Segunda Capa


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Mesteres
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5 de noviembre ~ 18 de noviembre

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﹂ Choque de cinco


Choque de cinco

9 de Noviembre – Bosque de nenúfares

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Elise Jung

Aquel lugar siempre le resultaba bello a primera vista, sin embargo, al mismo tiempo le perturbaba la cantidad de nenúfares que habían en el área. Pese a esto, cada vez que pasaba por ahí, alzaba la cabeza y dejaba que los pequeños rayos de luz se instalaran en su rostro, como era costumbre.

Ese momento no fue la excepción, y tras unos días de haberse acostumbrado a la convivencia de los demás integrantes del grupo, se permitió ir a dar una vuelta en solitario, como acostumbraba a hacer cada cierto tiempo.

Tenía cuidado de alguna criatura que pudiera aparecerse en los alrededores, no obstante, ante sus ojos todo parecía calmo de momento.

Se detuvo a observar uno de los nenúfares, alzando la cabeza a las hojas del mismo.

—¿Cómo se sentirá ser una planta verde...?

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Hugh Carpenter

A veces, era bueno tener tanta experiencia en la vida. A pesar de que habían sido unos días bastante movidos, no habían sido ni un cuarto de estresantes que otras situaciones por las que había pasado en su juventud. Por ende, Hugh ya estaba perfectamente. Listo para enfrentarse al abismo ᵃᵘⁿᵠᵘᵉ ᵃᵍʳᵃᵈᵉᶜᵉʳᶦᵃ ᵠᵘᵉ ᶠᵘᵉʳᵃ ᵖᶦᵃᵈᵒˢᵒ.

Ese día se dirigió al bosque de nenúfares para obtener algunos materiales naturales con los que abastecer el campamento. En eso que caminaba, vio a pocos metros a una delver. Por un segundo no la reconoció. Pero gracias a su pelo bicolor pronto supo que era la "chica del piercing".

Sin previo aviso, la "chica del piercing" habló consigo misma: "¿Cómo se sentirá ser una planta verde...?"

...

No... No podía reírse. Estaba mal.

Hugh se acercó un poco más y apoyó todo el antebrazo en el árbol cercano, colocando la otra mano en su cadera. Y le dedicó una sonrisa a la mujer:

— ¿Y una planta roja...? — Rio suavemente por lo bajo. — ¿Qué hace sola?

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Elise Jung

No se había fijado que exclamó aquello en voz alta, hasta que una voz la sacó de su trance dubitativo y la volvió a la realidad. Poco tiempo le tomó darse cuenta que una voz varonil le había respondido, y hubiera sacado su arma para dispararle una de sus flechas si no fuera por la risa leve y simpática que escuchó posteriormente.

Prontamente, sintió un leve rubor en las mejillas y respondió con una risa nerviosa.

—¡Ah! Haha, perdón, a veces hablo conmigo misma y digo tonteras 💦 —Porque claro, decir planta verde era una clara redundancia que no había percatado, sin embargo, aquella definición se la dejaba a la ciencia.

Aprovechó la instancia para darse vuelta y analizar al señor con suma rapidez mientras pasaba su vista de sus pies hasta su cabeza. Lo había visto de reojo en el grupo de expedición, por lo que reconoció su rostro enseguida.

No se había imaginado que en esas instancias se iba a encontrar con alguien. Hizo una leve reverencia como saludo.

—¿No le parece que hay paisajes admirables? Si tuviera el talento innato de un artista, bosquejaría lo que mis ojos ven —Dio vuelta su mirada, observando nuevamente su alrededor —Caminaba un poco para despejar la mente, ¿Y usted?

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Hugh Carpenter

Aún si el rubor de la contraria se le hacía tan tierno como hilarante, pensó que tal vez pinchar a alguien que acababa de conocer no había sido lo más correcto. Desde que estaba en el abismo ya no seguía las normas sociales tanto como antes. Teorizó que, tal vez, lo mismo le ocurría a la mayoría de silbatos blancos, y de ahí sus excéntricas idiosincrasias:

— No se disculpe. Me ha alegrado el día.

Se apartó del árbol para acercarse sólo un poco más a ella, por educación. Le devolvió el saludo a base de enseñar la palma de la mano. Y la escuchó. A decir verdad, él también había pensado que el abismo era precioso en alguna que otra vez. Ah, si tan sólo fuese tan pacífico como lucía:

— Concuerdo. La naturaleza es hermosa, da igual el lugar del mundo. — Respondió. — Buscaba materiales, para reabastecernos.

Observó también a sus alrededores antes de volver a posar sus ojos en ella:

— Entonces, ¿a partir de ahora viajará con nosotros, señorita...? — Preguntó su nombre.

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Elise Jung

Asintió a sus palabras y no dijo más, alegrándose levemente por haberle hecho el día al hombre, generalmente ocurría al revés.

Parecía ser alguien agradable a simple vista, por lo que relajó los hombros y se permitió mantenerse con un semblante tranquilo y relajado. Viendo que el hombre alzaba la mano, terminó por estrechar la suya con el de él como si hubieran hecho un Hi5 improvisado. Se mantuvo esperando su reacción.

—Ho ho, ¿Quiere que le eche una mano? —Juntó las palmas de sus propias manos, esperando que el mayor aceptara —De todas formas, han aumentado los integrantes del grupo, debo hacerme cargo de ello también.

Ahora que lo pensaba, esperaba no haber dado una mala impresión, parecía que estaba perdiendo el tiempo mirando los alrededores en vez de hacer algo productivo por el campamento. Se aseguraría de ser útil en toda esa estadía.

—Elise Jung para servirle ✨ —Le respondió casi enseguida con una marcada sonrisa. Quiso imitar lo mismo que el señor con sus siguientes palabras y una risa entremedio: —Mucho gusto, ¿Señor...?

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Hugh Carpenter

Lo que menos se esperaba en esos momentos era que Elise aprovechara el momento donde mostró la palma para chocarle los cinco. Él se quedó de piedra. E, inmediatamente después, ladeó la cabeza para soltar unas grandes carcajadas:

— ¡JAJAJAJA! Espere. Hagámoslo bien. — Alzó más bien bajó la mano. No era choque de cincos si el plas no era audible.

Le empezaba a caer bastante bien. A su parecer, la mujer trataba de ser cortés como las reglas requerían, pero su personalidad divertida se entreveía por las enormes grietas. Empatizó con ella:

— Se lo agradecería. De momento buscaba ramas secas.

Sonrió al escuchar la presentación tan feudal:

— Hugh Carpenter a su disposición. — Copió. — ¿Ya ha conocido a los demás?

La verdad era que hubiese estado bien hacer una presentación de clase donde los nuevos dijesen sus nombres ante los demás, pero... Ese grupo de descenso era un poco especialito. Recordó que él mismo tardó una semana en conocer a todos, teniendo que ir uno a uno a lo largo de los días. Qué desastre. Pero así los quería.

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Elise Jung

Corroboró así que el contrario era una persona bastante graciosa. Era distinto comparado a las reacciones que comúnmente tendrían Ryuu y Osamu con ella por ejemplo. Se permitió carcajear a viva voz, acompañándole en su risa de paso.

—¡Vaya! Hahaha, pensé que me juzgaría con la mirada. Qué simpático, señor —Esta vez volvió a intentarlo, sonando sonoramente el choque de manos con mayor armonía.

Eres seria Elise. Eres seria. Eres seria. Eres seria. Eres seria. Eres seria.

Bueno, qué mas daba a esas alturas.

—En el camino vi varias, permítame guiarle. Hay un sector donde se aglomeran.

En ningún momento dejó de utilizar un formato respetuoso con el mayor, seguido de sus palabras, le hizo una señal con la mano para que la acompañara.

—Señor Carpenter —Asintió, captando con rapidez su nombre completo. Inmediatamente a esto, respondió —Aún no los conozco a todos. Es un grupo bastante numeroso, me tomará un tiempo seguramente.... Ah~ Sería todo más fácil si nos presentáramos como si fuera una excursión de niños no tan niños —Pensó al aire libre —Aunque ya conocía de antes a dos personas, mi compañero Ryuu y el tipo apiedrado del puente, Osamu. ✨

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Hugh Carpenter

¿Juzgarla? ¿Por chocar los cinco? Se preguntó con qué clase de personas se había juntado la mujer hasta ese momento. También le empezó a parecer extraña la innecesaria cortesía entre ambos. Viendo las bromas que estaban haciendo, ¿realmente era correcto llamarle "señor"?:

— Pienso lo mismo de usted. — Sonrió, ahora sí, chocando los cinco como Dios mandaba.

Le alegró saber que Elise conocía mejor la zona. Supuso que tenía sentido, viendo que era silbato azul. Así pues, optó por seguirla:

— Me acaba de ahorrar mucho tiempo. ✨

Al escuchar lo de "señor Carpenter" ya no pudo más. Toda su vida había tratado a los demás de usted, había tenido ínfimo cuidado con sus palabras, había evitado molestar a base de hablar de sí mismo, había absorbido emociones negativas ajenas... Se había retraído tanto, tanto. Ahora que ya no estaba en sociedad, ¿no podía relajarse? ¿No podía ser él mismo? Quería saber lo que era bajar la guardia, confiar y que confiasen en él:

— Llámeme Hugh. Y... Somos compañeros. Tutéeme.

Él mismo cambiaría el chip. Escuchó lo que tenía que decir la muchacha y, ante el comentario de la excursión, abrió ligeramente los ojos en sorpresa. Habían conectado neuronas. Qué curioso:

— Ah, pensé lo mismo. ¿Quieres que te haga un resumen de todos?

Continuó prestando atención. Con Ryuu ya había tenido el placer, por lo que asintió. Pero al escuchar lo de "el tipo apedreado" no pudo evitar acordarse de Atreia. Sonaba a un mote que se le ocurriría a la silbato blanco. Ese pensamiento le provocó una suave risa que no pudo contener:

— Pfft, hmm. ¿De qué conoces a ambos?

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Elise Jung

Al recibir el comentario posterior del Tutéeme, sintió enseguida cómo un gran peso de encima se libraba de sus hombros, lanzó un suspiro hondo y de alivio al aire.

—¡Ok, Hugh! Si no me lo decías podría haberte tuteado hasta el final del abismo, me has aliviado bastante.

En lo personal, prefería tratar a todos como si tuvieran la misma edad que con términos formales, ya que a veces solía olvidarlas o agarraba confianzas muy rápido. Sin embargo, sabía perfectamente que no a todos les gustaba aquello.

Continuó caminando al lado del señor, haciendo memoria de dónde estaban las ramitas que había visto hace unos minutos. En eso, iba escuchándolo atentamente.

—Hm... —Meditó un poco antes de responder —¿Podrías hacerme una descripción breve de cada uno? Me gustaría en lo personal conocerlos yo misma. No por nada en específico, pero me suelen gustar más las interacciones sociales.

Esperaba que el hombre entendiera su punto. No solía sentir tanto agrado cuando otros hablaban de otras personas hasta que ella lo comprobase desde sus propios ojos, pero para empezar, podría irse preparando previamente.

—A Ryuu lo conozco desde hace... ¿Tres años más o menos? —Hizo cuentas con sus dedos —Es un chico simpático y agradable, sólo que a veces suele ser un poco metódico y distante. Y Osamu es un viejo y querido amigo de la infancia con el que descendí a veces en mi adolescencia. Ahora que lo pienso, ambos se parecen un poco... —Llevó sus manos a su mentón, como si hubiera hecho el descubrimiento del siglo.

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Hugh Carpenter

Rió un poco ante el enorme alivio de la contraria. Se alegraba de que el sentimiento hubiese sido mutuo:

— Hubiese sido extraño pasarnos meses llamándonos "señorita Jung" y "señor Carpenter". — Aunque, bueno, la mitad de los niños le llaman así. Pero en boca de ellos sonaba bien.

Ante la petición de hacer una breve descripción de sus compañeros, asintió. No esperaba que se quedase con ningún nombre, pues eran demasiados, pero le haría saber de las manías de cada uno de ellos para reducir la posibilidad de algún roce futuro. Empezaría por los guías:

— Primero está Atreia, la silbato blanco. Bajo su forma brusca de hablar se encuentra una mujer divertida y que se preocupa por su equipo. Le gusta picar a la gente y replicarle a todo. No te lo tomes a pecho.

Continuó:

— Luego está Norman, el silbato negro. Es tan nervioso como es amable. Se ha esforzado mucho por llegar a donde está ahora, pero aún duda mucho de sí mismo. Tenle paciencia y alentale.

Esperaría a ver si Elise tenía algún comentario o duda antes de seguir hablando sobre los demás y porque si no el post me queda kilométrico. Luego, escuchó el propio resumen de Elise. Se quedó especialmente con lo de Ryuu; cuando había hablado con él había recibido muchos silencios, así que rezaba por que fuera cierto lo de que era simpático y agradable. No pudo evitar acordarse de Su Hua. Supuso que también era otro caso de esperar a que se abrieran poco a poco:

— Jajaja, tendemos a rodearnos de ciertas personas. ¿Ellos te hubiesen juzgado si les hubieses chocado los cinco? — Si era así, una duda que había tenido hace un minuto quedaría resuelta.

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Elise Jung

Le dio la razón, le habría incomodado sentir la presión sobre su cabeza de ser formal con los más mayores del grupo, así que era aliviante. Esperaba sembrar la confianza en todos para que nunca se refirieran formalmente a ella, le harían un gran favor de paso.

Miró hacia adelante y en el trayecto fue escuchando las explicaciones breves de Hugh, asintiendo de vez en cuando para hacerle entender que estaba atenta, soltando una que otra risa por sus comentarios fugaces.

De Atreia se lo esperaba, había escuchado de ella antes, sólo que no había tenido la oportunidad de admirarla de cerca por todo el tema del otro día, luego se encargaría de acercarse y conocerla, sentía ilusión en ser su amiga si ocurría la oportunidad.

Con respecto a Norman, ella ya había visto una faceta totalmente distinta cuando estuvo con Ryuu en aquella sala, por lo que le tomó levemente por sorpresa su descripción tratándose de un joven temerizo. Tendría a consideración esos detalles para no molestar durante la siguiente ocasión y ponerse en sus zapatos de mejor manera.

Por su lado no tuvo mayor comentario con las personas que Hugh le había presentado, así que como respuesta, sólo atinó a alzar el pulgar como costumbre.

—Parece ser un grupo unido, todos suenan agradables. ¡Me emocionaría conocerlos a cada uno! —Llevó sus manos a sus mejillas con emoción —Me imagino que has estado desde el inicio del viaje, ¿No? Debes tenerle un gran cariño a cada uno.

Se le cruzó un pensamiento nostálgico ante eso, pensar que era el descenso final la invadía de una sensación de melancolía y le hacía preguntarse varias cosas. Si bien se había decidido ante Atreia, en estos pocos días transcurridos dudaba bastante si seguir el mismo camino del grupo o no.

Lo dejaría en manos del futuro.

—Depende, ¿No me habías dicho que hay gente más cerrada que otros? Hay personas más ariscas que otras, son todo un reto —Habría mencionado a Osamu en la charla, quien a veces la miraba con un semblante juzgante y cómico, pero prefería que Hugh lo viera desde sus propios ojos —Daré mi mejor esfuerzo para poder chocar los cinco con todos, ¿Eh? ¿Me tienes fe? —Rió —Yo si me tengo fe.

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Hugh Carpenter

Sonrió de forma cálida cuando Elise comentó que estaban unidos. Realmente no era verdad. Aún estaban aprendiendo a tratarse. Pero cada día que pasaba se querían un poco más, y eso a él le provocaba una infinita alegría. Asintió a la pregunta:

— Son como hijos para mi.

Aunque, ahora que le preguntaba sobre quién había estado desde el día uno y quien no, supuso que podía ahorrarle una duda futura:

— El único que no ha estado desde el inicio es Chenge. Tiene un piercing en la oreja. — Dijo, señalando la zona del hélix. — No le conozco mucho, pero sé que es muy maduro para su edad y que es atento.

Al hablar del muchacho se acordó también de su fiel escudera:

— Su novia es Ravi. Tiene el pelo rojo. Está en el espectro autista, así que le cuesta comunicarse. Es infantil, pero también es un sol. Sé buena con ella.

¿Había dicho que había gente más cerrada con otros? Elise le hacía hablar tanto que ya no recordaba de que había dicho hacía un minuto:

— La gente arisca me parece divertida.

Un segundo, no debería estar diciendo sus gustos si no le preguntaban. A él le habían criado bien. Por ende, de inmediato le volvió a prestar atención a la mujer. Soltó una sonora carcajada ante la broma. Sabía perfectamente quiénes del grupo le chocaría los cinco y quiénes se rehusarían:

— Te tengo fe. Cuéntame si lo logras.

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Elise Jung

Haber escuchado aquello le hizo sentir una sensación agradable en su interior, parecía ser un hombre en su mayoría paternal. Le observó asintiendo con una sonrisa.

Se anotó mentalmente conocer a Chenge luego, de todas formas, quería conocerlo junto a las demás personas del grupo. Intuyó por comentario de Hugh que no era un chico tan mayor como lo describía, aunque...

¿Por qué habían tantos menores en el grupo de descenso final? Sintió leve lástima por cada persona que había examinado el otro día. No lo entendía.

Tras escuchar el comentario del contrario respecto a la chica pelirroja Ravi, asintió con suma comprensión. No era la primera vez que se topaba con una persona neurodivergente, entre ellas Ryuu, por lo que sabía a grandes rasgos las características dentro de las personas del espectro autista.

—Descuida, tengo bastante paciencia. ¿Y experiencia podría decir? Haha —Hizo relucir una risa —Espero que las demás personas del grupo sean comprensivas con ella también.

Sentía mayor intriga por la chica, aunque había ignorado olímpicamente el detalle del noviazgo de ambos jóvenes. Pero bueno, los jóvenes de hoy en día.

—¿Ho ho? —Marcó un par de hoyuelos indivisibles en sus mejillas, genuinamente curiosa por ese comentario de Hugh —¿Le suele agradar la gente arisca por alguna razón también?

Quizás ese también estaba de más, porque sentía muy en lo profundo de su interior que ella era como un imán para las personas serias, no obstante, le parecía divertido lidiar con ese tipo de personalidades aunque desde su lado, se volvía enormemente fastidiosa al agarrar confianzas rápido. Sintió curiosidad por preguntarle aquello a Hugh para comprobar si tenían algo en común al respecto

Ante lo último, alzó el pulgar con gracia y se contagió de la carcajada sonora del hombre, sin responder más, se aseguraría de avisarle de sus logros al contrario en un posible futuro cercano.

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Hugh Carpenter

Ladeó levemente la cabeza ante la respuesta de la contraria. ¿Con "tener experiencia" se refería a tratar con personas con autismo o a tener paciencia con todos en general? Quiso sacarse de dudas:

— ¿Conoces a gente con actitudes similares? — Preguntó. — Gracias por todo.

Se fijó en los hoyuelos de Elise. Qué característica tan tierna, pensó. Luego, ella le preguntó sobre sus gustos en personas. Él apoyó el lateral de su dedo índice sobre su labio inferior de forma pensativa, buscando la manera de explicarse sin divagar:

— Más bien, la gente "pintoresca". Cuando uno se sale de las normas, dota el mundo de color y humor. — Dijo, para luego mirar a Elise con una sonrisa. — Como, por ejemplo, cuando se choca los cinco con un desconocido.

Aunque, ahora que hablaban de gente arisca, ya sabía qué descripción hacer a continuación:

— Puede que le agrade Dylan. Es el más joven. Al igual que Atreia, bajo esas palabras toscas se encuentra un gran corazón. Siempre escucha a los demás. — Comentó. — Es amigo de Su Hua, quien a la par es prima de Chenge. Lleva un lazo rosa. Es muy reservada, pero si obtiene su confianza verá que tiene una personalidad interesante.

Al fin se iban terminando las presentaciones. No quería abrumar a Elise con tanta información, así que se apresuró a terminar:

— Por último, hay tres chicas que suelen hacer grupo. Son Eryn, Paris y Nanami. Eryn, la pelirroja, es asustadiza pero sociable. Paris, la rubia, es hosca y divertida. Y Nanami, la morena, es tranquila y simpática.

Contó con los dedos para asegurarse de no haberse olvidado a nadie:

— Oh, bueno... Y también estoy yo, un señor. — Bromeó.

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Elise Jung

—En efecto, si tienes alguna pregunta al respecto, no dudes en hacérmelo saber si gustas.

No iba a entrar a grandes detalles, su larga estadía en el internado le permitió conocer a varias personas con rasgos de personalidad distintos, aunque durante la charla, quien tenía a consciencia mayoritariamente era Ryuu.

Se sintió levemente aludida por el comentario de Hugh, por lo que no pudo evitar devolverle la sonrisa mientras exhalaba por la nariz, habían sido palabras que la habían dejado pensando un rato.

— ... ⁉️

—Uff, parece ser que todos tienen un historial dentro del grupo —Se frotó las manos, lo había tomado como un reto personal desde hacía rato —Si se me olvida algún detalle te iré a molestar.

Seguido de esto, soltó una risa.

—Bueno, ¿Y tú? ¿Un señor común y corriente? ¿O el primo del hermano del abuelo de la tía de alguien? —Preguntó a modo de broma, carcajeando por lo bajo —Creo que también soy... una señora.

Esto último lo dijo tanto como broma como un tema con un ápice de seriedad, sospechaba que estaba entre los mayores dentro del grupo aunque no superara aún los treinta, de momento. Ver a tantos jóvenes vivir sus últimos días y semanas de vida dentro de ese espacio le hacía sentir como una abuela con un crónico dolor de espalda.

—Ah, me distraje, perdón —Le hizo una señal a Hugh para que se dieran la vuelta en su camino, puesto que estaban caminando por el sendero equivocado —Ramas, ¿Cierto?

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Hugh Carpenter

— Lo haré. Gracias.

Qué alegría que se hubiesen cruzado con Elise, pensó. Tenía la sensación de que todo iría mejor en el grupo a partir de ahora Pfft. Cuando la vio sonreír sin decir nada él rió por lo bajo. Aunque no pudo evitar sentirse algo culpable al ver cómo ella trataba de procesar todas las descripciones. Tal vez debió ser más escueto:

— Lamento la descarga de información. Espero que os llevéis bien.

Soltó una suave carcajada con el chiste de la mujer. Sí. Definitivamente la había saturado de datos:

— Sólo un señor.

La miró disimuladamente cuando Elise se llamó a sí misma una "señora". Aún si quedaba claro que no era una niña, tampoco lucía como alguien con una edad avanzada; más bien parecía estar entre los 25 y los 30. Hugh sintió algo de curiosidad:

— ¿Hmm? ¿Cuántos años tienes? — Preguntó. — ¿Atreia y yo ya no estaremos solos?

Le emocionaba un poco la idea. Aún si adoraba a los pequeños del grupo, no podía verlos como a iguales. Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando Elise le hizo una seña para darse la vuelta, lo cual hizo que el mayor se parase en seco:

— Ah, sí. — Dijo, yendo ahora por el sendero correcto. — ... ¿He hablado demasiado?

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Elise Jung

Al haber escuchado su respuesta sólo atinó a realizar un movimiento suave con su mano, el cual quería señalar que no se preocupara ante la sobrecarga de datos. A ella le parecía interesante conversar de esa forma.

Se llevó su propia mano a la mejilla mientras miraba hacia arriba, pensativa ante la pregunta de Hugh.

—Hm... Si me mantengo viva un par de semanas más, creo que llegaré a los 30... —Murmuró como respuesta, sin percatarse mucho del hilo temporal que llevaban dentro del abismo.

Alzó una ceja, mirándole con curiosidad mientras jugueteaba con su piercing.

—¿Oh? ¿Qué edades tienen ustedes? —Se sentía genuinamente intrigada —Osamu también tiene casi mi misma edad, es un año menor que yo si no me equivoco... ¿Tan pocos "adultos" somos? Bueno, en fin.

Seguía impresionándole la cantidad de jóvenes en el grupo, pero nuevamente no dijo nada más que ello.

—No, descuida, cuando me centro mucho en una conversación interesante me distraigo y pierdo el sentido de la orientación —Rió por lo bajo —Estoy acostumbrada a ser yo la que habla mucho, conversar con alguien similar es bastante grato, es como hablar con mi espejo haha. ✨

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Hugh Carpenter

La respuesta de la menor provocó que él ladeara la cabeza con curiosidad:

— ¿Oh? ¿Cuándo es tu cumpleaños?

Ahora que lo pensaba, no sabía cuándo era el cumpleaños de nadie. Decidió que sería algo que preguntaría a todos más adelante. Quería celebrar pequeñas fiestas en sus honores, creyendo que así podrían subir los ánimos en un lugar tan lúgubre como lo era el abismo:

— Yo 35. Atreia 37. — Respondió.

Se apuntó lo de la edad de Osamu. Aún tenía pendiente presentarse ante él. Ah, más cosas que hacer. Su lista de tareas era interminable:

— Pienso igual. — Dijo, notando el tono en su voz. — Aún si tienen sus razones para bajar...

Se encogió de hombros, dando a entender que le parecía muy mala idea que gente joven se hubiese unido a una operación suicida. Pero lo hecho, hecho estaba. Lo siguiente que Elise comentó le levantó bastante el ánimo, al punto de que tuvo que ocultar una sonrisa avergonzada con su mano:

— Siempre trato ser escueto para no molestar a nadie. — Confesó. — Pero si piensas así, entonces no temo tanto. Aunque sería mejor charlar cuando estemos parados. — Bromeó.

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Elise Jung

— Hm... Caía un veinti... —Miró sus manos, comenzó a hacer cuentas indescifrables con sus dedos —A ver... Mi hermano menor cumplía un 18... Yo... Sí, creo que antes de que acabe el año... ¡El 26 de diciembre! Sí, sí

Dejó caer su puño en la palma de su otra mano al adivinar su fecha de cumpleaños. Solía olvidar esos pequeños detalles de sí misma.

—¿Y tú cuándo cumple años? Déjame tenerte un regalo de plantas rojas para esas fechas —Bromeó en voz alta.

Al escuchar las edades respectivas de los mayores del grupo, asintió con comprensión. No era una brecha tan grande, ya que a esas edades no se notaba del todo, aún así, le pareció un detalle curioso que tendría vigente en la mente por si las moscas.

—¿Ho ho? ¿Escueto? Me suena a que eres conversador con las personas adecuadas —Se acercó momentáneamente a Hugh y le codeó con suavidad —¡Conmigo no temas a nada! Si te contara mi historial de vínculos amistosos te caerías por el precipicio de la vergüenza. De todas formas, estamos en el abismo, lo que pasa aquí se queda aquí.

Comentó con alegría mientras daba un par de brincos hacia adelante. Haber dicho aquellas palabras le animaron bastante, generalmente su política para hacer el ridículo era que el día de mañana nadie se acordaría. Con Hugh no temía.

—Vale vale, ya llegamos —Le avisó, varando en cierta área llena de ramas de árboles frondosos que se mimetizaban con los nenúfares del perímetro. Se agachó para recoger algunas.

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Hugh Carpenter

Así que el 26 de diciembre. Eso quedaba bastante cerca de la fiesta de Año Nuevo que tenía planeado hacer. Esperaba poder encontrar algo que le gustara a Elise para regalarle y, en caso de que no, siempre podía usar la vieja confiable:

— ¿Te cocino tu comida favorita ese día? ¿Qué te gusta? — "Que se pueda hacer en el abismo, claro", pensó.

Hizo un ademán con la mano ante la pregunta:

— Ya pasó. Fue el 10 de octubre.

Amplió su sonrisa al recibir el ligero codazo. Había sido calado completamente, pues sí que verborreaba y divagaba cuando se sentía en confianzas; y justamente con Elise se sentía cómodo. Sólo esperaba no hablar de más ni molestarla sólo porque ella era lo suficientemente amable como para darle luz verde:

— Oh, no. Una extrovertida. — Bromeó. — ¿Tienes un círculo de amigos amplio?

Al llegar a la zona llena de ramas se llevó una grata sorpresa. Sería capaz de abastecer el campamento durante bastante días. Así pues, tomó también unas ramitas. Luego reviso el perímetro, tratando de recordar por donde habían venido para volver dentro de una semana, pero se dio cuenta de algo bastante bochornoso:

— Debo confesar que no me he aprendido el camino. 💦

Porque él también se había distraído con la conversación.

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Elise Jung

Alzó las cejas en sorpresa, puesto que no esperaba para nada que alguien del grupo le hiciera un detalle tan bonito como ese en su cumpleaños. No pudo evitar llevar la mano a su boca, ahogando una risita de vergüenza.

—¡No es necesarioooo! Qué considerado de tu parte... Aunque si insistes ✨ —Miró hacia el cielo, pensando un par de segundos —Hmm... Cualquier cosa estará bien, aunque no soy muy fan del pescado..

No quería darle muchas vueltas a aquella acción tan amable de Hugh, porque no estaba segura de que sobreviviera hasta su cumpleaños, es más, pueden pasar muchas cosas antes de llegar a sus míticas tres décadas de vida.

Al fin y al cabo, había sido su decisión letal. Soltó un leve suspiro ante el pensamiento, mientras menos lo pensara, mejor.

—...Ay, llegué un mes tarde —Expresó al saber el cumpleaños del mayor —¡Feliz cumpleaños! Mejor tarde que nunca, ¿No? ¿Te gustan las flores? ¿Las ranas? ¿Alguna comida en especial? —Invadió súbitamente de preguntas. Tenía contemplado hacer un regalo improvisado en esos momentos.

Revisó el lugar con la mirada, esperando la respuesta del contrario.

—He tenido varios en el pasar de los años, tú sabes, lo normal. Se conservan algunos lazos más estrechos con ciertas personas ¿Y tú?

Ahora que se detenía a pensar, realmente debería preparar un par de cartas y enviarlas hacia Orth. Se supone que su viaje no iba a durar más allá de uno o dos meses.

El haber estado tan ensimismada con la conversación y ahora con las innumerables ramitas que estaba recogiendo, se levantó sosteniendo el cargamento de los mismos e imitó la misma acción de Hugh: Revisar el área.

— ... —Su semblante quedó petrificado en el hombre —... ¿Cómo...? ¿No lo recuerdas...? 💦 ...

Se evitó decir un yo tampoco, en su cara podía leerse fácilmente.

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Hugh Carpenter

Le dio bastante ternura la reacción avergonzada de la menor, provocando una sonrisa en su faz que se amplió al escuchar aquél "Si insistes":

— ¿Prefieres carne o verduras?

Soltó una suave carcajada con la felicitación tardía. Aunque, si lo pensaba bien, era la primera vez en dos años que escuchaba un "Feliz cumpleaños". Era extraño. Realmente raro. No sabía si el dolor que sentía en su pecho era bueno o malo:

— Gracias. Con cantarme "Cumpleaños Feliz" me basta.

Ante el comentario de que era normal tener amistades con los años se mordió el labio inferior. Él no era así. De haber tenido amigos, su periodo de luto hubiese terminado mucho antes:

— ... Sólo mi familia... 💦

Después, ocurrió la confesión. Al principio, el hombre no pudo evitar sonrojarse un poco al creer que se había puesto a sí mismo en evidencia. No obstante, tras ver la cara de horror de Elise, supo que no era el único que estaba perdido. La situación era absurda:

— Pfft- ¡Jajaja! ¡Jajajajaja! Está bien. Mmh, ¿no tenían los nenúfares un algo...?

Alzó la cabeza para ver las hojas de los árboles. Todas apuntaban a una misma dirección. Hugh se quedó pensativo unos instantes, tratando de recordar su entrenamiento como delver antes de obtener su silbato rojo:

— El centro del abismo está por ahí... Así que debemos ir por por el lado contrario. Vamos.

Comenzó a andar. Al hacerlo, se percató de que el camino era una cuesta muy sutil. No volverían al campamento ilesos, eso estaba más que claro:

— ... Prepárate.

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Elise Jung

—Prefiero carnes, aunque no te molestes con ello, cualquier cosa estará bien —Comentó. Hablar de comidas en esos momentos le hacía abrir el apetito, llegaría al campamento apeteciendo comerse alguna fruta para saciar ello.

No se sentía del todo satisfecha con regalarle sólo un canto en esos momentos, sin embargo, sintió la necesidad de humillarse en esos momentos. Adelantándose al hombre y quedando frente a frente del mismo, revisó el perímetro, asegurándose de que no hubiera nada en los alrededores.

Tomó una gran bocanada de aire, como si estuviera a punto de gritar y atraer a todas las criaturas de la segunda capa, sin embargo, soltó lo siguiente en un tono apropiado.

—Cumpleaños feliz~ ¡Te deseamos a ti!~ —Comenzó a dar vueltas en Hugh mientras daba uno que otro brinco —¡Feliz cumpleaños Oso Carpintero!~ ¡Que los cumplas feliz!~

Imitó como si sus manos tuvieran confeti e hizo como si se lo lanzara encima al mayor, aplaudiendo seguido de esto y dándole un codazo leve.

—Vale, ahora tienes una nueva amiga con la que contar, ¿O quieres considerarme como una hermana menor por comodidad? —Espetó riéndose.

Ya volviendo al tema de la orientación, recordó vagamente el camino de vuelta al campamento, aunque las señalizaciones de Hugh le despejaron bastante más la mente.

—Yo te sigo —Frotó sus manos, dispuesta a seguir el camino de cuesta —Estoy preparada, dame la señal y salto.

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Hugh Carpenter

Que ella le dijese que no se molestase le entró por un oído y le salió por el otro. A lo largo de los días comprobaría qué platos le gustaban más y cuáles menos para hacerse una idea de su paladar y nadie se lo iba a impedir:

— Oído cocina.

Había pedido que le cantase porque echaba mucho de menos la música, por lo que verla ponerse frente a él y revisar el perímetro le llenó de expectativas. Aguantó la respiración. Entonces, ella cumplió con su petición. Hugh sonrió de oreja a oreja. La siguió con la mirada cuando comenzó a dar vueltas alrededor de él y dejó escapar una carcajada ante el mote. Estaba visiblemente feliz:

— Gracias, gracias.

El gesto le había alegrado tanto el día que era incapaz de quitarse la sonrisa de la cara. Se tomó muy bien el codazo. Lo siguiente le dejó pensando unos momentos, pues él jamás había tenido una amistad cercana al punto de convertirse en una hermandad. Se le hacía extraño. Prefería considerarla una amiga y ya:

— Estoy acostumbrado a ser padre. ¿Digamos que te tuve muy joven? — Bromeó.

A lo último respondió riéndose por lo bajo. Así pues, la guiaría como pudiese en su inexperiencia hasta el campamento. El cómo les iba a afectar la maldición del abismo a ambos quedaba en manos de Dios.