se me ocurrió para salir de las alucinaciones, si no, dudo mucho haber salido por voluntad propia.

Se quedó sentada, como estaba antes, haciendo caso omiso a su demanda.

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Hugh Carpenter

Le sorprendió que Atreia hubiese tenido la fuerza de voluntad para poder hacerse daño a sí misma, pero al mismo tiempo se apuntó el truco para la próxima vez:

— Mhmm, tú también... — Farfulló. — Ten cuidado. Por las piernas pasa una arteria muy importante.

Sacó de los primeros auxilios lo necesario para curarle y esperó pacientemente a que Atreia hiciera caso, haciendo presión a base de mirarla fijamente. Aprovechó para revisarla mejor. No podía discernir si el reciente ataque alucinógeno la había afectado mentalmente o no debido a que Atreia ya parecía cansada y molesta de mucho antes, así que sólo le quedaba preguntar directamente:

— ¿Cómo estás? Entre ayer y hoy has debido recibir mucho daño físico y emocional.

... Por cierto, ahora que lo recordaba...:

— ¿Tienes tratadas las heridas de ayer?

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Atreia Langley

Su raciocinio en aquel momento no era el idóneo para pensar en que se podría haber perforado una arteria, pero Hugh tenía razón, tenía que haber sido más cuidadosa.

—Sí, qué se le va a hacer, esos bichos son muy impredecibles je...—comentó—vaaaale, vale, tendré cuidado para la próxima.

Viendo que había sacado ya todo el armamento para encargarse de todo su cabeza buscó miles de ideas para salir de ahí, ¿tenía que echar un meo? ¿Se había dejado algo tirado por ahí? ¿La estaba llamando Norman aunque no había rastro de él cerca del lago? Ah, eran tantas posibilidades, pero ninguna parecía lo suficientemente ingeniosa para engañar a alguien como Hugh.

Optó por lo fácil.

—¿Eh? Estoy bien hombre, no te preocupes—dijo primero—no es la primera vez que desciendo, estoy acostumbrada.

"Joder" pensó inmediatamente. "No se le escapa una". No sabía si reír o llorar, pero optó por lo primero y soltó una suave carcajada.

—Están bien. Ya no me duelen.

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Hugh Carpenter

Quiso creer en ella cuando le dijo que tendría cuidado, así que tan sólo suspiró y lo dejó ahí. Después fue que él preguntó sobre su estado. La contestación de la otra no le convenció del todo. Hacía unos minutos había dejado claro que estaba molesta por el asunto de Chenge y Ravi, así que como mínimo eso le estaba afectando emocionalmente. Y, físicamente hablando, no había más que ver la profunda herida de apuñalamiento en su pierna:

— ¿Por qué rehúsas la ayuda de los demás?

Era una pregunta genuina. Rechazarle a él era comprensible, pues había una barrera de confianza y de género entre ambos, pero también apartar a Norman era extraño:

— ¿Por qué razón no dejas ni que desinfectemos tus heridas? Ni siquiera lo haces tú misma.

Hugh conocía de Atreia de sólo un mes, pero entre que él era muy perceptivo y que ella era increíblemente risueña ya había aprendido a diferenciar sus distintos tipos de risa. Sabiendo eso, y escuchando su suave carcajada, quedaba claro qué era lo que estaba sintiendo la mujer en esos momentos. No podía hacerle la trece catorce tan fácilmente:

— Déjame ver.

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Atreia Langley

Ah mierda, Hugh era demasiado bueno identificando la raíz de los problemas y haciendo preguntas que no le gustaba contestar. ¿Cómo iba a librarse de esa? Para colmo habían sido dos disparos, no solo uno.

—No me rehúso... ya sabes, tampoco quiero molestar y eso, estoy mayorcita para lidiar con mis problemas—trató de sonar convincente.

A decir verdad sí que se solía tratar las heridas, sin embargo los últimos días no había tenido tiempo suficiente para hacerlo, su cabeza estaba en otras cosas y el dolor ya no era algo que le incordiara lo suficiente como para no poder moverse o realizar acciones cotidianas.

—Por nada en concreto—comenzó—y sí lo hago, a veces... lo que pasa es que pasan cosas, ocurren otras y se me acaba olvidando jejejeje... —rió con cierto nerviosismo.

¿Iba a ser imposible? Tenía que haber alguna forma de engatusarlo y escaquearse, pero necesitaba tiempo para pensar y el hombre la estaba acorralando demasiado. ¿Sería precipitado salir corriendo directamente? ¿O tirarse al lago? ¡Pero si se tiraba al lago luego tendría que quitarse la ropa mojada! Hugh lo usaría en su contra para verle las heridas. Con ambas opciones se condenaba ella sola.

Maldita sea, era demasiado complejo, casi prefería estar enfrentándose a una criatura.

—De verdad Hugh, no pasa nada, no es necesario que te molestes 💦—respondió apartándose un poco, soltando un pequeño quejido por la herida de la pierna.

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Hugh Carpenter

— Sólo molestas cuando nos rechazas.

Algo le decía que Atreia sólo estaba dando excusas, pero aún así quería rebatirle cada mal argumento que le daba hasta dejarla sin armas. No pediría que le dijera la verdad. Sólo que se permitiese ser querida y cuidada:

— Queremos ayudarte porque nos importas. Así que cuando te apartas, das a entender que no es recíproco. Duele bastante. Es frustrante.

La siguió mirando intensamente, haciendo un agujero en su alma. Su voz era firme:

— Ahora te lo he recordado. — aka. "Si no me dejas curarte yo, hazlo tú. Ahora".

Vio cómo la mayor intentaba huir. Se sintió culpable por estar incomodándola, pero no quería ceder en algo tan importante como su salud. Si sus heridas acaban infectándose o abriéndose por haberlas ignorado no se lo perdonaría jamás:

Quiero molestarme. Eres mi amiga.

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Atreia Langley

Frunció el ceño antes las palabras que el hombre dijo después. ¿Cómo se podía molestar rechazando algo que sería gastar tiempo y esfuerzo? No terminaba de captarlo, ¿tal vez era porque hacía mucho que descendía en grupo?

Lo que sí no consiguió entender fue el porqué estaba hablando en plural. Aunque supuso que se refería únicamente a Norman; ella no tenía demasiado trato con los demás Delvers, la barrera de la edad y su reputación seguramente eran uno de los problemas. Aunque su retorcida personalidad tampoco ayudaba mucho.

—Pero ya dije que no es para tanto, no es como si me estuviera muriendo—intentó excusarse—si de verdad estuviera sufriendo ahora mismo estaría retorciéndome de dolor.

La fulminante mirada de Hugh le daba a entender que no había forma de salir de ahí. Era un callejón sin salida. Lo miró fijamente de vuelta y, al final, soltó un profundo suspiro.

—Está bien, tú ganas —murmuró a regañadientes haciendo un puchero—pero solo la pierna. Las otras están bien, en serio.

Quiso hacerse la "damisela" indicando que no quería desnudarse frente a un hombre, pero ya se lo guardaría para luego si el hombre insistía en esas heridas también. Volvió a acercarse y se remangó el pantalón hasta el final del muslo, donde se veía el corte que se había hecho.

No era demasiado profundo y ya casi no sangraba, la tela se había comido casi toda la sangre que había expulsado.

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Hugh Carpenter

— Esas heridas dolerán más si no se tratan, se podrán infectar, abrir o algo peor. No queremos que te pase nada de eso. Estar viva no es suficiente. Queremos que estés bien. — Explicó. — Que estés bien de verdad.

Le mantuvo la mirada. Al escucharla decir "Está bien, tú ganas" con ese tono de puchero tan característico de ella, Hugh sintió como si mil piedras hubiesen sido retiradas de sus hombros. Bajó los hombros en un suspiro, sonrió por primera vez en toda la conversación y... Unas pocas lágrimas se resbalaron por sus mejillas.

Ah. Había tratado de no pensar en ello, pero tras haberse quedado solo en los puentes colgantes apreciaba incluso aún más poder comunicarse de nuevo con sus compañeros, de escuchar sus voces, de ver las pequeñas manías que les hacían tan únicos. En esos momentos, la cabezonería de Atreia le parecía la mayor de las maravillas, lo más tierno, lo más especial.

El hombre se limpió rápidamente la cara con el brazo y rio por lo bajo:

— Gracias por existir.

En fin. Se dispuso a tratar su herida. Él no tenía muchos conocimientos médicos, pero sí sabía lo suficiente para hacer un buen trabajo con algo tan sencillo. Mientras estaba a ello, habló:

— También quería hablarte de una cosa, pero no sé si estás muy cansada ahora.

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Atreia Langley

Escuchaba sus explicaciones y justificaciones con oídos sordos. Era algo que escuchaba tan a menudo de Norman que lo tenía casi estudiado. Volvió a suspirar esperando a que terminara.

Sin embargo, lo que vino después la pilló tan desprevenida que se quedó muda unos segundos. Parpadeó perpleja un par de veces intentando asimilar lo que estaba viendo. Alzó las cejas con una mezcla de confusión y sorpresa.

Él... ¿Estaba llorando? ¿Por qué? ¿Había dicho algo malo?

Se quedó pensativa y tampoco entendió la siguiente frase, mas le causaba cierta gracia que precisamente él le estuviera preguntando si "estaba bien", pensó que era una pregunta que tenían que hacerle a Hugh antes.

—¿Mhhm...? ¿A qué te refieres?—preguntó primero ladeando la cabeza intentando tantear el terreno—¿Con qué derecho me preguntas a mí si estoy bien si luego te pones a llorar delante de mí?—bromeó dándole un suave golpe con el dedo índice en el hombro.

No era buena consolando a la gente, así que no supo muy bien de qué forma preguntarle, por lo que pensó que haciendo una pequeña broma era su forma "segura" de intentar confortar. Ah, qué terrible, las palabras se le daban muy mal en esas situaciones. Mas se vio distraída por la siguiente bala de Hugh.

—¿Huh, qué ocurre?—preguntó curiosa—estoy cansada, pero no demasiado, puedo aguantar una conversación.

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Hugh Carpenter

Supuso que era demasiado pedir que ignorase esas lágrimas que se le habían escapado de forma tan traicionera. Atreia no había hecho ningún comentario similar a "Los hombres no lloran", pero el bochorno y el miedo se apoderaron de él igualmente. Le hubiese gustado pasar un tupido velo, pero la costumbre de explicarse fue más fuerte:

— ... Antes, en los puentes... — Empezó, no sabiendo cómo explayarse. — Primero vi a mi hija. Luego, todo se volvió negro. No podía ver ni oír nada y... Os eché de menos a todos.

Qué vergüenza. Centró su vista en la herida que estaba tratando y, para obtener coraje, fingió que estaba hablando con Hannah:

— Uno de mis mayores miedos es quedarme solo, así que... Cuando me quedé en esa negrura pensé que os había perdido. Ahora que os he "recuperado" me he fijado en todo el cariño que os tengo, cómo aprecio cada pequeña manía y cuánto me alegro de haberme unido a esta operación sólo por el hecho de haberos conocido. Por eso, gracias por existir.

El corazón le iba a mil. Carraspeó:

— Ejem. Es sobre Ravi. He estado hablando con ella. Resulta que ha crecido en un orfanato y no tiene experiencia hablando con otras personas, por eso no conoce las normas sociales. Pero no tiene malas intenciones. Si le explicas bien las cosas, te tiene en cuenta y aplica lo aprendido. Se esfuerza mucho.

Santo Dios, no paraba de escupir cada palabra que se le venía a la cabeza sin procesarla antes como siempre hacía. Su elocuencia había sido sustituida por nervios:

— Por eso... Quería pedirte que fueras más paciente con ella.

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Atreia Langley

Escuchó antentamente cuando Hugh comenzó a hablar, nada más dijo las primeras palabra supo que tendría bastante para contar, no era la primera vez que lo hacía. Además sabía de antemano que su honestidad era su arma de doble filo. No dijo nada de primeras y esperó.

—Oh... entiendo—soltó, sintió que en aquel momento eran muy similares—a mí... me pasó casi lo mismo, aunque fue únicamente la voz, no llegué a ver nada porque cerré los ojos de inmediato... no creo que lo hubiera podido soportar.

Tras decir aquello su rostro se relajó un poco, fue como quitarse una diminuta carga. Observó como el hombre le curaba la herida mientras seguía explicando. Cuando terminó con dicha parte, no supo qué expresión poner.

—Vaya, no sé qué decir—se sinceró rascándose la mejilla algo avergonzada.

Pensó que tal vez tampoco había nada que añadir al respecto, Hugh se había sincerado y había que aceptarlo de esa forma. Asintió silenciosamente y esbozó una pequeña sonrisa. Tenía muchas ganas de molestarlo como de costumbre, pero se abstuvo. Después, cuando comentó lo de Ravi volvió a suspirar.

—¿Fui demasiado dura?—preguntó mirando a otro lado—Ah, estaba muy frustrada en aquel momento, pero creo que tiene gran parte de culpa, no tenía que haberse ido por ahí como si nada, espero que a partir de ahora sepa lo que significa un "grupo"—defendió—que no lo entienda no justifica sus acciones, la ignorancia de las cosas no nos exime de los pecados que cometemos.

Volvió a hacer un puchero al escuchar sus últimas palabras.

—...—suspiró, le costaba demasiado negarse a sus peticiones, era peor que Norman a veces—lo intentaré. Pero no prometo nada.

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Hugh Carpenter

Le sorprendió cuando Atreia le comentó sobre qué alucinación había tenido en los puentes, sintiendo que el corazón se le encogía por ella:

— ¿A... Tu hija?

Sabía que Atreia tenía un marido muerto, pero no era consciente de si tenía niños y de si éstos seguían vivos. No quería entrometerse mucho, pero a esas alturas sentía la suficiente confianza como para, como mínimo, lanzar la pregunta:

— ¿También está...?

Después continuó con su explicación. Viendo que Atreia estaba tan avergonzada como él, tan sólo se rio nerviosamente e hizo un ademán para restarle importancia. Al menos, se alegraba que ella se lo hubiese tomado tan bien. Había temido comentarios que se burlasen de él por cursi y "poco varonil", pero no ocurrió nada de eso. Le agradeció internamente a la mujer.

Pasó al tema de Ravi. Asintió ante sus palabras:

— Es comprensible. A mi también me dieron ganas de gritar. — Confesó. — Chenge y yo hemos hablado con ella. Ahora sabe porqué no se hace y ha prometido comportarse.

Le dio ternura el puchero, así que respondió con una sonrisa:

— Gracias.

Normalmente le gustaba ser más escueto al hablar de algo, pero viendo que Atreia le estaba siguiendo tan bien la conversación se permitió divagar más:

— A decir verdad... Sospecho que Ravi no está bien mentalmente. No sé si es retraso mental. No sé nada de estas enfermedades. Pero aún sin experiencia en grupos sociales, nadie se portaría tan de forma tan infantil, ¿no crees? Por eso pienso que hay que ser más paciente y amable de lo normal.

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Atreia Langley

Cuando escuchó la pregunta, más bien, las dos preguntas, recordó que no se lo había mencionado en ningún momento. Normalmente no le gustaba hablar demasiado de ello, era un capítulo de su vida que no le gustaba sacar a la luz muy a menudo. Sin embargo, Hugh se lo dijo sin ningún percance, quiso creer que ella podría hacer lo mismo.

—Sí, yo... tuve una hija, ¿extraño verdad? Con lo mal que se me dan los críos... fue hace doce años—le explicó primero—se llamaba Epione.

Recordarlo le resultaba tan... nostálgico. También se sentía rara, eran contadas las personas con las que había hablado de su hija, especialmente porque tampoco le habían preguntado por ello. Era un poco como andar a la cuerda floja o volver a usar la bicicleta después de muchos años.

—Desapareció hace seis años... fui demasiado descuidada supongo. Cuando me quise dar cuenta solo quedaba una nota de ella—rió un poco intentando no mermar el ambiente—quería seguirme al abismo, así que, de alguna forma lo hizo. Entonces, un año después me confirmaron su muerte.

No obstante, a pesar de sincerarse, no quiso decir cómo había muerto, no sería algo agradable que añadir a la conversación y eso empeoraría todo.

—Ah, espero no arruinarte el ánimo con esto, es solo la historia de un Delver más, el pan de cada día supongo. Es curioso lo tristes que son las vidas de todos los que nos vemos atraídos por el abismo, igual es el precio a pagar por esta elección egoísta—reflexionó mirando la orilla del lago.

Al escuchar los motivos de defender a Ravi comenzó a comprender un poco por qué le pedía que fuera más paciente. Apoyó las manos en el césped para reclinarse un poco, estirando el cuello. Si no fuera porque Hugh estaba intentando tratar el tema con empatía y seriedad, le hubiera dicho que retraso mental le parecía un diagnóstico benévolo.

—Mmm... sí, no te niego que su comportamiento es ciertamente inquietante, por describirlo de alguna forma—comentó al respecto—ya te lo he dicho, lo voy a intentar, pero no destaco por tener paciencia. No me llaman "demonio" por nada en especial—terminó por bromear.

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Hugh Carpenter

No le pareció extraño que Atreia hubiese tenido una niña, sino todo lo contrario; con su edad y sabiendo que estuvo casada, lo normal era que hubiese expandido la familia. Pero saber que lo perdió todo... Realmente su pecho pesaba. Dolía tanto por ella. Escuchó en silencio su historia, dejando que se sincerara. Ante lo último, negó con la cabeza:

— No es "la historia de un delver más". Es tu historia.

Se tomó unos momentos para procesar toda la información, en lo que terminaba de vendar la pierna de Atreia y finalizar el tratamiento. Se apartó un poco de ella. Luego, tomó aire con pesadez:

— Debió ser... Tan desgarrador. Perder a las personas a las que más amabas en este mundo, conocer lo ensordecedor que puede llegar a ser el silencio...

Podía empatizar. Podía empatizar mucho. Se le aguaron los ojos. No era justo. ¿Por qué no tenían permitido tener una familia? ¿Por qué no podían llegar hasta la vejez con sus amores? ¿Por qué no podían ver a sus hijos casarse? ¿Por qué no podían conocer a sus nietos? ¿Estaba tan mal? ¿Tan horrible era desear la felicidad?:

— Gracias por contármelo, Atreia. — Sabiendo que a la contraria no le gustaban los malos ambientes, quiso añadir algo más. — Epione es un nombre precioso. Tienes buen gusto.

Rio un poquito más con el asunto de Ravi. Mientras Atreia lo entendiese y lo intentase, a él le bastaba. Y si había algún problema él podía ayudar. Nadie estaba solo en nada:

— Pensaba que lo del "demonio" era por tu fuerza. A mi me pareces tan buena.

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Atreia Langley

Bueno, dicho de esa forma tenía razón, pero seguía pensando lo mismo: era una desgracia más entre cientas, tal vez miles, de almas que descendían a las profundidades del abismo. Y Hugh era también alguien que había experimentado lo mismo.

—Bueno, bueno, pero las de ellos también son "sus" historias, lo que hace un cúmulo de historias. Por ende, se convierte en historias variadas de Delvers y esas cosas—le reprochó con una sonrisa malvada.

En vista de que ya había terminado sus primeros auxilios en la pierna volvió a colocarse el pantalón en su sitio.

—Sí... la verdad es que no es una experiencia agradable—añadió—de repente echas de menos las pisadas en la madera, los juguetes desordenados por el suelo, las noches en vela por los llantos... bueno no, lo último no lo echo de menos, eso sí que eran pesadillas y no las criaturas del abismo—suavizó pensando que el hombre iba a volver a llorar.

Negó un par de veces con la cabeza tratando de restarle importancia al asunto, no tenía ningún motivo para darle las gracias. Él ya le había contado su propia historia.

—No me des las gracias, hombre, no hace falta—dijo primero. Sonrió al escuchar lo segundo—¿verdad? Aunque no fue idea mía, no soy tan ingeniosa.

Mientras hablaban, no pudo evitar pensar "Vaya dos vejestorios". Cualquiera que los estuviera escuchando ahora mismo estaría a cuadros.

—Sí, por eso también, aunque normalmente es por mi carácter.

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Hugh Carpenter

En otra ocasión se hubiese animado a darle un pequeño golpe en el hombro por discutirle, pero en esos momentos estaba procesando todo lo que le había contado la mujer sobre su pasado:

— Lo has dicho como si la tuya no tuviese importancia. No porque más personas hayan tenido pérdidas hace las tuyas inferiores.

La escuchó hablar sobre lo que echaba de menos de su hija, entendiendo perfectamente a qué se refería. El silencio que dejaba detrás una persona fallecida era simplemente indescriptible:

— Escuchar "mamá" desde la otra punta de la casa, las camas deshechas, los platos acumulados...— Siguió. Luego rio con el chiste de Atreia. — Ah, el cansancio parental. Tampoco lo echo de menos.

Era extraño, pero era un poco agradable poder hablar con alguien de un tema que tanto comprendía. Sentía que se había hecho un poco más cercano a Atreia ese día:

— ¿Idea del marido?

Ladeó la cabeza un poco confuso, mas con una suave sonrisa en su rostro. Realmente no entendía porqué nadie llamaría "demonio" a una persona tan adorable como era la silbato blanco. Sentía que se perdía algo:

— Ah, porque eres muy testaruda y tienes que replicar a todo. Entiendo. — Picó.

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Atreia Langley

Ah, vuelta a empezar. Nuevamente Hugh tenía que contradecir todo lo que decía o justificaba. Aunque era agradable, se sentía un poco como en el día en el que se conocieron. Intercambiando anécdotas, bromeando y tratando de sopesar los recuerdos.

—Joder, es que ya no se puede decir nada—fingió una enorme indignación—lo sé, simplemente no quería hacer un drama gigante con esto, ¿sabes? Normalmente la gente no se lo toma bien... y tampoco me gusta mucho escuchar pésames.

Asintió con cada experiencia y "recuerdo" que Hugh iba añadiendo a los que ella había mencionado anteriormente. Era nostálgico. Incluso si ella no era alguien que pasara mucho tiempo en casa debido a su profesión eran cosas que sin duda la hacían querer volver a Orth.

—Mhm—concordó—si lo echaras de menos solo significaría que eres masoquista.

Volvió a asentir con la cabeza ante la pregunta del hombre. El nombre "Epione", aparte de ser el de su hija, también era otro pequeño fragmento de Nate.

—Sí... a él se le daba mejor la paternidad que a mí—contestó riendo un poco por lo bajo.

Hizo otro puchero a su contestación.

—Mira quien fue a hablar, ¿no te estarás refiriendo a ti mismo?—se defendió—tú también replicas todo lo que digo.

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Hugh Carpenter

Se le escaparon unas carcajadas ante la indignación de Atreia. Si no la conociera pensaría que se había pasado de la raya con sus comentarios, pero ahora sentía las suficientes confianzas para comentar más seguido las cosas en las que pensaba:

— Y yo no quería minimizarlo... Pero entiendo.

No molestaría más. Ante el siguiente comentario tan sólo tosió para sus adentros y respondió con un "Jaja". Masoquista era, pero no por esa razón. No era algo que fuese a comentar en voz alta, de todas formas. Mejor cambiar de tema:

— Parece un buen hombre. ¿Cómo se llamaba él?

Cada vez que Atreia hacía un puchero tenía el conflicto interno de si reírse, si tironear de su mejilla o ambas. Esa vez optó por sólo sonreír:

— Me estás replicando sobre replicar. — Dijo, apenas aguantando la risa. — Podemos estar todo el día así.

Tan pronto como dijo eso, se acordó de algo:

— ¿No estabas cansada? ¿Te dejo en paz?

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Atreia Langley

Agradecía un poco que el hombre tomara algo más de confianza. Recordó el día que lo conoció. A pesar de ser sumamente perspicaz a sus bromas estúpidas, seguía un tanto cohibido.

—Mientras lo entiendas, me conformo. No me gustan las montañas de un grano de arena—terminó por añadir.

Que Hugh no añadiera nada más allá que una risa a su comentario sobre si era masoquista o no le generaba ciertas incógnitas. Pero le resultó tan absurdo y surrealista que aceptó dejar ahí dicha conversación. A veces había cosas que eran mejor no conocer.

—Oh, lo era. Aunque también era un poco excéntrico—rió, pensó que había que ser rarito para querer a alguien tan difícil como ella misma—se llamaba Nate, Nate Finnick.

Después, frunció el ceño con fuerza. ¿Qué clase de conversación de besugos era esa?

—Tsk, y tú me estás replicando porque te estoy replicando la réplica—rebatió inmediatamente—¿seguro que quieres empezar una guerra?

A decir verdad, casi agradeció la repentina iluminación de Hugh. Si seguía hablando con él tenía miedo de que le preguntara por las otras heridas. Así que aprovechó el bug del momento:

—Un poco sí, la verdad. Creo que me echaré una siestecilla por aquí, avísame si ocurre algo—le pidió mientras se recostaba.